Conectando con la naturaleza (1-1)

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Se llamaba  Dalila que significa; la que posee la llave. Nació en un pueblecito a las afueras de Granada (Salobreña). Tenía 30 años, sentía que en toda su vida no había hecho nada, para sentirse viva. Sentía una nostalgia y no sabía de qué. Muchas veces desde, muy jovencita, sin venir a cuento, se levantaba llorando.

No le faltaba de nada. Tenía amigos, un trabajo que le gustaba mucho. Un chico que le gustaba y solían salir de vez en cuando. Pero ni con todo eso en su día a día, se sentía completa. Había momentos que sus pensamientos divagaban por recuerdos que no podía decir si eran suyos, o de otra persona. O incluso de alguna película o de uno de los libros que leía a diario, imaginándose que podía ser ella la protagonista.

En otras ocasiones sentía que por el camino había perdido algo muy valioso para ser feliz. Su corazón sufría y no sabía por qué. Sentía que sus recuerdos, no estaban completos. Su vista, se perdía mirando las montañas. Cuando cogía el coche para subir  a la ciudad, suspiraba al pasar cerca de los bosques.

Un día alguien le hablo de una persona que hacia regresiones, era una chica que aparte de eso, también tenía una sala, donde solían hacer Meditaciones, terapias con sonidos de música o incluso, Reiki. No estaba muy convencida de estas terapias. Pero viendo que nadie le decía a que era debida esa melancolía, decidió un día probar, por si tenía suerte.

Un día se levantaba mal y decía; ahora cuando desayune llamo y pido cita.

Otro día pensaba; cuando me arregle saldré y me acerco a su consulta y pregunto.

Siempre por un motivo u otro terminaba desechándolo de su mente. Siempre terminaba diciendo al final; mejor voy a dar un paseo por el bosque, por el parque de camino a visitar a mi madre. Me parare en el parque Megalítico de Galafe que me pilla más cerca de la ciudad.

No sé porque, esta zona me llama la atención más que las otras. Y no se acercaba a la consulta de la persona que le habían comentado. A parte ella no confiaba mucho en esas terapias. Era atea, no creía en Dios, ni en la vida después de la muerte. Ni siquiera en nada que tuviera que ver con todo lo relacionado con la espiritualidad.

Era muy reacia en otras creencias que no fueran las suyas, en otras formas de existencia que no fueran demostradas, en castigos que no fueran, la justicia de los jueces terrenales. No creía en nada, desde que su padre murió de una muerte terrible. Siempre decía;

Si existe algo parecido a un Dios, nunca hubiera permitido esto, ni muchas injusticias que estoy viendo y viviendo. Por lo tanto para mí, me ha demostrado que, el único  Dios, es el hombre.

Dalila solo creía en lo que su vista podía ver. Solo daba por verdadero, todo aquello que podía tocar. Solo respetaba a todo lo que sentía que se lo merecía, sin importar que fueran humanos o no. ¿Si la naturaleza, los animales y las personas eran buenas?, ella los respetaba siempre.

 


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