CUENTOS BREVES (del manual de la masturbación)

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CUENTOS BREVES
(del manual de la masturbación)

(6)

RESPUESTA CONDICIONADA

(Versión 1)

 

Pilar se pone boca arriba. Tomás, de lado, en su lado en la cama, respira suavemente; tal vez ya en su primer sueño. Volvieron de la playa reventados, se ducharon, Tomás preparó unos sándwiches de queso y jamón y se fueron a la cama.

Habían estado con Raquel y Joel. Raquel era la prima de Pilar; cinco años mayor; Joel era su pareja desde hacía seis meses, era dos años más joven que ella, muy enérgico, alto, moreno y un poco feúcho. Muy diferente de Tomás, apacible de cabello castaño y con las facciones masculinas que agradan instantáneamente a las mujeres.

La mente insomne de Pilar se puso a fantasear. Imaginó a su prima y a Joel. ¿Qué habrían hecho al volver de la playa? ¿Habrían cenado tras la ducha e ido a la cama, como ellos? Quizá Joel, a diferencia de Tomás, tendría ganas de hacer el amor; ¿o sería Raquel?

Le vino a la cabeza cuando "cazó" a Joel esa tarde, con la vista fija en sus tetas desnudas. Él disimuló perfectamente diciendo que el sol seguía quemando a esa hora; que había que protegerse la piel. Los pezones de Pilar, ella era plenamente consciente, eran un atractivo para los ojos masculinos. Gruesos, grandes, de color miel oscura... apetitosos frutos.

Pilar asintió sonriéndole. La relación familiar con Raquel confería un toque de intimidad asexual todo aspecto de amistad entre ella y Joel. Tomás vino con unos refrescos y los cuatro hicieron un corrillo sentados. En medio de la charla, Pilar deslizó la mirada a la entrepierna de Joel. Con un vistazo fugaz se fijó en el "paquete". Debía tener una buena porra, porque se marcaba el bulto. Raquel, seguro debería disfrutar cuando la montara Joel. Su prima también tenía los pechos al aire. Los de ella eran grandes pero caídos, con pequeñas aréolas rosaditas. Las miró con aire distraído, pero ahora fue Joel quien capturó el interés de Pilar hacia los senos de Raquel. Pilar sintió un ligero rubor al haber sido descubierta, agachó la mirada y luego la dirigió a los veleros del horizonte marino. Cuando volvió la vista al grupo, algo extraño le hizo dirigir sus ojos a la entrepierna de Joel. Azorada, descubrió que, a un lado del bañador, la forma bien marcada del pene de la pareja de su prima se podía ver claramente. El grosor distintivo del glande, incluso el canal que lo dividía en dos pequeñas partes, que bien pensado recordaban a los labios externos de la vulva femenina, era fácilmente reconocido. Joel la tenía ligeramente tiesa. Alguna cosa en el interior de Pilar se agitó.

Ahora, en la cama, Pilar se acordó y recuperó mentalmente la marca de la polla de Joel. Luego la imaginó sin el bañador. Una verga tiesa, enteramente tiesa, no como la viera sometida bajo la tela, con un capullo rosa fuerte grande; los testículos, los vio mentalmente, sendos huevos separados, colgantes y plagados de rizados pelillos, deseosos de descargar el semen. Pilar se había puesto tan cachonda que comenzó a acariciarse los labios mayores del coño por encima de la braguita, con suaves roces en el clítoris grande que tenía.

Ahora vio a Raquel, desnuda, con su chocho rasurado y sus largos labios, moviendo sus tetas al arrodillarse sobre el vientre de Joel. Se vio como Raquel, agarrando la polla y meneándosela, acariciando los cojones de Joel, apretándolos mientras jugueteaba con la cabeza del glande, redonda, gruesa, suave como una tela de seda, violácea, ya mojada en su orificio. La lleva a su boca, lame la punta, saborea el flujo, nota la carne caliente entre sus labios, la forma esférica, el olor almizclado del vello púbico. Es capaz de notar en su boca el tamaño y la saliva corriendo por el mango duro de la tranca erecta.

También el suave rubí de su clítoris está erecto, enhiesto y endurecido. Lo frota con los dedos y se baja la braguita, con cuidado de no despertar a Tomás. Aparta a uno y otro lado el recortado y escaso vello púbico de los labios mayores de su vulva. Se impregna del flujo caliente que ha inundado la entrada de su chocho. 

Imagina cómo le hará la mamada Raquel; cómo Joel estará de excitado y a punto de estallar en una eyaculación feroz. Se ve a sí misma —¿Ella...Raquel?— con la polla apretada entre la lengua y el paladar, chupando y tragando saliva y flujo preseminal de Joel. Se masturba el clítoris con el gelatinoso y translúcido flujo vaginal. Pasa de ritmo suave a círculos que suben y bajan por la forma del capullito y lo empujan hacia dentro, uno y otro lado, lo estira...

Pilar-Raquel nota que Joel está a punto de llegar al clímax y correrse. Se saca la polla llena de babitas y la lleva a la altura de sus tetas. Acaba de masturbarlo y Joel grita y gime, jadea...se viene; su leche salta a las tetas de Pilar-Raquel, las llena. Esperma caliente, a salpicones, espeso, de tono blanco amarillento...

Pilar también se corre con furor uterino. Su joyita ardiente entra en espasmos y el canal de su coño expele fluido caliente a golpes, casi como una eyaculación. Muerde la sábana para evitar chillar de gusto. Su cabeza gira de lado a lado de la almohada. Incluso las lágrimas acuden a sus ojos. Ha tenido una buena corrida. Sus dedos completamente chorreantes del líquido vaginal siguen acariciando lentamente la vulva hasta que deja de latir; su corazón se va aplacando. Estira las piernas y deja ir un suspiro.

De repente, la mano de Tomás se coloca sobre el felpudito de Pilar. Tomás se pone boca arriba y le dice suavemente: ¿Me haces una mamada y follamos?


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