EL REVERSO DEL ESPEJO 4 (FINAL)

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En mi deambular, de un modo un tanto casual; o causal y aunque parezca mentira, conocí a una buena médium. Se trataba de una mujer rubia de mediana edad, la cual era muy devota de la Virgen de Fátima cuya especialidad era la Escritura Automática. Pues a mi no me cabía ninguna duda que la fe que aquella dama pudiera sentir por los mitos religiosos, éstos le hacían de "llave" en su inconsciente para poder acceder a otra oculta realidad.

 Así que yo la fui a visitar a su consultorio con unas preguntas muy concretas y muy significativas escritas en un papel acerca del hipotético estado de mi madre. Si la mujer en cuestión respondía acertadamnte a lo que yo le preguntase, es que podía haber un algo metafísico. En caso contrario de responder vaguedades la prueba sería fallida.

Antes de entrar en materia debo aclarar que la Escritura Automática es una técnica que la implantron los artistas surrealistas de la escuela del poeta Bretón en los años 20 del siglo pasado, la cual tenía la finalidad de dar rienda suelta al lenguaje subliminal que subyace en el inconsciente de quien la practica para distanciarse del discurso convencional.

" - ¿Qué quieres saber?" - pregunta mi supuesta madre, a través de la mente de la mujer que cumplía la función de radar.

- En esta vida terrestre ¿eras una mujer exhuberante y vitalista; o por el contrario eras retraida y cerrada? -pregunté.

"- De hecho era retraida. Aunque para los demás aparentaba lo contrario" - respondió. Ciertamente, mi madre siempre me había dicho que era una mujer tímida, pero que al mismo tiempo llevada por un intenso amor propio que la hacía superarse a sí misma no solía mostrarse como era en realidad.

- ¿Crees que que entre nosotros había buen enendimiento; o éramos antagónicos?

"-¡MUCHO SÍ! - garabateó la médium con fuerza en el papel- Aunque eras muy testarudo.

-¡Vaya con mi madre! - exclamé yo riendo, porque esto me lo había repetido en vida muchas veces.

- Parece ser que tu madre sufría porque sabía que cuando ella se fuera te ibas a quedar muy solo - me aclaró aquella mujer.

Entonces yo sentí una punzada en mi estómago, porque mi madre en sus últimos momentos y en repetidas ocasiones me había hecho saber aquella preocupación por mi próxima soledad.

- ¿Crees que yo era tímido? - seguí impetérrito con mis preguntas.

"¡Síiiii! - volvió a escribir la médium con grandes rasgos.

Confieso que mis reservas iniciales por aquella prueba se iban fundiendo como una barra  de hielo bajo el sol. Yo había sido un tímido patológico.

- Vaya. Parece ser que tu madre fue una mujer dominante - dijo la médium.

- ¿Lo notas? - inquirí yo, puesto que sabía que mi progenitora había sido del signo zodiacal Leo, que suele ser un símbolo anímico de fuerte personalidad.

- Ya lo creo.

- Dime. ¿Has sufrido mucho por mi en esta vida? - volví a preguntar.

"- ¡Sí, mucho!" - espondió ella.

Al llegar a este punto la médium me notificó que mi madre estuvo pendiente de mi desde mi más tierna infancia debido a  mi difícil temperamento dado que yo no era como los demás niños de mi edad, agravado por mi pertinaz timidez.

A causa de aquella respuesta no pude reprimir dar un salto en la silla.

- ¿Sabes que cuando te fuiste lo pasé muy mal? - le dije. 

"- Y sigues así. Pero debes de luchar y no mirar nunca hacia atrás, porque todo cambia".

He de subrrayar que las palabras que escribía la médium eran de ella; de su contexto cultural. En cambio los conceptos de las respuestas venían de otra parte.

- ¿Recuerdas si hablábamos mucho; o apenas nos comunicábamos? - proseguí yo.

"- Sí. Tengo un recuerdo de una charla familiar. Me sentía muy feliz cuando te tenía cerca en la habitación hablando, discutiendo, y también riendo. Sí, me sentía feliz".

Precisamente esto era lo que hacíamos a menudo. Charlar y dialogar. Mas ella se refería concretamente a una noche en su habitación, poco antes de su fallecimiento. Por ello yo me sentí tan asombrado que el papel en el que estaban las preguntas se me cayó de las manos.

- Vamos bien- le dije yo a la médium.

- Estoy cansada - respondió la mujer con una sonrisa.

-¿Qué opinas de que  me interese el misterio? - insistí con el interrogatorio.

"- Sigue adelante, y saca todas las piedras (obstáculos), porque poca ayuda recibirás."

- Muy bien. Ahora dime. ¿Te gustaba el cine; o no te gustaba nada? Si te gustaba ¿recuerdas la vez que fuimos a ver la película LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES?

"- Sí"

-¿Te gustó o qué pasó? - quise saber con intención.

"- No me gustaba que me obligaran a hacer cosas que no me satisfacían. Por tanto ¡BIEN SABES QUE ME ENFADÉ CONTIGO!"

Pienso que en efecto hay una sutil información vital que trasciende.

                                                                     FRANCESC MIRALLES

 

 

 


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