Fue una mañana de otoño cuando se conocieron. Estaban en el gimnasio, en la misma clase de pilates. Para Andrea era su primer día y estaba algo nerviosa (nunca había ido a un gimnasio, ya que la gustaba más hacer deporte al aire libre).
Entró en la clase sigilosa, intentando que nadie se fijara en ella y se colocó en el número 4 (su reserva de sitio). Cuando estaba a punto de comenzar la clase entró una mujer muy acelerada, saludando amigablemente a varias personas allí. Andrea no pudo evitar mirar y quedó impresionada al verla, poniéndose muy nerviosa al darse cuenta de que se estaba excitando mirando ese culo, esas piernas y esas tetas bajo esa camiseta de tirantes negra. Uuufffff "Deja de mirar y concéntrate Andrea" se dijo a sí misma.
Tras acabar la clase, donde Andrea no dió ni una, pues no podía concentrarse, se fue al vestuario con la intención de salir cuando antes de allí. Al entrar, allí estaba ella, desnuda, cambiándose de ropa. Andrea comenzó a sentir un intenso calor, y no sabía dónde colocarse. Ella la miró y sonriendo dijo "soy Lucía, tranquila"
Andrea no paraba de mirar ese cuerpo desnudo, no escuchaba nada más que un latido intenso que venía de sí misma. Lucía la miraba también, y acercándose la tocó en el brazo, preguntándole si se encontraba bien. Ese roce, como un corrientazo recorrió el cuerpo de Andrea, que sin saber muy bien lo que hacía, la besó en los labios. Lucía notó esos labios en los suyos y se aceleró, de tal manera que empezó a comerle los morros de forma impulsiva y animal. Agarrándola de la mano se metieron en una ducha. Lucia desvistió a Andrea mientras la besaba y ésta notaba que se corría de placer. Ambas desnudas se besaron cada poro de la piel, se masturbaron mutuamente y gimiendo al unísono llegaron al orgasmo.
Esa misma tarde se fueron juntas a casa de Andrea con idea de cenar juntas. Al entrar en la casa ambas se abrazaron y ese mínimo contacto provocó que se desearan de nuevo y sin poder ni querer contenerse, comenzaron a acariciarse despacio, con caricias suaves, hasta que Andrea la besó en los labios. Fue entonces cuando Lucía perdió el control y comenzó a besarla con pasión. Una intensa tensión comenzó a recorrer todo su cuerpo y metiendo la mano por debajo de la ropa de Andrea noto sus pezones erectos bajo el sujetador de encaje. La tensión se trasladó a su sexo, y se sintió empapada y con el clítoris tan erecto que casi le dolía. Estaba a punto de llegar al clímax sólo con tocar a esa mujer, una completa desconocida hacía unas horas. Andrea comenzó a desvestirla con ansía, quería devorarla, comer su coño y saborear cada fluido. Se tumbaron en el sofá del salón. Ambas se deseaban, muy excitadas, rozando sus cuerpos con movimientos rítmicos, jadeantes y Lucía, gimiendo de placer, nota cómo todo su cuerpo late. Andrea chupa su coño, lame su clítoris erecto, la desea y se lo dice entre jadeos, mientras Lucía se corre nuevamente en su boca, completamente descontrolada tiene un squirt brutal y presa de lujuria besa a Andrea, sus lenguas se entrelazan, besa sus tetas y recorre con su lengua sus erectos pezones mientras escucha la respiración entrecortada de su amada. Baja con su boca hasta el pubis, chupa su vulva, masajea su clítoris con sus labios, mientras con un dedo recorre todo su sexo húmedo, chorreante de fluidos. Comienza a follarla con dos de sus dedos que entran y salen con pericia (¡ella sabe que eso le encanta!). Andrea gime y pide más, mientras se arquea y disfruta su orgasmo, ese que llevaba meses deseando tener.
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