Después de la tempestad, llega la calma (1-2)

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Enviado el , clasificado en Ciencia ficción
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Fue cumpliendo años, fue creciendo sin normas, ni principios de una simple convivencia entre personas. Su ley era;

-- ser más fuerte que nadie, que no te cojan y salir corriendo, antes de que te vean. En una palabra, ser invisible a toda clase de vida en la tierra. De eso dependía su supervivencia.

De día, se acercaba a un colegio y desde la ventana, aprendía todo lo que podía. Aprendió el idioma y todo lo que pudo hasta cumplir la mayoría de edad. A la edad de 20 años, se mezclo con jóvenes en la universidad de medicina, astrología, física y todo aquello que le empezó a llamar la atención o le retumbaba como un zumbido en los oídos. Incluso a veces tiraba de él, una fuerza ajena a su voluntad, terminando por ir de aquí, para ya, siempre con motivo de aprender algo, que sin darse cuenta, absolvía su mente como algo que solo necesitaba recordar, y que ya tenía olvidado.                          

A la edad de 25 años y con una sabiduría y con una gran riqueza en conocimientos como ningún otro ser a su edad, decidió que era tiempo de conocer otros mundos, de buscar más información, más conocimiento en otros lugares, en otros espacios. Pues empezó a hacerse muchas preguntas, sin conseguir respuestas, aunque la ciencia fue respondiéndole una tras otra, pero en algunos asuntos, notaba que le faltaba eslabones.

Notaba que algunas cosas no tenían sentido. Su ansia de crecimiento interior se empezaba haber frustrado, por no tener respuestas a todas sus dudas. No entendía como los adelantos no tenia respuestas a todo, sin hablar de las escrituras santas. Muchas parábolas parecían cuentos y sacados de alguien que deseaba esconder la verdad a toda costa.

Un día cogió su mochila, metiendo sus pocas pertenencias y llevándose con él, lo más valioso que tenia encima. Su mente y su corazón, junto con sus ansias de aprender. Junto con la esperanza de encontrar respuestas en su camino y algo que notaba que había desaparecido dentro del y necesitaba que volviera, para sentirse un ser completo, en toda su plenitud.

 Aquel día cuando subió, a aquel avión, llevándose con él, odio, rabia y una gran impotencia hacia todo y hacia todos. No solo perdió una familia, una identidad, ni un hogar. Perdió mucho más, y que todo ser humano nunca debería de olvidar. Perdió su ser interior, donde ahora lo estaba echando de menos y no sabía cómo enfrentarse a tanto dolor que todavía llevaba dentro y que necesitaba perdonar para pasar hoja y vivir sintiéndose completo de nuevo.

Se subió a un tren destino desconocido, en compañía de su voluntad y una gran esperanza al futuro. Por el camino, empezó a volverle muchos recuerdos perdidos. Sobre todo recordaba algo que su madre siempre le decía;

-- hijo la vida es como un tren, uno baja en cada parada a encontrarse con el mismo y cuando sube, suelta del equipaje, todo aquello que le pesa y no le es de provecho para el camino. Procura tu hacer igual y viaja siempre con lo necesario para no cansarte en el trayecto.

Decidió vajar como por impulso en una parada desconocida y desierta en medio de dos pueblos cercanos y donde al fondo solo se veía un gran bosque. Poniendo pies en tierra  y sentándose en un banco que se encontraba en la parada, mirando como el tren desaparecía delante de él.Empezó a caminar por las vías, destino, el bosque. No sabía porque tiraba por ese camino desierto. Pero intuía que era su destino andar por aquellos pasajes, donde solo se encontraba a un lado y al otro del, muchos árboles de todos los tamaños y  clases que podían existir en el planeta.

Su mente solo tenía una imagen que solía tener siempre presente. Un ciprés muy enorme y grande. Donde sentía que tenía una conexión muy especial y por cualquier motivo, siempre que intentaba bórralo de su cabeza, cantando, pensando otras cosas o divagando el pensamiento por otros caminos, siempre terminaba viendo a ese árbol enorme y que no conocía de nada.

Decidió salir de las vías y adentrarse en la naturaleza. Al poco tiempo, después de andar como 2 horas fuera de la vía del tren, exhausto y con nada de comer, decidió buscar un sitio donde sentarse un momento y decidir que buscar en los pasajes de su vista. Algo que le sirviera de alimento para apaciguar su apetito, que empezaba a despertar, produciendo sonidos en su estomago vacio. Al mirar hacia un lado, vio un gran árbol y noto que era el de su pensamiento que tanto le atormentaba, sin desaparecer. Se acerco, se sentó con su espalda en el tronco, lo miro y en pocos segundos se quedo dormido, notando que su ser se desprendía de su cuerpo, que viajaba en un corto de espacio y que se acoplaba en otro cuerpo que no era el suyo, aunque no le era desconocido.

 

 

 


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