Doris, la nana de la casa (2)

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
2318 visitas

Marcar como relato favorito

Los estudios serían, entusiasmada y agradecida profundamente, nunca nadie se había preocupado tanto por ella, se hicieron las averiguaciones y mejor alternativa, era estudiar en casa, haciendo 2 cursos en un año y dando exámenes libres, mi mujer era la principal auspiciadora, apoyaba y estaba de acuerdo en todo, siempre y cuando no afectara el cuidado de nuestros hijos, el horario de estudio de noche, después de sus labores, yo jamás me duermo temprano, en cambio mi mujer, toma sus remedios y pastillas para dormir y antes de las 11, duerme profundamente, el horario de estudio sería al menos 3 días por semana, en la noche de 10 a 12 al menos, el lugar sería la cocina, bien iluminada, amplia, un lugar adecuado, haríamos 2 años en 1.

Durante todo ese año, la pupila estudió y esforzó bastante, las horas de estudio eran sagradas, su disposición y entusiasmo eran de elogiar, además se conversó aún más, me contó de su vida en el campo, la cual no había sido fácil, de su embarazo y sus circunstancias, al tiempo, la confianza entre nosotros se dio en forma natural y espontánea, de sus materias, derivamos a cosas más personales, sus experiencias en el sexo llegaron sin siquiera pensarlo, me confesó lo poco o nada placentero que había sido, dolor, sin placer y lo peor sin protección, lo lamentaba hasta las lágrimas, no por su hijo, sino por no haber sabido nada de su sexualidad, nada de nada.

El profe que llevo dentro apareció, el deseo también y quise entregarle todo mis conocimientos, en el fondo, enseñarle que el sexo debe ser placentero, que no es malo, que lo que experimentó, fue un mal momento en su vida, lo importante, era superarlo y no cerrarse a su sexualidad, ella debía mejorar y yo le daría el remedio, lo íbamos a mejorar juntos.

En una de esas noches de estudio y conversación, tenía dolor en el cuello, estaba tenso y necesitaba un masaje, ese truco casi siempre daba buenos dividendos, inocente pedí si podía ponerme una crema analgésica y hacerme un masajito, acepto sin cuestionarse, ese día comenzó mi aventura, en realidad nuestra aventura.

Un inocente masaje, estuvo rico, relajante, agradecí y alabé lo realizado, pasaron los días y llegaron los exámenes finales, era ella la nerviosa y tensa, ofrecí mis manos para un relajante masaje, acepto sin poner peros, el masaje le gusto y fue más atrevido de lo esperado, sin tocar más de lo debido, se entregó tranquila y lo disfruto, de la cintura para arriba, acaricié y masajeé todo lo que pude. Dio sus exámenes, le fue realmente bien, aprobó ambos cursos, con buenas calificaciones, había terminado su enseñanza media, estaba dichosa, agradecida y caliente, su diploma lo retiró en el ministerio, sin ceremonia, ni fiesta yo la invité a almorzar y desde allí, la tensión entre ambos, era evidente, pero nada ocurrió. Las clases habían terminado, pero igualmente nos quedábamos en la cocina viendo tele o conversando, los masajes se hicieron recurrentes y más atrevidos.

Semanas después, el destino jugó a mi favor, mi suegra enfermó y mi mujer tuvo que viajar para cuidarla, tenía permiso por 15 días o los que fueran necesarios, ella esperaba que no fueran tantos, yo esperaba que si lo fueran. La dueña de casa, dictó las instrucciones, decidió viajar con el hijo mayor y dejar a la bebé que recién cumplía 18 meses, en casa, Doris se haría cargo, su habitación estaba en el altillo de la casa y se accedía por la logia al lado de la cocina, mi señora ordenó que debía dormir en la habitación de invitados, contigua al dormitorio principal, para estar más cerca y atender a la bebé en la noche, por mi parte nunca fui un experto en pañales, yo sacaba los chanchitos, después del biberón. Las instrucciones estaban claras, el día de su partida llegó, era miércoles y de mad**gada, llevaría a mi mujer por carretera a casa de mi suegra, a unas 4 horas de camino y me vendría inmediatamente, organicé el viaje y partí a mi aventura. Dejé a mi mujer con su madre, recibí instrucciones y regresé ya de noche, Doris me esperaba ansiosa, de hecho me había mandado mensajes para saber la hora de mi regreso y esperar con la cena lista, para evitar textear conduciendo envié mi ubicación en tiempo real y la dejé tranquila, al llegar a casa, el ambiente se sentía extraño, algo iba a pasar, mi guagua ya dormía en su cuna, cenamos y conversamos, el tema fue esta situación de libertad, sin señora en casa, el deseo y calentura era mutua, nos teníamos ganas, como siempre en la cocina, besos y manoseo fue un adelanto, pero estaba cansado y me retiré a dormir, había manejado casi 800 kilómetros, Doris hizo lo mismo, sin embargo, tenía claro que mi niña, no más allá de las 3 A:M:, exigía su biberón, pasadas las 2:30, en silencio entró a mi habitación a ver a mi bebe, fingí dormir, pero lo que estaba frente a mis ojos, era imposible de obviar, polera blanca de talla xxl y nada más, atendió mi niña, biberón, pañales, en ese momento me incorporé e hice el ademán de sacar los chanchitos, como siempre lo hacía, ante lo cual Doris me dijo, siga durmiendo, no se preocupe, obedecí, sin al menos darle un tierno beso de agradecimiento y una suave caricia, que recorrió toda su espalda y a seguir durmiendo. Sentí que su calentura y la mía, subió más aún.

Debo ser paciente y esperar mi momento, a la mañana siguiente, me quedé en casa, ya había pedido un par de días administrativos, tendría 2 días para mí, Doris no tenía idea, ansioso espero que aparezca y vea a mi hija, escucho ruidos en el baño y haciéndome el dormido, la veo entrar con la polera xxl, que dejaba ver toda su humanidad, antes de ver a la bebé, me toca el hombro y dulcemente, me despierta con unas cosquillas en el cuello, raudo salto de la cama y parto a darme la ducha de rigor, al regresar no entro al vestidor y desnudo entro a mi cama y le digo: déjeme dormir hoy no voy a la pega, tengo permiso, su cara cambió, sus ojos brillaron y continuó sus menesteres como siempre lo hacía, al terminar sus quehaceres y dejando dormida a mi niña, me incorporo, la observo con ojos lascivos, como esperando una respuesta, el silencio fue lo único que escuche, pero su mirada hablaba, venga para acá, quiero agradecerle todos los cuidados, que les das a mis niños, a lo que respondió, yo quiero agradecerle su preocupación y atenciones hacia mí. Ya lo hemos conversado, sabes que mis masajes son exquisitos y quiero enseñarte otras cositas, déjeme darle todo el placer que se merece, tranquila, déjese llevar y si no le gusta lo que hago y no quiere, me dice, no hay problema y nunca los hubo, no hubo quejas ni peros, se entregó al placer, le gustó o mejor le encantó, la química entre ambos fue exquisita, hicimos de todo y la alumna superó al maestro, ya les contaré.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Cursos online gratuitos de escritura y redacción

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed