ELLA
Habría sido una de esas mañanas de uno de esos días indistinguibles... Pero eso habría sido antes, antes de conocerla; cuando no podía imaginar que su camino se cruzaría con alguien que también soñaba con travesías sin destino sobre caminos de hierro, que edificaba fantasías con una pluma recargable, recorría anaqueles descubriendo tesoros empolvados, navegando con sirenas, hechiceras y magos, ardía con la llama de mil pasiones, conversaba con una tortuga diminuta y decenas de gusanos de seda y acariciaba con sus ojos los pétalos multicolores del jardín.
La mañana parecía gris y anodina... hasta que volvió va amanecer cuando ella vio el puente del arco iris cruzando la meseta y pensó en él para compartir aquella belleza.
Podría haber sido, sí, uno de aquellos días pasados, pero esos días ya no existían , ya no podrían ser: ahora los días eran luminosis sólo porque ella existía y el notaba que en su pecho no tenía uno... sino dos corazones que latían de manera acompasada.
El arco iris iluminó su estancia y él sintió de nuevo su compañía, sintió un profundo estremecimiento, entornó los ojos, dibujó una sonrisa y mirando a través de la ventana musitó: «gracias, amiga».
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