LA LLAMADA (1-2)

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Ana no se atrevía a moverse. Tenía miedo de perder esa sensación de bienestar. Ese sentimiento de estar cerca de alguien, que sin conocerlo, sentía que siempre había estado con ella. A parte se sentía atraída por la luz que desprendía su cuerpo. Atreviéndose ha preguntándole un día:

--¿Quién eres, porque siempre sueño contigo?

--Soy tu esencia, soy tu yo más puro. Soy esa parte de ti, que nadie cree, ni valora. Pero que en el fondo, es la que llora contigo, la que te acompaña en tu soledad, la que nunca te abandona. Porque soy tu amigo, tu alma, tú conciencia más profunda.

--Si eso es así, ¿dime quien soy yo, dime que hago aquí? Pues siento desde muy pequeña que no pertenezco a este mundo. Vivo entre las personas, pero no las entiendo. Desde que nací, solo he sentido y vivido destrucción, mas destrucción, una detrás de otra, entre todos.

--¿quién eres? Eres una vida creada con amor. ¿Qué haces aquí? Crecer en sabiduría y aprender que es amar. Pero para sentir la vida en toda su plenitud, junto con los vaivenes de los movimientos en su día a día, antes tienes que aprender a quererte. Querer tu cuerpo, con sus virtudes y sus defectos. Entonces, solo entonces vivirás lo que tienes desinado, siempre con la vista en frente y con esperanza, ser querido, ya no por ti mismo, si no por los demás. Que hoy es tan difícil encontrarlo a vuestro alrededor, si no es con segundas intenciones o buscando algo.

Ana en esos momentos solo quería desaparecer de la pesadilla que le había tocado vivir. Después de la guerra y con tan solo 16 años de edad, estaba aprendiendo una dura lección de todo lo que le rodeaba en ese mismo instante. Había mucha hambre entre sus vecinos. No todos tenían para comer. Sentía que la tierra y la humanidad estaban desequilibradas en proporciones unos con otros.  

Pues sentía, que no todos los seres vivos vivían con la misma  igualdad de condiciones. Veía que algunas personas vivían muy bien económicamente, en general. Pero al mismo tiempo sentía por las noticias cuantas personas morían de sed o de hambre, ni tenían donde vivir. Su mundo se encontraba en un caos, sin saber salir del destino que tenía enfrente del camino.

--Muy bonito, todo lo que dices, pero muy lejos de la realidad del día a día de cada ser vivo. ¿Ves y dile a ellos que amen al asesino de su padre, de su marido, de su hermano o simplemente de un ser querido? Haber que te contestan.

--La vida no es tan complicada como la veis. Nacéis con un velo en los ojos, necesitáis mirar desde otra perceptiva, de otro ángulo. Pero vuestro dolor, os impiden discerní lo que veis y sentir, de una realidad camuflada por vuestra ignorancia. No todos estáis preparados para ver sin mirar y sentir sin oír.

De pronto Ana escucha unas sirenas de bomberos despertándose. Se levanta, se asoma a la ventana y ve un fuego en una chabola, cerca de unas viviendas destruidas echas escombros. Aunque había pasado unos años de la guerra, todavía no habían podido retirarlos de las calles.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

 

 


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