CUENTOS BREVES (del manual de la masturbación) (25)
Por Eunoia
Enviado el 08/05/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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CUENTOS BREVES
(del manual de la masturbación)
(25)
GLADYS (V)
(continuación)
Gladys comenzó a acariciar con un dildo rosa la raja chorreante de Rosalía. Ella dejó de acariciarse y sus ojos empezaron a suplicarle que siguiera. Aquel juguetito subía y bajaba por su chocho y la ponía cachonda. Escuchaba sus gemidos y mi polla estaba más empalmada que nunca. Me moría por pajearme, pero tenía que aguantar para no perder detalle de lo que estaba a punto de suceder en esa habitación.
Gladys retiró el dildo del coño de Rosalía y empezó a acariciar el suyo sentada en la cama. Ella la miraba deseosa de placer. Se incorporó acercándose a Gladys, y empezó a besarla, a comerle los morros de forma salvaje y descontrolada, jadeante, cogió el dildo y acariciando el chocho de Gladys lo introdujo sutilmente en su vagina. Ella soltó un intenso gemido mordiendo el labio inferior. Accionando el juguetito, éste entraba y salía del cuerpo de Gladys cada vez más rápido con un chasquido que hizo que mi polla empezará a latir con fuerza. Gladys se agarraba a la almohada por detrás conteniendo un placer que se desbordaba por momentos y a los pocos segundos, tras un grito espasmódico, todo su cuerpo temblaba y convulsionaba mientras Rosalía se colocaba encima de ella y la besaba absorbiendo sus intensos jadeos.
Me dolían los huevos de la tensión que sentía presenciando aquella escena. Notaba cómo mi leche subía y no sabía cuánto tiempo iba a aguantar sin tocarme para liberar aquello. Gladys abrió la mesilla y sacó un satisfyer gris perla. Con una mirada pícara invitó a Rosalía a tumbarse en la cama con ella encima. Sus tetas se acariciaban mientras se besaban el cuello y los lóbulos de las orejas. Gladys accionó el pequeño artilugio y lo colocó en el chorreante coño de Rosalía. Inmediatamente ella gimió, el gemido iba acompañado de jadeos cada vez más intensos y rápidos. Con la respiración entrecortada, vi cómo se arqueaba, cómo su cuerpo latía fuertemente, cómo sus jadeos eran gritos de excitación, de intenso placer... agarré mi polla y al sólo tacto de mi mano comencé a eyacular de forma brutal. Mi leche salía con unas sacudidas que parecían no tener fin y ahora sólo oía a lo lejos los jadeos de aquellas dos mujeres que habían hecho que tuviese la corrida más bestial de toda mi vida.
(Continuará)
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