Realidad y prejuicio
Por Elzorro10
Enviado el 02/05/2025, clasificado en Ciencia ficción
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Nota: Este relato no pretende juzgar a nadie, ni ser una fábula, ni reflejar una vision partidista del mundo en que vivimos. Se circunscribe a unos personajes que viven en el mundo creativo de la literatura.
Vanesa, con rostro serio y gafas de gruesos marcos negros, apagó las velas de su tarta de cumpleaños ante la cariñosa mirada de su amiga y compañera Laura.
- Treinta años y trabajando hasta en un día como hoy. - le reprochó la mujer
- Sabes que lo que hago es importante. - replicó la cumpleañera
- Lo que haces es una quimera.- añadió Laura sin enfadarse.
Vanesa miró por la ventana como tratando de atravesar el espacio y el tiempo que la separaban de su hermano Pedro, tres años mayor.
Su padre había sido un tipo callado y poco dado al humor. Bien es cierto que le había enseñado cosas sobre ciencia y siempre se había portado con respeto. Incluso cuando le reñía por las malas notas.
Sin embargo, con su hermano era distinto.
Pedro había dejado la casa a los diecisiete. Vanesa nunca supo el motivo exacto, aunque lo imaginó.
Su madre, siempre risueña, amaba a su padre. Eso estaba claro. No había más que fijarse en como le miraba. "¿Cómo podía querer a un hombre así? ¿Cómo podía ponerse de su lado e ignorar a su propio hijo?"
Vanesa apretó los puños inconscientemente mientras los recuerdos se agolpaban en su mente.
Aquella noche, después de comer, sus padres y su hermano se habían encerrado en la habitación de este último después de una discusión de sobremesa. Su hermano había levantado la voz más de la cuenta, y su madre, nerviosa, se lo había reprochado. Su padre no dijo nada.
Vanesa, de puntillas, se acercó a la puerta cerrada. Las voces se oían pero las palabras no se distinguían.
Su madre salió del cuarto, distraída, con las lágrimas a flor de piel. No vio a Vanesa.
Nuevas voces algún sonido difícil de distinguir y de repente, gritos, gritos amortiguados seguidos de sonidos de lo que parecían golpes. Vanesa, con el corazón encogido, empezó a contar mentalmente, aunque no sabría decir si el número que recordaba era correcto. Siete golpes, siete gritos, otro golpe... no estaba segura. Tuvo miedo y, aunque para entonces el violento silencio había tomado el lugar del alboroto. Ella corrió hacia el baño y se encerró.
Desde allí oyó pasos.
Aquella noche le costó dormir, su mente llena de preguntas sin respuesta.
Al día siguiente sus padres desayunaban y ella se unió. Luego, por la tarde, sus progenitores fueron a comer fuera. Por la noche, desde el cuarto de baño donde acababa de orinar, con la puerta entre abierta, Vanesa oyó el quejido de los muelles de la cama y, mentalmente, se enfadó con su madre, con lo que estaba haciendo. "¿Cómo podía pensar en aquello en un momento así? Su hermano se lo había contado todo aquella tarde. Había sido muy valiente y, aunque se había portado mal, no merecía el castigo con el cinturón.
Aquella noche, en la cama, la imagen de su padre cambió. Era un hombre cruel y su madre una cobarde. O quizás una victima. ¿Como podía vivir con un tipo así?
El beso de Laura la sacó de sus pensamientos.
*****
Un mes después, el experimento estaba listo. La ciencia, su ciencia, había cruzado esa barrera que separa lo posible de lo imposible. Su ciencia había creado magia.
Eligió con mimo la localización espacio temporal. Con media hora tendría más que de sobra para, por fin, ver. Su hermano estaba en prisión, un delincuente, un tipo con mala genética sí, pero al fin y al cabo una víctima. Ella estaba preparada para probarlo, para llevar ante la justicia de su tiempo un video de otro tiempo.
El destello duró un instante.
La habitación de su hermano cobró vida, el pasado volvió a ser.
Rápidamente, sin recrearse en la añoranza, Vanesa buscó hueco en el armario de la ropa. Allí podría ver sin ser vista.
Los personajes del drama, otra vez jóvenes, desfilaron ante sus ojos.
El lenguaje y los modales de su hermano eran indefendibles. Su padre elevó la voz en un par de ocasiones y su madre, con más miedo que otra cosa, trató de razonar antes de irse.
Luego, cuando salió, Pedro dio una patada a una silla y gritó increpando a su padre "¿Qué? ¿me vas a pegar?" Luego, quitándose su propio cinturón, golpeó un cojín y grito.
"¿Qué haces? Cálmate" dijo el padre tratando de controlar la situación.
Pero el chico continuó con su actuación fuera de sí hasta que su progenitor le arrebató el cinturón y le golpeó en las nalgas por primera y única vez.
Esta vez no hubo grito fingido, si no sorpresa y silencio.
El padre de Vanesa abandonó la habitación.
La mujer escondida en el armario dejó de grabar y observó a la versión joven de su hermano durante un minuto.
Luego, pulsando un botón, volvió al presente.
A la mañana siguiente, mientras desayunaba, Laura le preguntó.
- ¿Qué, ya has viajado en el tiempo?
- No, eso es imposible. - respondió con una media sonrisa.
Laura también sonrió y rápidamente cambio de tema. No quería mofarse del fracaso de su pareja. Científica o no, aquella chica era el amor de su vida.
Tras desayunar Vanesa cogió el móvil y marcó un número.
- Mamá, ¿qué tal estás?... sí, lo sé, ha pasado demasiado tiempo pero eso no importa.. y papá, sigue con ese proyecto en marcha...
Fin
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