El Clítoris de las damas victorianas

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En la época victoriana, donde la moral era tan rígida como un corsé y la sexualidad femenina un susurro en la oscuridad, un hombre llamado Lord Reginald Fitzhugh, un aristócrata aficionado a la anatomía, se encontraba inmerso en una peculiar investigación. Su objetivo: descifrar los misterios del "mal de histeria", esa aflicción que aquejaba a las damas de la alta sociedad con síntomas tan extravagantes como ataques de risa, desmayos y convulsiones inexplicables.

 

Lord Fitzhugh, convencido de que la histeria era un mal físico, dedicaba horas a examinar a sus pacientes, recorriendo con sus dedos enguantados cada centímetro de su anatomía. Un día, mientras exploraba las regiones íntimas de una joven condesa, tropezó con un pequeño bulto sensible que le provocó una inesperada reacción.

 

"¡Eureka!", exclamó Lord Fitzhugh, con la mirada iluminada por un deleite científico que poco tenía que ver con la histeria. "¡He descubierto la causa de la histeria femenina!".

 

El noble caballero, en un acto de arrogancia masculina y sin consultar a la condesa, bautizó este órgano como "el botón del placer", convencido de que su estimulación era la llave para curar la histeria y, de paso, aliviar las tediosas noches de su esposa.

 

La noticia del "botón del placer" se propagó como la pólvora por los salones de la alta sociedad, generando una mezcla de fascinación, recelo y escándalo. Las damas, ávidas de escapar del yugo de la histeria, se embarcaron en una búsqueda clandestina del placer, utilizando diversos instrumentos, desde dedales hasta plumas de avestruz, para estimular el dichoso botón.

 

Sin embargo, la euforia no duró mucho. La "cura" de Lord Fitzhugh no solo no erradicaba la histeria, sino que en algunos casos la intensificaba, provocando nuevos síntomas como ninfomanía y orgasmos incontrolables. La sociedad victoriana, horrorizada por estas "perversiones", condenó el descubrimiento de Lord Fitzhugh, relegándolo al ostracismo científico y social.

 

Años después, la ciencia desmitificaría el "botón del placer", revelando su verdadera naturaleza como el clítoris, un órgano sexual femenino crucial para el placer y la salud. La historia de Lord Fitzhugh, aunque sarcástica, nos recuerda la larga lucha por comprender y reivindicar la sexualidad femenina, un camino plagado de tabúes, errores y avances que aún hoy continúa su recorrido.

 

 

 

 


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