Una mansión que acoge infinidad de orgías (16) (3ª parte)
Por El Manso Embravecido
Enviado el 19/05/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Mi mujer, mientras Anthony limpia a su chica, a este le hace una gayola (estirándole con fuerza el rabo hacia afuera y metiendo el capullo en una copa). Cuando mi amigo chapero deja la entrepierna de su mujer reluciente, tragándose toda la lefa que recoge, yo no pude evitar meterle mi rabo en la boca para que me higienizara a mí, también, los bajos. Los lametones y chupetones que me regala, el muy maricón, no tienen nada que envidiar a los que podrían proporcionarme unas modelos escorts con bocas de mamonas tragasables, de las muchas que conocí a lo largo de mi vida.
Aprovechando que mi rabo está semiflácido, empujo su cabeza hacia mi vientre metiéndole todo mi paquete en su boca, incluido mis huevos. Anthony comienza a gemir fuerte. Me fijo en mi mujer y efectivamente, Sonia le está ordeñando una buena cantidad de leche. Le drena de tal forma los testículos que deja un tercio de la copa llena. Mi chica le exprime por más de cuarenta segundos la polla a Anthony, recogiendo hasta la última gota de lechada en aquella copa de coñac.
Sonia practica una agitación orbital con la copa, imitando a la cata de vinos. Después se acerca con cierta parsimonia la copa a la boca y vacía su contenido en su cavidad bucal. Se enjuaga la boca, hace gárgaras y después se acerca a Sara y le escupe toda la carga en su boca. Sara repite el mismo orden de guarradas que Sonia y después se acerca a su marido y le suelta la bola de esperma, mezclada con una buena cantidad de babas, en su garganta. Anthony no pierde el tiempo y se lo traga todo. Se relame.
La segurata no hace más que decir, en la soledad de su garita:
--Vaya cuarteto de guarros asquerosos. Solo me tiré a uno de ellos, pero no me importaría follarme al marica de Anthony y a las dos furcias que los acompañan. ¡Cómo me han encendido! Menos mal que dentro de una hora llega Julián, mi relevo, y me lo calzaré aprovechando que me ofreció sus servicios para que prospere en mis “clases” de Regresada a El Edén.
Sara, Anthony, mi mujer y yo abandonamos aquella mansión, con el propósito de volver, pero de momento eso no será posible. Mi mujer me metió en el “congelador” hasta que no me decida a comer el semen de sus amantes y a permitir que con un dildo me rompa el culo.
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