Tu compañía me transporta a Venus (2ª parte. Final)

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Una vez aparco el coche en el mirador, saboreo tu parte de arriba del cuerpo, la que no pude probar en el restaurante. Frente, párpados, mejillas, orejas, labios, cuello, tus puntiagudas tetas con sus erectos pezones, ombligo, bajo vientre, espalda, brazos, axilas y manos, quedan bien lamidas y ensalivadas. Te gusta que me pare en saborear el sudor de tus sobacos y el de tu chocho. Cuando vienes del gimnasio, de practicar zumba, son las partes que más te gusta que lama y chupe. También te encanta que te lama el trasero, sentir mi lengua rasposa limpiarte la raja del culo. Me paso una hora saboreando tu cuerpo, a fuego lento, para encender tu libido al máximo.

Te despelotas y me pides que te empotre. Te reclinas en el capó del coche, dándome la espalda, y yo te agarro por las caderas y te penetro todo mi rabo de una embestida. Tienes tan mojado el chumino, que no me cuesta nada hundirte mi sable en la vaina. Tu vagina es muy acogedora, caliente y muy húmeda. Te doy fuelle a buen ritmo, a dos empellones por segundo. No tardas en obtener tu tercer orgasmo de la tarde. Tus piernas flaquean y yo te sujeto por la cintura.

Tienes ganas de orinar y yo te sugiero que lo hagas en mi boca. Me acuesto en el suelo, boca arriba, tú te colocas en cuclillas sobre mi cara y descargas unos hermosos chorros de oro líquido en mi garganta. ¡Qué rico! Yo también tengo ganas de orinar y me sorprende que tú me pidas que me vacíe en tu boca. Te pones de rodillas ante mi falo y te disparo, a modo de manguerazo, una ingente cantidad de pis. Dirijo los chorros por tu rostro y sobre todo, apunto al interior de tu boca, para que saborees y tragues mi vino blanco cosecha del 73.

Me pongo un condón, me tumbo en el suelo y tú montas sobre mí. Mientras follamos te chupeteo los pezones. Tus caras de lascivia, de zorra en celo, me excitan tanto que me corro a los pocos minutos. Bizqueas y pones los ojos en blanco. Alcanzaste tu cuarto orgasmo. Me desenfundas el condón, muy despacio, lo anudas y lo guardas en el bolso, junto al primero.

Es tarde, tu marido está a punto de regresar del trabajo. Montamos en el coche y nos dirigimos a tu chalet. Por el camino te empeñas en drenarme los huevos por tercera vez, quieres llevarte para casa una buena dosis de leche de tu amante. ¡Le tienes ganas a tu marido! Me engulles el rabo todo el trayecto del viaje, media hora seguida saboreando mi polla. Antes de llegar al portal de tu casa me concentro y me corro en tu boca. Tu lengua y tus morros me lo ponen fácil. Abro la bolsita de un preservativo y te acerco el capuchino. Escupes todo dentro de él y lo anudas, como ya es costumbre en ti. Lo metes en el bolso y me dices:

--El cabrón de mi marido ya tiene un buen condimento para la cena. Bueno, mi amor, hasta el próximo día. ¿Nos vemos el jueves?

--Claro. Yo soy freelance, adapto el horario de trabajo a tus necesidades. Me tienes a tus pies, Noemí. BitchOnTheBeach para los amigos –y soltamos una carcajada cómplice.


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