La chica de la ventana (2ª parte. Final)
Por El Manso Embravecido
Enviado el 19/05/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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--Escúchame bien lo que te voy a decir, amigo –le dice el progenitor de Isabel a Pedro--, o haces todo lo que mi niña te ordene o de aquí no sales vivo. Te pego un tiro y te entierro en el jardín. Está en juego el honor de nuestra familia, ¿te enteras?
--Pero ustedes son una familia de degenerados –suelta Pedro, todo exaltado.
--Eso será desde tu óptica troglodita y reaccionaria. Somos una familia moderna y abierta de mente –comenta Isabel, algo ofendida--. Yo no me acuesto con mis padres, no te confundas, pero sí que compartimos espacio.
¡Y tanto que compartían espacio! Los padres de Isabel no perdían el tiempo y en la postura del sofá (la mujer sentada sobre el hombre dándole la espalda), se dispusieron a follar a buen ritmo.
--¿Y lo de que tu madre te tenía encerrada y todo lo que me contaste? --pregunta Pedro.
--Fue una broma para avivar las llamas del deseo y del amor. Mis padres son muy bromistas. Te vieron tan interesado en mí que decidieron gastarte una broma. Como cuando te dijo mi madre que yo llevaba muerta un mes. Bueno, fue algo planificado entre los tres –y diciendo esto soltó unas carcajadas.
--Eres muy hermosa, Isabel. Estoy dispuesto a hacerte el amor apasionadamente, pero yo soy el hombre. Yo soy el que penetra.
--¡Pero qué actitud tan retrógrada es esa! Tanto los hombres como las mujeres tenemos ojete, ¿no? Y tanto tú como yo tenemos polla, ¿no? Entonces, ¿por qué limitarnos a solamente penetrar tú?
Pedro se quedó pensativo buscando una respuesta, pero no se le ocurría ninguna. Se rindió ante la elocuencia de Isabel. El chico se coloca a cuatro patas, enfrente del sofá en donde sus suegros están follando duro, y le dice a su chica:
--Soy todo tuyo. Penétrame el ojete con saña. Soy tu maricón.
--Así me gusta, cariño. Hoy por ti, mañana por mí. Ábrete un poco más de piernas. Me estoy untando bastante de vaselina el rabo, para no perder el tiempo y clavártelo entero en tu culo virgen, como mucho en tres estocadas.
El contraste entre la imagen de chica coqueta y angelical de Isabel y su comportamiento de machirula empotradora, a Pedro lo empieza a poner cachondo. No pudo evitar empalmarse en el momento en que su chica comienza a sodomizarlo. Isabel lo coge de la cintura y le pega unos sensuales caderazos.
El suegro ya no puede aguantar por más tiempo el ritmo del fuelle que le pega su esposa y berrea:
--Me corro, cariño. Entre tus clavadas de polla y la visión de la niña rompiéndole el trasero a su chico, me habéis obligado a explosionar antes de tiempo. Cuando me vacíe por completo ya sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad?
--Claro que sí. Pero de momento quiero disfrutar del gustillo que tus chorros de leche caliente me provocan en el interior del chumino.
Después de un par de minutos de cabalgada, la suegra decide desengancharse de su macho. Se acerca a Pedro, que está a unos centímetros de distancia, y colocándose en cuclillas sobre la cabeza del mozuelo, descarga toda la carga de esperma que transporta en su vagina. Con los dedos exprime los labios mayores y menores de su almeja, para escurrir las últimas gotas de lefa que puedan quedar. A continuación, se frota el clítoris buscando su orgasmo. No tarda mucho en conseguir su objetivo. Un squirt abundante riega el cabello y el rostro de Pedro. La suegra le aplasta el coño en toda la cara y comenta:
--Me parece que el nuevo novio de la niña es una marica guarra. Nos va a regalar unas noches muy placenteras –y sueltan, el matrimonio y su hija Isabel, unas sonoras carcajadas.
A los pocos minutos, Isabel anuncia que se corre. Lo hace acelerando los pollazos en el trasero de su chico sometido.
--Joder, qué placer me está dando el culo virgen de este sarasa. Toma polla, maricón –suelta con rabia chulesca, Isabel.
Pedro también está a punto de eyacular, y eso sin tocarse. Su polla comienza a babear. Isabel, se agacha un poco y le coge la verga a Pedro por la base y comienza a ordeñársela, como si fuera el ubre de una cabra. La suegra coge un plato y lo coloca bajo el rabo de su yerno. Este, al instante, suelta nueve buenos chorros de esperma, berreando (no se sabe si de placer o de dolor), por las fuertes sacudidas que Isabel le propina a su rabo.
Cuando Isabel se desacopla del culo de su chico, su madre coloca el plato bajo el ano del chaval. Al poco rato van saliendo unos hilillos espesos de leche condensada (con la peculiaridad de que esta leche tiene color café), que se van depositando en el plato. La cantidad de esperma es considerable. La suegra de Pedro coloca el plato en el suelo, bajo el rostro del sometido, y le dice:
--Lame el plato y déjalo brillante, como si fueras un gatito bebiendo su lechecita.
Pedro encajó muy bien en aquella familia. Hicieron muy buenas ligas. Isabel y Pedro formalizaron su relación. Pero en este primer encuentro, Isabel no dejó que su chico la penetrara ni tampoco se la chupó. Hay que guardar las formas. No queda bien que en la primera cita la chica se abra de piernas.
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