EL ENCUENTRO (y 3)

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Abrí del todo aquella flor de pétalos hinchados y la llevé a un fuerte orgasmo. Maruja elevó el cuerpo, tensa, dejaba escapar un ¡uhhhmmm! largo y agudo; hizo movimientos de cópula en el aire, subiendo y bajando el vientre, su peludo chocho con restos de la crema oscura me excitaban, llevándome al límite del deseo de irme también. Tania besó ardientemente a mi mujer y le quitó la venda dorada; la desligamos entre los dos. Llegó mi turno en la fantasía.

Tania ejercía como maestra de nuestra ceremonia común; era el vínculo entre las dos situaciones que queríamos experimentar, y a la vez en las que ella quería participar y tomar parte. Era la única de las dos mujeres que conocía mi fantasía en el trío. Se puso de rodillas con el culo hacia mí y le indicó a Maruja que la imitara. Entonces yo fui hacia ellas con la polla ardiente de deseo. Primero jugué con el coño de Maruja. Tocaba su raja suavemente. Le metí dos dedos hasta el fondo de la vagina; su conducto estaba completamente lleno de fluidos; después hice lo mismo con el jugoso higo de Tania, que también había llegado el punto de que el flujo vaginal goteaba entre los labios suaves y estrechos. Besé alternativamente los dos pares de nalgas, tan distintos en color, forma y tamaño. Abrí el culo de Tania, y su ojete estrecho y apretado despertó mi gana de besarlo, lamerlo y tocarlo con la punta de la lengua. Eso no estaba en el guión, pero ella lo recibió con ganas; separó los cachetes y abrió el agujerito para mí. Metí mi lengua y la hice girar en el tunelito negro. Maruja se giró y de quedó mirando, fascinada por esa novedad. Yo acariciaba el ojo del culo de Tania y su interior; me gustaba su textura. Maruja me dijo que ella quería también experimentarlo. Nunca habíamos hecho algo así en los largos años de convivencia, incluso en nuestros encuentros con otras personas. Le abrí el agujero y le fui comiendo el culo. Mi polla cimbreaba en el aire. Casi no podía contener el chorro de leche que pugnaba por salir.

Tomé a Maruja por las caderas y besé con mi glande su vulva. Me fui hacia Tania. Despacio, fui metiendo la polla dentro del coño de piel negra, pero rosado desde los labios a la vagina. Comencé a follarla. Maruja volvió la cabeza para ver la escena. Tania se giró hacia ella y ambas se besaron ardientemente. Saqué la tranca y me puse detrás de Maruja. Su chocho estaba completamente mojado y resbaladizo. Metí de una toda la verga dentro de su vagina y comencé a joder el coño que tan bien conocía. Yo estaba al rojo vivo, era mi fantasía: follar a las dos mientras ellas se besaban. Faltaba mi final. Cuando sentí que me iba a correr, saqué la polla brillante de fluidos y terminé eyaculando sobre el culo de las dos. Mi semen salía a borbotones, que yo estimulaba masturbándome. La leche resbalaba por sus glúteos, mientras yo gemía de placer. Ellas continuaron con sus besos y acariciándose las tetas. Se dieron la vuelta y Tania se colocó entre los muslos de Maruja, dándole la espalda. Comenzó a lamerle de nuevo la vulva. Ella abrió la raja de Tania y fue chupándole el clítoris. Siguieron hasta que ambas tuvieron un orgasmo lleno de gemidos y jadeos. Al final, también excitado, yo me masturbé hasta correrme.


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