VIVIR O MORIR; ¿donde empieza o donde acaba? 1-2

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Mientras iba a la habitación de su esposo, salió un momento a unas escaleras a llenar sus pulmones de aire, inspirar y expirar, profundamente y prometerse a sí misma, ** que nunca José la vería triste, ni llorando**. Miro al sol, con ese brillo intenso que desprendía en ese instante. Con un cielo despejado, hermoso para la vista, al momento que unos pajarillos cantaban en las ramas de un árbol. Cerca de la barandilla de las escaleras.

Se dio la vuelta y dirigiéndose al encuentro de su amado, decidió contarle todo, menos la parte, de cómo podía llegar a ser sus últimos días de vida. Pensó, que con que uno sufriera mirando al futuro, sería suficiente. No teniendo que sufrir los dos, la espera de un doloroso final.

Entro en la habitación y fue contándole todo, menos la parte que ya había decidido por voluntad propia, omitir. Los dos se miraron, se abrazaron, sintiéndose más unidos que nunca. José murió a los 5 años de enfermedad, no sin antes, el darle las gracias por no haberlo abandonado y haber estado a su lado, con una devoción infinita. Demostrándole cada día ese amor pleno  y completo de un amor verdadero entre dos seres vivos.

Decidió dedicarse por completo a la dedicación de sus hijos. En ese momento su hija Elsa tenía 17 años. Era la mayor de los tres descendientes del matrimonio. Un día descubrió que su hija estaba vomitando en el baño. Pensó que algo le había sentado mal. No dándole la mayor importancia del momento.

Poco a poco, noto que Elsa cambiaba de humor, que siempre estaba enfadada y malhumorada. Decidió empezar a prestarle más atención, cuando al poco tiempo noto que algo no estaba bien. Fue al médico de cabecera y nada más verla le dijo a Elisabeth,

--¿As notado que tu hija no tiene nada de grasa, en su cuerpo? Mírala si está demasiado delgada para su estatura y edad. Te voy a hablar claro, ya que te conozco durante mucho tiempo, debido a tu marido. (Mirando a su hija le pregunto)¡Elsa! ¿Tú vomitas o te lo provocas?

Elsa lo miro diciéndole;

--Estoy demasiado gorda. (Al mismo tiempo que le mostraba los brazos).

El médico le mostro un espejo, haciéndole que se mirara. No consiguiéndolo y saliendo Elsa fuera de la consulta, sin darle tiempo a que se explicara.

--Elisabeth te voy a ser franco. Te voy a mandar al siquiatra y que empiece una terapia cuanto antes ó tendremos un problema mucho más grave, dentro de poco.

Elisabeth llevo a su hija al especialista a la fuerza. Porque para Elsa, es que ella se encontraba bien, tan solo tenía que perder algo de peso. Era una chica muy solitaria, se había criado sola. Por ser la mayor se había dedicado a cuidar a sus hermanos. Pues debido a la enfermedad de su padre, su madre estaba por completo dedicada a él.

Elisabeth nunca quiso que vieran a José sufriendo, ya que sus hijos todavía eran muy pequeños.  Aparte también  José le hizo prometer que nunca dejaría que sus hijos lo verían llorar, ni en sus peores momentos. Que siempre que lo vieran seria fuera de sus crisis. Nunca pensó, que la enfermedad de su marido también arrastraría a toda la familia. Decidió poner las pocas fuerzas que le quedaban, en cuidar todos sus hijos, sin perder de vista a Elsa, que era la que más la necesitaba en este instante.

Poco a poco, todo fue colocándose en su sitio. Elsa cambio, los niños se hicieron adultos, se echaron novia y poco a poco parecía que todo navegaba, viento en popa. Elisabeth daba gracias por volver a estar feliz, aunque nunca perdió de vista a Elsa.

Elsa se echo novio y todo era luz para todos. Un día Elsa al volver les dijo a todos que su pareja y ella lo habían dejado. Que no se encontraba a gusto con su novio y antes de acabar peleados, decidieron terminar la relación y quedar como buenos amigos. Todo quedo así, nadie presagio lo que estaba a punto de ocurrir.

 

                      

 


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