El ocaso de los héroes de la Edad de Gyons (relato en elaboración)

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      Ciudad exterior de Avigera, estado de Descyydes, Xannvew. Cuarto mes de 4639, el año del virus Lyggevhuys D64-Y42.

      Sí, amable lector, hemos asistido por vía de revelación al ocaso de los héroes de la Edad de Gyons, cuyos informantes fueron las monjas vírgenes de un monasterio dedicado a Zudeya, dios del trueno y la lluvia ácida; y todo ello acontecerá en el año 7645, en el mes de cimahuile (=septiembre, allá en los tiempos del virus Covid-19), porque las religiosas mencionadas tenían la facultad de adivinar el futuro de la Humanidad, sobre todo la Reverenda Madre, y algunas de sus discípulas.

      Año 7645. Los obreros ya no podrán más. ¿La razón? Estarán expoliados, masacrados a impuestos por gobernantes sin escrúpulos que pedirán, exigirán que el caviar servido en copas de fina plata, sea fresco no, fresquísimo, y la grifería de sus palacios sea de oro puro, este procedente de las minas de oro de la antigua colonia de Angola, en el continente negro. De tal manera que un minero, por ejemplo, deberá esforzarse toda una jornada para  que uno de los miembros del Plateado Gabinete de los Altos Representantes del Pueblo, pueda fumarse un cigarrillo mentolado de la marca Ayreum, a la salud de ese contribuyente en particular (¡todo un detalle!), después de una opípara comida de trabajo en un restaurante de lujo en Ciudad-Capital.

      Genios maléficos perturbarán la relativa tranquilidad de las beldades ingresadas en los frenopáticos públicos, debido a los estragos de la fama de los mass media; para ello, los directores de esos centros solicitarán la ayuda de exorcistas veteranos de la Iglesia Pentecostal de los Nuevos Mártires del Cangrejo de Silicón y Custodia de la Santa Sangre del Caído en las Estacas de la Región B del Cuadrante 66-8. Harán bien su santo trabajo, y los genios emigrarán obligados (¡sus caras, sus caras!) a otros lugares donde fastidiar al personal (¡Idos, idos, y no volváis más!).

      Estelas blancas como kimeccas serán lanzadas, por bombarderos AK-5877, a los cielos de las grandes poblaciones para que sus partículas caigan en forma de lluvia púrpura, y envenenen parcialmente a los ciudadanos, pues los resultados (anotados de forma concienzuda en los correspondientes informes con membrete del departamento de Salud Aérea, depositados por las manos suaves y blancas de los serviles subsecretarios, adictos al régimen feudal y posmoderno, en amplias mesas de despacho de caoba de los bosques de Tygnobe) se verán a largo plazo.

      Los mendigos, víctimas de la burocracia (otros lo tildarán de burrocracia) de los demoníacos funcionarios de Belcebú, se alzarán e invadirán las oficinas estatales, en busca menos de cosas materiales, que de venganza cruel y sanguinaria.

      Rayos F surcarán los cielos, a consecuencia de una guerra entre humanos y robots, alentada por potencias alienígenas que sólo desearán la extinción de la raza humana, pero fracasarán en el intento, porque las máquinas sucumbirán a las tormentas de hielo granizado y arena caliente lanzadas por cañones de potencia C-4.

      Los animales salvajes, pulverizados por las fatídicas arengas de coroneles jubilados, conectarán con sus dioses animalísticos en busca de amparo, porque desearán sobrevivir a los cazadores furtivos venidos de los planetas del Sector 45-GYD.

      Un actor estadounidense de éxito, después de su enésima película, en la noche del estreno, dirá algo novedoso: "Me he divertido", y pensará: Además he facturado una millonada. El actor interpretará a un súper héroe de Marvel que salvará el mundo de los monstruos mecánicos del doctor Grijando, término este acuñado por un popular humorista malagueño y español allá por los años del virus Covid-19. Mientras los fotógrafos inmortalizarán a los actores y actrices del filme en el photocall, varios altavoces proferirán algunas de las consignas relativas al humorista malagueño: No puedo, no puedo. Al ataqueeeer. (Sonido muy agudo.) Cobarde. Pecador. Nooooor ¿Te das cuen...? Un lago blanco, un lago negro... y un sinfín de ellos.

 


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