Como siempre, me he despertado la primera, adoro esos ratos solos para mí, para reflexionar, para tomar decisiones, para conectar con el todo y estar segura de que lo que hago, lo hago por el beneficio del todo.
Pauso, parpadeo, pensaba que estaba en otro sitio, he estado soñando otra vez con el pasado.
Pero eso ya no es.
Respiro y me doy tiempo para aterrizar, para volver al presente.
Estoy en un laboratorio, todo está limpio, es aséptico, es blanco. O tal ve sea que estoy deslumbrada y no veo.
Solo veo y sobre todo oigo el mar. Y me deleito con el sonido del mar y el olfato. Y poco a poco me doy cuenta de que hay muchas más cosas, en verdad estaba deslumbrada.
Oigo las gaviotas y me las imagino surfeando las olas del viento y disfrutando y jugando a pescar. Y en ocasiones hasta pescando y disfrutando tanto ellas, como sus crías de un desayuno salado.
Yo me sonrío, bebo un trago de agua y sigo.
Sigo volviendo a mí, a la mejor versión de mi misma.
Y me acuerdo. Hoy un compañero está de puesta en marcha. Y yo le voy a estar dando soporte, desde casa.
Así que entro en meditación, para estar en mi mejor modo. Me pongo la alarma, los 30 minutos y solo soy. Soy una con la fuente, y me llevo conmigo a todos los que puedo, de una forma sana, juguetona, con risas. Alguno viene motu proprio, nos saludamos como los compañeros que somos. Y disfrutamos de esa conexión.
Ahí me mantengo, disfrutando, sonriendo, llenándome del todo y sobre todo, siendo yo misma, y al ser yo misma, soy pura conexión. Ayudo a los míos a conectar.
Sigo respirando y siendo.
Hasta que la alarma me dice que es hora de traer esa energía al plano corpóreo.
Pauso y sonrío.
La vida es maravillosa.
Pauso y sonrío más.
Realmente la vida es maravillosa.
Parpadeo, enciendo los portátiles y todos los ordenadores y empiezo a saludar a los compañeros que están dispersos por todo el mundo y van a estar acompañando a el equipazo que van a estar de puesta en marcha.
Nos miro a todos y sonrío, somos el equipo más diverso que se me ocurre, con quienes haya trabajado nunca, y aún así, el mejor equipo de todos.
Me considero muy afortunada de formar parte de este grupo. Ha merecido la pena el camino.
Miro para atrás y veo como el camino ha sido sencillo. Solo preguntando he llegado a donde estoy, y eso se me da bien. Realmente, ha sido fácil. Realmente es fácil. Es preguntar y cuando llegue la respuesta y sea un si completo, ir a por ello.
Respiro y sonrío, el equipo me está esperando y yo les contesto la famosa frase: Vamos para allá equipazo. Y todos vamos, como uno.
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