Dios, ese talismán para supersticiosos

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Soy ateo, no creo en ninguna forma de deidad. Aunque sería muy cómodo el crearme a un dios o diosa a mi imagen y semejanza. Los teístas conservadores se crean un dios misógino, clasista, xenófobo y homófobo. Los teístas progresistas se construyen una deidad antitaurina, vegana, omnibenevolente (aunque los terremotos, maremotos, virus, tumores, etc., se lleven la vida de muchas personas justas a temprana edad), y por supuesto, un dios feminista, obrerista y simpatizante del movimiento LGTB.

 

Los deístas (personas que creen en una deidad que creó el universo pero que no interviene en su desarrollo ni se manifiesta a la Humanidad), se cuentan con los dedos de las manos, por lo tanto, no merece la pena dedicarles ni una línea. Los teístas, por el contrario, creen en un dios revelado, que interviene en el universo y en los asuntos humanos.

 

Esto es una reflexión personal y no pretenderán que me muerda la lengua para no ofender a los creyentes. El título del artículo no lleva a engaño a nadie. Al que no le guste que le contradigan en sus prejuicios le aconsejo que deje de leer. La censura y mucho menos la autocensura, no van conmigo.

 

El creyente desde la desfachatez que le proporciona la osadía que le insufla su ignorancia me suelta: “Alguien tuvo que haber hecho todo esto. Las cosas no se hacen solas”. “Todo efecto tiene su causa”. Pero cuando les preguntas por la causa que provocó el efecto llamado Dios, te dicen que Dios es su propia causa, la causa incausada. Es eterno e increado. Omnipotente, omnisciente, omnipresente… y por supuesto, omnibenevolente. También es inmaterial, aespacial y atemporal. Y se quedan tan panchos.

 

Cuando les preguntas por qué no puede la energía, la materia, el cosmos, etc., ser eternos e increados, ser la causa incausada, te contestan que eso contradice a la Biblia. Entonces llegamos a un argumento circular: “Dios existe porque lo dice la Biblia. La Biblia es un libro sagrado porque fue inspirado por Dios”.

 

Las religiones reveladas, con sus dogmas, doctrinas, rituales y amuletos (llamados reliquias), pueden causar un efecto placebo en algunos cerebros poco formados. Psicológicamente habrá gente que se conforme y se reconforte con los crece-pelos sofísticos de sus chamanes, gurús o sacerdotes. Yo no me conformo.

 

En un viaje que hice en tren desde mi localidad natal a la capital de España (Madrid), el compañero del asiento contiguo, para mi desgracia, rompió el hielo preguntándome por el libro que iba leyendo.

 

--Estoy leyendo Tratado de Ateología de Michel Onfray.

 

--¿Ateología? ¿Qué es eso de ateología? Teología sé lo que significa, pero ateología… --comenta el pobre hombre.

 

--Pues si la teología significa la ciencia que trata de Dios fundada en los textos sagrados, la tradición y los dogmas, la ateología significa todo lo contrario. El prefijo a niega el significado de la palabra a la que va unida. Es como político o apolítico --le comento.

 

Entonces me suelta el argumento ya tratado anteriormente de que alguien tuvo que haber hecho el universo, etc, etc, etc. Y también recurre al argumento de la moral.

 

--Si Dios no existiera todo estaría permitido, como dijo Dostoyevski –me suelta el pobre simplón.

 

--Todo lo contrario, hombre. En nombre de Dios todo está permitido. La guerra santa es un ejemplo de ello. Las Cruzadas, la Inquisición, el apoyo a regímenes fascistas en el siglo XX, son otros tantos ejemplos. Si Dios no existiera habría que inventarlo, dijo Voltaire. El populacho necesita de guías, ¿no?

 

El hombre era católico conservador y comenzó a alabar las azañas de Franco en España, de Salazar en Portugal, de Mussolini en Italia, de Pavelic en Croacia, de Pilsudski en Polonia… y hasta del católico Hitler en Alemania. También, como era de esperar, alabó a los católicos Pinochet en Chile y a Videla en Argentina, entre otros tiranos del Cono Sur. Todos unos grandes ejemplares de la “moral verdadera” necesaria en las escuelas, para que nuestros niños no se coman entre ellos, en el recreo. Yo prefiero la moral que nos enseña el Barón de Holbach (un gran ateo ilustrado del siglo XVIII), en su libro titulado Etocracia: el gobierno fundado en la moral.

 

En fin, la conversación duró casi dos horas pero no les quiero aburrir. Por suerte, llegados a Madrid, me alejé de él para no volverlo a ver más en mi vida y me sacudí la caspa que me soltó.

 

Entre tantas religiones reveladas, dogmas y doctrinas, ¿cuál es la verdadera? Cada uno lleva el ascua a su sardina y dirá que la suya. Las apariciones marianas solo le ocurren a católicos. ¿Alguien conoce algún caso de que a un budista se le apareciera la Virgen del Rocío? Todo es un fenómeno cultural que acaba afectando a nuestra psique.

 

A los cristianos ultramontanos se les llena la boca hablando de los miles de millones de crímenes (con el paso de los años van aumentando la cifra a su capricho), que tal o cual ideología ha cometido, pero deberían ser más prudentes a la hora de poner sobre la mesa y contabilizar los cadáveres cometidos por sus adversarios. Importantes historiadores, entre ellos el estimado Karlheinz Deschner, hablan de alrededor de 400 millones de víctimas las cometidas en nombre del cristianismo desde el siglo IV hasta finales del siglo XX.

 

Después también están los católicos supuestamente progresistas, como Nicolás Maduro, qué decir de esta corriente. La politización de la espiritualidad del ingenuo pueblo tiene estas cosas.

 

Ni la astrofísica, ni la biología le dejan mucho sitio a Dios. A medida que la ciencia avanza, Dios se hace más pequeño y sus partidarios se ven obligados a alejarlo más de nosotros. Ahora los ángeles ya no habitan en las nubes. Ahora Dios, los ángeles, los arcángeles, el Paraíso Celestial y las almas de los muertos residen fuera del universo en un espacio aespacial y en un tiempo atemporal.

 

Un Paraíso muy aburrido, ¿no? Estar eternamente alabando a Dios y si no lo haces, te expulsa del lugar el Ser Supremo de amor infinito. El Paraíso Celestial, ¿no se parece a un régimen de Monarquía Absoluta como dos gotas de agua? Las teocracias que hubo en la Edad Media y que siguen habiendo en algunos países, corroboran mis palabras. La Monarquía Absoluta entronada por el Dios bíblico es el Paraíso deseado por millones de masoquistas religiosos. Que les aproveche.

 

Algunas mujeres, gays, lesbianas y obreristas ingenuos creen que la solución está en democratizar a las diversas Iglesias cristianas y hacerlas más accesibles al pueblo y actualizarlas al mundo moderno. Por mucho que se democratice la falsedad, falsedad se queda. La solución está en dejar derrumbar un edificio carcomido por la inmundicia y construir sociedades sanas, que no crean en teorías fantásticas. Los placebos no curan los tumores.

 

 

 

 

 

 


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