UNA MESA DE BILLAR SIN TRONERAS

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En cuanto nos rodea y conocemos, desde el universo astrofísico hasta el mundo subatómico, pasando por la vida natural de este planeta, todo desarrollo y progreso se produce mediante un proceso de antinomias, un juego de oposiciones y recomposiciones de los elementos básicos de que se compone la materia. La antinomia es la forma de vida de toda la realidad, el fundamento del desarrollo.

A esa, que se podría denominar ley fundamental de toda la materia existente, no escapa la realidad de la vida ni las relaciones humanas.

En nuestra sociedad contemporánea asistimos a conflictos permanentes en varios niveles. La forma de manifestarse la antinomia intrínseca, por la que lleva a cabo el progreso es, precisamente, la confrontación, el conflicto.

Todo cambio, toda evolución, se produce a causa y por causa de la pugna entre los factores, los aspectos o polos que constituyen la esencia de lo que vemos a nuestro alrededor. Comprendido este punto fundamental, de lo que se trata es de estudiar la composición concreta de cada realidad parcial a estudiar, situarla en un contexto determinado y tratar de comprender hacia dónde se dirige su desarrollo.

No hay nada estático, fijo, perenne o inmortal. Todo está sujeto a cambios, a modificaciones, a transmutaciones,  conforme a su composición y al choque con la realidad externa. En ese proceso también juega un papel un elemento mucho más difícil de consideración: el azar, la aleatoriedad, la "casualidad" —que también puede ser objeto de análisis y del que podemos conocer su "causa"—. El cambio es resultado de la confrontación, y la confrontación pasa por diversas fases de desarrollo hasta llegar a producir una transformación, dentro de la cual y paralelamente se van conformando nuevas contradicciones, las cuales al desarrollarse en la dialéctica entre el ser interno y la realidad externa generan nuevas condiciones para el choque, el cambio, el avance, el progreso.

Toda estabilidad es aparente, fruto de un análisis parcial, subjetivo, unilateral; resultado de un desenfoque del observador. Hay diversos períodos en que —o por su duración o por la brevedad de nuestra existencia individual— parece cuestionable esa visión del mundo, de la realidad material, pero observado a mayor plazo se puede comprobar la veracidad de esa ley de toda la naturaleza de la materia y su desarrollo.

En un determinado momento, en un fotograma, por así decir, de una secuencia de una película parece confirmarse la habitual visión metafísica del mundo; sin embargo, la película sigue su curso, y las antinomias su desarrollo.

Vivimos un período, un momento histórico, en que las múltiples e interrelacionadas contradicciones sociales pueden parecer estancadas, inalterables, insuperables; pero se trata de un equilibrio aparente, precario y temporal.

En la mesa de billar de la sociedad moderna todas las bolas están en continuo movimiento. En el golpe del taco que va golpeando las bolas hay un elemento que podemos llamar azar, pero el choque en el movimiento de cada bola es predecible. Mediante el análisis concreto, se puede trazar la dirección del conjunto de las bolas, en base a la situación, la fuerza del choque, el impulso del taco, la fricción, la resistencia del tapiz, etcétera.

Para algún "instante" concreto de la vida social, como el actual, se puede observar la realidad de la mesa de billar y contemplar el choque continuo de las bolas entre sí y alguien puede pensar que el juego tiene un truco, que esta mesa de billar contemporánea no tiene troneras; que las bolas aun con sus diversos colores y valores están condenadas a seguir golpeando entre sí sin una causa o razón comprensible... pero la ley universal de la contradicción, la confrontación y el progreso sigue rigiendo todo lo que está vivo y de toda la realidad física material. 

Podríamos decir entonces, que las antinomias en la sociedad son dilemas necesarios en el desarrollo y progreso de una comunidad. Esos contrastes o conflictos surgen debido a diferentes valores, creencias, pensamientos y prácticas. Éstas, bien entendidas, serán la clave del progreso si existe un diálogo abierto y crítico, conjugando la innovación o inteligencia artificial sin comprometer los valores éticos o los derechos humanos, fomentando un progreso económico inclusivo y no exclusivo donde todos tengan oportunidades de desarrollo, explotando los recursos naturales con sostenibilidad, manteniendo unos limites en el medio ambiente, facilitando un intercambio de culturas con respeto y en igualdad de condiciones para todos, permitiendo la libertad con un equilibrio y un orden sin que ésta comprometa la seguridad. Estás antinomias mal entendidas y llevadas sin cabeza darán lugar a un estancamiento sin progreso, a decisiones impulsivas, sin análisis, con un perjuicio a la larga en nuestra sociedad, llevándolos a la incertidumbre, al conflicto, al "choque de bolas" sin control y sin un fin concreto.

En definitiva, una mesa de billar sin troneras con resultados dañinos llenos conflictos sin resolver, que se acumulan, en una sociedad estancada con el falso cartel de evolucionada y diversa.


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