Doris, la nana de la casa (2)

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Sus estudios serían mi preocupación y principal prioridad para Doris, entusiasmada y agradecida acepto el reto, nunca nadie se había preocupado por ella, la mejor alternativa, era estudiar online, haciendo 2 años en 1 y dando exámenes libres, mi mujer era la principal auspiciadora, apoyaba y estaba de acuerdo en todo, siempre y cuando no afectara el cuidado de nuestros hijos, por tanto,  estudiaría de noche, después de sus labores, por mi parte, jamás me duermo temprano, en cambio mi mujer, toma sus remedios y pastillas para dormir, antes de las 11 ya duerme profundamente, las sesiones de estudio serían 3 días por semana de al menos 2 horas, el lugar sería la cocina, bien iluminada, amplia, un lugar adecuado y cómodo.

Durante todo ese año, la pupila estudió y se esforzó bastante, las clases eran sagradas, su disposición y entusiasmo eran de elogiar, además se conversó de otras materias, me contó de su vida en el campo, la cual no había sido fácil, su embarazo y sus circunstancias, al tiempo, la confianza entre nosotros se dio en forma natural y espontánea, de sus materias, derivamos a cosas más personales, sus experiencias en el sexo llegaron sin siquiera pensarlo, me confesó lo poco o nada placentero que había sido su primera y casi única vez, dolor, sin placer y lo peor sin protección, lo lamentaba hasta las lágrimas, no por su hijo, sino por no haber sabido nada de su sexualidad, nada de nada.

El profe que llevo dentro apareció, el deseo también y quise entregarle todo mis conocimientos, en el fondo, enseñarle que el sexo debe ser placentero, que no es malo, que lo que experimentó, fue un mal momento en su vida, lo importante, era superarlo y no cerrarse a su sexualidad, debía mejorar y yo le daría el remedio, lo íbamos a mejorar juntos.

En una de esas noches de estudio y conversación, tenía dolor en el cuello, estaba tenso y necesitaba un masaje, ese truco casi siempre daba buenos dividendos, inocente pedí si podía ponerme una crema analgésica y hacerme un masajito, acepto sin cuestionarse, ese día comenzó mi aventura, en realidad nuestra aventura.

Un inocente masaje, estuvo rico, relajante, agradecí y alabé lo realizado, pasaron los meses y llegamos a los exámenes finales, ahora ella era la nerviosa y tensa, ofrecí mis manos para un relajante masaje, acepto sin poner peros, el masaje le gusto, fue más atrevido de lo esperado, sin tocar más de lo debido, se entregó tranquila y lo disfruto, de la cintura para arriba, acaricié y masajeé todo lo que pude.

Un par de semanas después, dió sus exámenes, aprobando con buenas calificaciones, terminando su enseñanza media, estaba dichosa, agradecida y caliente, yo actuaba de apoderado y retiré su diploma en el ministerio, sin ceremonia, fiesta ni aplausos, era diciembre e iría a su casa, cargada de regalos, pero sin diploma, la llevarla al terminal, de camino la invité a almorzar para entregarle su regalo, al recibirlo de sus ojos brotaron lágrimas, era su diploma enmarcado bellamente, me abrazo, agradeció, besando mi mejilla casi rozando mis labios.

A su regreso el juego sexual se intensificó, sucedería, no había plazo, pero pasaría, antes de terminar el verano, un giro del destino, mi suegra enfermó y mi mujer debía viajar para cuidarla, en su trabajo le dieron los dias que fueran necesarios, esperaba que no fueran tantos, yo esperaba que si lo fueran. La dueña de casa, dictó las instrucciones, decidió viajar con el hijo mayor y dejando a la bebé de 18 meses, en casa, Doris se haría cargo, su habitación estaba en el altillo de la casa, al otro extremo de mi casa, mi señora ordenó que debía dormir en la habitación de invitados, contigua al dormitorio principal, para estar más cerca y atender a la bebé en la noche, por mi parte nunca fui un experto en pañales, yo sacaba los chanchitos, después del biberón. Sin decir nada ambos sabíamos que nos deparba el futuro, la mañana siguiente, un miércoles de mad**gada, partí con mi mujer a casa de mi suegra, a 5 horas de camino, me devolvería inmediatamente. Dejé a mi mujer con su madre, recibí nuevas  instrucciones, regresando a casa, Doris me esperaba ansiosa, de hecho mandó varios mensajes para saber la hora de mi regreso y esperar con la cena lista, para evitar textear conduciendo le di una hora de llegada  apagando el celular, por supuesto llegue con al menos hora y media de antelación para sorprenderla al llegar a casa, mi guagua dormía en su cuna, el ambiente se notaba tenso, cenamos y conversamos, el tema fue esta situación de libertad, sin señora en casa, el deseo y calentura era mutua, nos teníamos ganas, como siempre en la cocina, besos y manoseo fue un adelanto, pero estaba cansado y me retiré a dormir, había manejado casi 800 kilómetros, Doris hizo lo mismo, sin embargo, tenía claro que mi niña, no más allá de las 3 A:M:, exigía su biberón, pasadas las 2:30, en silencio entró a mi habitación a ver a mi bebe, fingí dormir, pero lo que estaba frente a mis ojos, era imposible de obviar, polera blanca de talla xxl y nada más, atendió mi niña, biberón, pañales, en ese momento me incorporé e hice el ademán de sacar los chanchitos, como siempre lo hacía, ante lo cual Doris me dijo, siga durmiendo, no se preocupe, obedecí, sin al menos darle un tierno beso de agradecimiento, una suave caricia y seguir durmiendo, sentí que su calentura y la mía, subía más aún.

Debo ser paciente, esperar mi momento, al día siguiente, me quedaría en casa, había pedido un par de días administrativos, Doris no tenía idea, ansioso espero que aparezca y vea a mi hija, escucho ruidos en el baño y haciéndome el dormido, la veo entrar con la polera xxl, que dejaba ver toda su humanidad, antes de ver a la bebé, me toca el hombro y dulcemente, me despierta con unas cosquillas en el cuello, raudo me incorporo y parto a darme la ducha de rigor, al regresar no entro al vestidor y desnudo entro a mi cama y le digo: déjeme dormir hoy no voy a la pega, tengo permiso, su cara cambió, sus ojos brillaron y continuó sus menesteres como siempre lo hacía, al terminar sus quehaceres y dejando dormida a mi niña, me incorporo, la observo con ojos lascivos, como esperando una respuesta, el silencio fue lo único que escuche, pero su mirada hablaba, venga para acá, quiero agradecerle todos los cuidados, que les das a mis niños, a lo que respondió, yo quiero agradecerle su preocupación y atenciones hacia mí. Ya lo hemos conversado, sabes que mis masajes son exquisitos y quiero enseñarte otras cositas, déjeme darle todo el placer que se merece, tranquila, déjese llevar y si no le gusta lo que hago y no quiere, me dice, no hay problema y nunca los hubo, no hubo quejas ni peros, se entregó al placer, le gustó o mejor le encantó, la química entre ambos fue exquisita, hicimos de todo y la alumna superó al maestro, ya les contaré.


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