La primera vez

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Estoy muy nervioso, me tiemblan las manos, se que quedaré con ella y que será la primera vez que entro en su casa, en su pequeño hogar. Ya en su portal, casi se me olvida el piso, pincho en el botón y se escucha su voz.

 

-Sí.-

 

- Soy yo-

 

- Hola Javier, sube amor.- Ya escucharla me temblaba las manos y las piernas. Al llegar a su piso, ella me abre la puerta con una sonrisa.- Hola guapo, ¿Qué tal?- Me saluda besándome ambas mejillas- Pasa, pasa. Siéntate en el sofá, ¿Quieres tomarte algo? Tengo zumo antioxidante, agua, Fanta limón.

 

- Agua, por favor- Ella me sirve un vaso de agua y deja la botella al lado por si quiero más. Me mira con su sonrisa y ese guiño especial de uno de sus ojos, que me excita y me da un vuelco el corazón.

 

- ¿Qué te apetece hacer? Quieres usar el ordenador, ver la tele, como veras mi casa es poca cosa.- Nos levantamos y me muestra la casa- Aquí el cuarto de baño, justo enfrente de la cocina, aquí mi cuarto, enfrente del salón y aquí al lado del salón, la terraza.- Salimos a la terraza- Se ve la carretera y abajo está el Dorado.

 

- Aquí donde mandas a la gente que fuma, a pesar del crudo invierno.-

 

- Jajaja, si es cierto, es que tú no sabes lo que molesta el humo y lo malo no es eso, es que se impregna en las paredes y en la ropa, vamos horrible.-

 

- ¿Puedo ver tu habitación?- Ella me mira, pero sin sorpresas.

 

- Vale- Vamos a la habitación y me siento en la cama.-

 

- No te importa que me siente.-

 

- No, no, siéntate- Ella se sienta a mi lado y comienza a subir la temperatura de mi cuerpo, yo la miro, ella me mira.

 

- Estás preciosa-

 

- Gracias, tú que me miras con buenos ojos. Tú también eres guapo.- Sin espera, acercamos nuestros labios y dejamos que la imaginación juegue en nuestros corazones, poco a poco vamos desprendiéndonos de las primeras prendas, hasta que puedo ver su montañitas pequeñas y redonditas que bordeo con mis labios y mi lengua de fuego apura, mis manos desprenden las segundas prendas y dejo al descubierto su jardín de hojas limpias y puras, que mi boca besa y mi el fuego de mi lengua reposa, con suaves masajes. Su incesante jadeo y suspiro, atraviesa mi alma, hasta que ella acaba agotada y con una sonrisa en los labios.- Ven aquí, campeón, un beso cielo.- Nos besamos con picos y más picos.- Ella me corresponde, al desprender la segunda parte de mi prenda, dejando al descubierto, el roble lleno de hojas pequeñas pero finas, lo que ella haga con sus labios, es un recorrido emocionante en mis ramas, que va quemando con su lengua de fuego, hasta derramar el jugo de la manzana prohibida por su rostro, que ella me complace con una sonrisa.


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