La tormenta (3) - ¡Sorpresa!
Por Gaucho5570
Enviado el 14/11/2024, clasificado en Adultos / eróticos
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Para no parecer desesperado, llegué a la casa de Cristina a las cinco y cuarto. Cristina estaba vestida como quien va a salir, no como quien va a coger.
- Te quedas con Amanda. No garcha hace cinco meses. Ayer a la noche me confesó que no aguantaba más y hoy iba a levantarse algún tipo en un bar para que se la cogiera. Le dije que estaba casi segura de que no tendrías problemas en ofrecerte. Así que, si no tienes problemas, los dejo solos y te la cojes… bien cogida, ¿eh?
- Tendré que sacrificarme. – le dije con una sonrisa y empecé a sentir cierto cosquilleo conocido más abajo del ombligo.
Cuando fui a la cocina a buscar hielo para un trago, me encontré con Amanda.
- ¿Vamos a pasar un rato juntos? – dijo.
- ¿Cómo podría negarme? Siempre dispuesto a ayudar a una amiga… o amiga de mi amiga.
Gustavo
Mientras conversaba me percaté de que lo único que me separaba de las turgentes tetas de Amanda era la distancia y la camisa negra que tenía puesta. No podía decidir si había algo debajo del short de hilo color habano. Sus labios pintados de rojo eran una atracción. Me imaginaba besándolos, juntando mi lengua a la suya, mi verga abriéndose paso entre ellos.
Me dio su espalda para tomar su bebida sobre la isla. A propósito, o por necesidad, pero no perdí tiempo. Pegué mi cuerpo al suyo, comencé a acariciar su cuerpo desde sus esbeltas piernas hacia arriba, mientras olía su perfume… y endurecía la pija. No detuve mis manos hasta meterme debajo de su camisa y cubrir sus tetas con mis manos.
Amanda
Le di la espalda, mi apetecible cola a su vista. Sabía que no resistiría. Sentí su cuerpo apretándose contra el mío, sus manos subiendo por mis piernas y mis caderas hasta meterse debajo de mi camisa y cubrirme las tetas, sintiendo mis endurecidos pezones.
Apoyó su verga endurecida entre los cachetes de mi cola. Presioné mi cuerpo contra el suyo, introduje mi mano izquierda entre los dos alcanzando su verga, que apreté. Hermoso tamaño, como había compartido Cristina. Sentí sus besos y suaves mordiscos en mi cuello y que mi cachucha se estaba humedeciendo, anticipando.
Gustavo
Apetecía probar sus labios. Tomándola de las caderas la di vuelta y quedamos frente a frente. Me puso los brazos al cuello y me atrajo hacia su boca, sus labios algo entreabiertos. Apreté mi cadera contra la de ella haciéndole sentir mi endurecimiento y nuestras bocas se unieron. Con mi mano izquierda exploré su culo mientras mi derecha sobaba su teta izquierda, estrujaba su pezón. Luego, la derecha.
Amanda
Sus caricias a mis tetas y sus apretadas a mis pezones eran una delicia. Me estaba mojando de lo lindo. Bajé una mano y le apreté la verga nuevamente. La sentí dura y caliente a pesar de sus pantalones.
- Me gusta lo que me estás haciendo. – le dije - Vamos a mi dormitorio. – Me separé de su cuerpo y me encaminé por el pasillo pensando, “No sabe lo que le espera.”
Gustavo
Apenas entramos al dormitorio, la giré y nos besamos nuevamente. Mis manos recorrían su cola, sus hermosas tetas. Quería verlas, chuparle los pezones. Cuando tanteé su entrepierna, mis dedos se humedecieron. Entonces me dije, “Manos a la obra”, y comencé a desabrocharle la camisa.
Amanda
“La cara que va poner cuando me vea las tetas”, discurrí. Mi camisa cayó al suelo y Gustavo dijo, “Hermosas”, y comenzó a chuparme un pezón mientras sus dedos jugaban con el otro. Y luego cambió. Y una vez más. Mis manos sujetaban su cabeza contra mi pecho y le sobaban la magnífica verga que pronto tendría dentro de mí. Sentí que una de sus manos exploraba mi entrepierna.
Gustavo
- Desvistámonos. – propuse y allá fue toda la ropa.
Ahora nos tocábamos sin interferencias. Amanda me masturbaba magistralmente mientras yo le apretaba el clítoris y le metía un dedo en su empapada vulva. Mi otra mano seguía trabajando alternativamente con un pezón o el otro.
Amanda
No quería esperar más. Estaba recaliente, mi concha chorreaba, su presión a mi clítoris y su dedo moviéndose dentro de mi concha me tenían lista.
- Cógeme. – le dije, y me fui a la cama.
Me acosté boca arriba en el borde y abrí las piernas, invitándolo a que, parado, se metiera entre ellas e introdujera esa hermosa verga dentro de mí.
Gustavo
- Estoy más que lista. Voy a tener un orgasmo bien rápido. No acabes todavía. Hay más por hacer. – dijo Amanda mientras yo me posicionaba entre sus piernas. Le puse los tobillos sobre mis hombros y me incliné buscando entrar en su empapada concha.
La penetré sin ninguna dificultad, y seguí entrando hasta que mis huevos hicieron contacto con su cuerpo. No me llevó muchas bombeadas llevarla al orgasmo. Habíamos hecho una buena entrada en calor. Pero Amanda quería más.
Amanda
Me levanté acariciándome el clítoris para prolongar la electricidad del orgasmo. Pero me arrodillé delante de Gustavo y poniendo su pija entre mis tetas lo masturbé un poco más. De vez en cuando la metía en mi boca.
Después de divertirnos así, me subí a la cama, me puse en posición perrito, mirando hacia la cabecera, y le dije:
- Penétrame otra vez. Pero no acabes, Gustavo. Quiero que acabes dentro de mi cola.
Gustavo
Me sorprendió con su plan de tener mi orgasmo dentro de su culo. Me subí a la cama me salivé la verga y adentro fui, con los cachetes color chocolate en mis manos. Sabiendo lo que venía, me salivé el dedo mayor, mano derecha y se lo fui metiendo por el agujero estriado. Mi verga entraba y salía de la vulva caliente y mi dedo podía sentir los movimientos oscilantes de la misma. Le metí otro dedo más.
Amanda
- Quieto le dije. – en un momento – Ahora me voy a mover yo.
Gustavo
Con gran maestría Amanda empezó a darme culazos gozando de las entradas y salidas de mi endurecida barra de carne. En un momento puso la cabeza sobre la cama y metió su mano debajo de ella.
Amanda
Después de unos cuantos vaivenes, me llegó el turno de otro orgasmo. Le di duro al clítoris.
- Empuja bien adentro – le pedí y el orgasmo me estremeció de pies a cabeza.
Luego puse mis manos sobre el respaldo de la cama y lo invité a que entrara por la puerta trasera, que había preparado. Sentí como la pija de Gustavo salía de un agujero e iba entrando en el otro. Entró a fondo y comenzó a moverla, adelante, atrás, adelante, atrás. Me imaginé que no iba a tardar mucho.
Gustavo
En esa postura las tetas de Amanda quedaron al alcance de mis manos. Con la derecha le apretaba la nalga derecha y con la izquierda me apropié de su teta del mismo lado.
Estaba tan caliente y listo que después de bombearla cinco veces comencé a derramarle mi leche dentro de la cola. Cuando mi verga retrocedía, Amanda la apretaba. Caímos en la cama bien satisfechos.
Más tarde, a solas, le conté a Cristina los detalles y se quedó mirándome.
Cristina
- Creo que en nuestro próximo encuentro mi culo dejará de ser virginal.
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