Era un jueves por la tarde, terminaba un aguacero repentino que, justo hacía sentir el fresco deseado y yo estaba cerca de una ventana medio rota de la bodega del piso más alto del edificio donde está mi oficina.
Los nervios me tienen vuelto loco al escuchar los zapatos de Alicia, mujer de piel blanca y enormes nalgas con el cabello aún mojado y un pequeño abrigo grisáceo acercándose a donde me encuentro, su piel suave y pequeñas tetas me tienen con la verga a punto de explotar, mis manos sudan y siento que el corazón me explota de saber que el ciervo viene caminando solitario al matadero.
(Dos horas antes)
Siendo la hora de comida, quise salir con Ambrosio a comer y cerrar un pequeño negocio, algo casual, cerca de la oficina. En ese momento suena una alerta en mi celular: “movimiento detectado” avisando que, la cámara de mi oficina ha avisado que alguien entró. Se ven dos siluetas, doña Consuelo, quien es conocida por muchos por ser quien hace la limpieza y su sobrina, Alicia.
-Y esa mamasota? –Pregunta Ambrosio al ver a la chica.
-No la conozco, solo sé que es la sobrina de doña Consuelo, tiene buen culo no es cierto?
-Hermano, ahorita mismo se lo chupo hasta que mi lengua se destroce. –Me dice agarrándose la verga.
Sigo viendo el video y me percato que, Alicia está limpiando mi escritorio y toma de mi cajón un pequeño sobre con un pago en efectivo, yo no digo nada, termino la comida con mi amigo y me regreso a la oficina. En el elevador, encuentro a Doña Consuelo quien me saluda con mucho cariño, detrás de ella, Alicia quien finge ver a otro lado mientras paso.
-Te vi en las cámaras, ladrona. –le susurro apenas templado al oído mientras paso.
Adentro del elevador veo como su cara de desconcierto me mira mientras se cierran las puertas, apenas llego a la oficina suena mi teléfono. –Puedo hablar contigo?-Me dice una voz temblorosa mientras yo me siento en mi escritorio con la imagen de su culo frente a mí. –Tienes cinco minutos. –Le digo con voz decidida.
Puntual como ninguna se escucha toquidos en la puerta y la hago pasar. Su cara suda, su respiración se escucha agitada, su cara tiene rasgos de vergüenza pero está frente a mi dispuesta negociar el no decirle a su tía lo que acaba de pasar.
-De verdad una disculpa Licenciado, no sé qué me pasó, solo se me hizo fácil. –Me dice con las manos entrelazadas y la cabeza gacha. –Tus motivos son lo de menos, el hecho es, que lo hiciste y ahora tu tía sabrá que hacer contigo.
-No, por favor no se lo diga a mi tía, mire, aquí está su dinero, de verdad discúlpeme, hago lo que sea, pero no se lo diga por favor.
Y hela aquí, entrando con cierta timidez y con el cuerpo oliendo a recién bañada, su cabello oscuro escurre de pequeñas gotas de agua mientras que, yo espero en la puerta mirando que nadie más vea lo que pasa.
-Entra, te quiero en esa silla.
Dejé que pasara para respirar su olor a miedo, vergüenza y a su cabello recién lavado. Mi pecho estaba alterado y mi verga está tan dura que no puedo contenerla, ella se sentó en una pequeña silla de oficina. De inmediato la levanto y la pongo de espalda, hice que se hincara sobre el asiento y pongo mi cuerpo detrás del suyo, su olor y el temblor de su piel me hacen excitar hasta el nivel más alto, siento su cuello y ella solo cierra los ojos erizándose con el resbalar de mis dedos en sus hombros.
De un movimiento retiro su abrigo y mis manos bajan a su cintura para levantar su pequeña blusa de satín amarillo, no se la quito de inmediato, solo aflojo su sostén y se lo quito dejándole la blusa y comienzo a bajar su pantalón. De un jalón lo bajo con todo y bragas, me pongo de rodillas me detengo a contemplar su culo perfecto y redondo, pongo mi cara en sus nalgas y con mis dedos las abro para ver su ano, me incendia la sangre al verlo exquisito, sin dudarlo doy una lamida desde la comisura de su vagina y lentamente paso por su ano sintiendo un escalofrío de excitación.
La bajo para que el pantalón caiga y ella con pequeñas pataditas hace que se salga, me pongo de pie y la miro a los ojos, ella ya no tiene miedo, su piel tiembla pero de caliente, sus ojos encendidos me miran y su mano me toma de la verga que está dura como roca mientras veo sus pequeños pechos con unos duros pezones resaltados en su blusa satinada.
Vuelvo a ponerla de rodillas en la silla y sin pensarlo abro sus nalgas para deleitarme con su culo, ella solo aprieta con sus manos el respaldo mientras yo abro sus nalgas hasta el límite y mi lengua entra y sale de su ano levemente dilatado. Sus gemidos me calientan tanto que comienzo a sudar, me pongo de pie y me desvisto frente a la cara jadeante y cachonda de Alicia, en un instante pongo mi verga en la cara de Alicia y esta de un brinco se la devora mientras con su mano me toma de la cintura para apretarme a su boca.
Verla solo en esa blusa y con ese enorme culo enrojecido por las nalgadas que le he dado me hace volver loco y nuevamente me voy a darle un chupadón escuchando las palabras de mi amigo, mis dedos entran en su panocha empapada y mi lengua rodea su culo mientras siento que sus muslos comienzan a temblar. De inmediato mis dedos bajan a su clítoris mientras mi lengua lame de abajo a arriba desde su vagina hasta su coxis. Los gemidos de Alicia se hacen más agudos y siento en mi boca un jugo salado y caliente mientras mis dedos no dejan de frotarla.
Escucho sus gemidos y veo cómo se retuerce mientras yo me alejo un poco para contemplar como ella misma se toca para prolongar su venida, por impulso tomo mi celular y le tomo una foto en tan caliente escena. No tardo ni tres segundos y vuelvo a ella para poner mi verga en su cara, entre gemidos y sollozos la chupa con los ojos en blanco y me pide que se la meta.
En ese momento mi verga dura está por entrar a su vagina y ella aprieta los muslos y escucho en pequeño grito: -En mi culo, métela en mi culo. –No encuentro mejores palabras que lleven a un hombre a la cima del placer. Sin compasión, le meto mi vergota de un solo golpe y escucho un gemido chirriante mientras su espalda se arquea y su culo me aprieta con fuerza como si me estuviera apretando con su mano.
Calientes y con muchas ganas nos pusimos a coger como perros, no hubo necesidad de cambiar de posición, mi verga entra y sale de ese ano empapado me tiene loco mientras el celular suena:
Ambrosio.
“Que rico hermano, voy para allá”
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