Doris, la nana de la casa (3)
Por Gonzalo41
Enviado el 05/05/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Ella casi no tenía experiencia en las artes del sexo, se había embarazado, en su primera o segunda relación y la experiencia no había sido para nada buena, mi objetivo sería enseñar lo bueno y maravilloso del sexo y darle todo el placer que pudiera y ella merecía.
La invité a recostarse a mi lado y ofrecí mi pecho de apoyo, se acomodó y enredé mis dedos en su largo cabello azabache, mi otra mano delicadamente comenzó a recorrer su espalda, nada quedó sin caricias, se acurrucó más y más, dejándome en claro su excitación, delicadamente comenzó a frotarse contra mi costado, su pierna, se posó sobre mi abdomen y apareció su iniciativa, se dirigió a mi entrepierna, algo tímida pero con entusiasmo, tomó mis huevos y los acarició con sumo cuidado, no sabía cómo hacerlo, pensaba que me dolería, que eran delicados, por mi lado, yo masajeaba suavemente su hermoso culito virgen, su respiración no era normal, jadeaba, inspiraba y exhalaba con fuerza, debía llevar controlados los tiempos y manejar las acciones, bajé la velocidad, pregunté o dije algo e inicié una conversación, como te sientes, estás cómoda, le gusta, ella tenía que ser parte de esta experiencia, sería tratada como un verdadera princesa, descolocada por la interrupción, dijo : estoy bien, nunca nadie la había tratado o acariciado con tanta de delicadeza, ni menos preguntado sobre mis sentimientos, Ud. siempre me ha hecho sentir como de la familia o como una amiga y eso me encantó desde el principio, así es, respondí, yo quiero darle sólo cosas lindas y buenos momentos, ojalá placer, si es recíproco, misión cumplida.
La conversación fluyó y besos con caricias, de igual forma, le pedí una cerveza, estaba con la boca seca y aún ni siquiera empezaba a lamer su cuerpecito, al levantarse, tomé su polera del borde y su cuerpo juvenil se reveló en todo su esplendor, instintivamente quiso cubrirse llevando sus manos a su pecho y su zorrita de vellos ensortijados, la miré e inmediatamente, mis boxer volaban por los aires, dejando mi verga expuesta y casi a reventar, no se cubra, te ves hermosa, tu juventud para mí es un tesoro invaluable, me tiene vuelto loco, por favor, no tenga vergüenza conmigo, se inclinó hacia mí y me besos los labios con ternura y malicia a la vez, rápidamente y en cueros fue a buscar una fría y refrescante chela.
Obediente y siguiendo las instrucciones, al pie de la letra, la alumna, quería más, yo recién calentaba motores, tenía un itinerario bien estudiado que iba a cumplir, había tomado una cosita para estar motivado y con la chela las infaltables amigas azules. Encendí un cigarrillo de los que dan risa, Doris no fuma ni bebe, le ofrecí del pitillo y no quiso, dejando la opción abierta, al decir, para otra vez. Volví a la carga, pidiéndole preparar la ducha, rauda obedeció, apenas el vapor salió de shower, escuche: "venga esta lista", por fin, sus tetitas hermosas y turgentes, su culito redondo, su zorrita casi virgen serían todos mío, comencé besándola delicada pero apasionadamente, mi lengua la iba a recorrer entera, sus areolas eran pequeñas, bien oscuras y sus pezones, pequeños y esos momentos duros y sensibles, pero la sentí incomoda, estaba tensa, que le pasa, consulté y su respuesta, se escuchó ansiosa y con deseo a la vez, me confiesa que jamás, le acariciaron y besaron sus pechos tan delicadamente, le pedí tranquilidad, ella quería disculparse, la besé con ternura, no lo haga, ordené, seguí besándola y chupando esas tetitas hermosas, al oído susurré que debía disfrutarlo, no teníamos apuros, teníamos todo el tiempo del mundo, el reloj no llegaba a las 10:30 de la mañana, además, tenía 2 días de permiso en casa, para darle las primeras lecciones de educación sexual, enseñarle a gozar del sexo, recibir y dar placer, sin culpas, besé y lamí su tetitas, su guatita, brazos, al llegar a su cuello, tomó mi rostro y me besó fogosamente, y comenzó a comerme a besos, por supuesto respondí con igual intensidad, besaría sus parpados, su lóbulos, mordería sus labios y tragaría su lengua, ella se dejó llevar y siguió e imitó todo lo que aprendía, la temperatura del agua entre ambos ayudaba a la conexión, en ese momento, mi dedos de deslizaban sobre su sexo al natural, como se usaba hace 20 años atrás.
Al atravesar ese arbusto encrespado, sentí sus jugos calientes, lubricaron mis dedos juguetones, que delicadamente recorrían sus labios, pubis y perineo, tocarían el timbre, su botoncito de pánico, pero no invadirían su conchita, aún no.
Ella no decía nada, gemía despacito y respiraba entrecortado, había transcurrido apenas una media hora, nuevamente aplico el freno y hablamos y le pregunto si había disfrutado este momento, sólo asentía con una sonrisa picarona dibujada en su carita, me contó que aquí tomó sus primeras duchas calientes y le había encantado, al verla de pie de cuerpo entero, mojadita y excitada, le dije al oído, eres linda, tu cuerpo es digno de lujuria y es sólo para mí. Todo para Ud. contestó picarona.
Doris tenía su pelo negro, largo hasta la cintura y por supuesto debía lavarlo, me impresionó su pubis frondoso y sin cuidados, sus lindas tetitas eran de otra dimensión y todo eso sólo para mí, la bese, acaricie, chupé y todo lo que podía hacer, ella estaba entregada, y cada vez que decía o preguntaba algo, yo le explicaba lo que hacía, si estaba bien o mal, si le gustaba o no le gustaba. Su calentura era evidente, pero debía esperar. Ahora me tocaban unos cariñitos para mí, pregunté si había hecho alguna vez sexo oral y su respuesta fue sincera y supe que no le gustó, ella no había querido y trataron de forzarla, no sabía que era, ni cómo hacer el sexo oral.
La primera lección comienza ahora
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