De copas (5)

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Mientras Lady le besaba su coño, el administrador le metía un dedo a Melissa en el ano, se lo sacaba y metía una y otra vez, repitiendo la operación luego con dos dedos, y luego con tres dedos, y Melissa ni se inmutaba. El administrador se retira un momento, y regresa al rato con un bate, que tiene guardado detrás del bar por seguridad; lo embadurno con una especie de aceite, así como sus manos, y después de meterle tres dedos y jugar con su ano un rato, le empezó a meter el bate lentamente mientras su ano se expandía, y allí sí Melissa gimió de dolor; mientras lady le succionaba y chupaba el clítoris, el administrador empezaba a meter y sacar el bate de su culo, despacio, girándolo, le entran como 15 centímetros, que entran y salen con la velocidad que impone el administrador. El mesero, que seguía la escena, se acerca a su vez por el lado de lady, y aprovechando sus piernas abiertas para la faena que le hace Melissa, empieza a acariciar su ano, y lo empieza a estimular con sus dedos que también había impregnado de aceite. Al no tener un segundo bate, el mesero hace uso de una botella de Heineken, y se lo introduce a Lady en el ano, que gime como gata en celo. Cada una mientras besa el coño de la otra, manipula el elemento que tiene empotrado en el culo, un bate la una y una cerveza la otra. Y mientras el administrador y el mesero se masturban observándolas, ellas a su vez, se concentraron en su tarea hasta que tuvieron un orgasmo simultáneo.

Silvia que tiene unos senos espectaculares, aunque no tan grandes como los de Melissa, se fue a la tarima a hacer como si estuviese cantando, y Sergio llevando un asiento se paró sobre este de forma que su pene quedó a la altura de su cara, y le dije: ¡aquí tienes tu micrófono! Y mientras cantaba, Silvia lo masturbaba lentamente y de cuando en cuando le dame su lambetazo. Al terminar la canción Sergio, se sentó en un butaco que era más alto, y Silvia se sentó sobre él, metiéndose su verga hasta el fondo, y allí estaban en un vaivén mientras se abrazaban y besaban, hasta que llegó Jonatán y se les unió, levantando la cola de Silvia, y después de embadurnar la cabeza de su pene con saliva la penetró por el ano, sin que ella se quejara, y estuvieron un buen tiempo, ella penetrada por ambos, aunque el ritmo lo ponía Jonatán.

Yo estaba extenuada pero feliz, y quería más. Jonatán después de culearse a Silvia se había recostado, y tenía todavía su tranca izada, y quería probar esa verga en mí, así que me acerque y en posición de 69 me coloque sobre él para poder chupar ese enorme aparato, mientras el a la vez le daba una buena chupada a mi coño. Su lengua se posó sobre mi clítoris, y se paseaba entre mis labios, produciendo placer; y yo sobaba su tranca de más o menos 30 cms, besándola y lamiéndola por el lado, pues su cabeza era realmente grande. Saúl se sentó frente a mí, y me miraba como estaba yo embelesada con esa verga, chupándola como si fuera una paleta. Lo miré ahí, mirándome, y bajando ese oscuro pene, se lo ofrecí: ¿Quieres probar? No dijo nada, solo se acercó y me empezó a besar, para luego coger con una mano la tranca de Jonatán y meterse el glande en su boca que, si le cabía, mientras yo lamía esa verga por los lados bajando hasta sus bolas para chupárselas. Mi Saúl se engullía esa cabeza del pene de Jonatán, mientras a la vez lo masturbaba, quedando así por varios minutos antes de retirarse.

Me levanté de encima de Jonatán y me acomodé en el piso en cuatro patas, a la vez que Silvia adoptaba la misma posición frente a mí; mientras Jonatán estaba dispuesto a perforar mi culo, mi Saúl también lo quería hacer con Silvia. Saúl enculó rápidamente a Silvia, que empezó a gemir con cada embestida de mi esposo. Jonatán tuvo mayor dificultad para penetrarme, aunque ya la mano de Silvia había aflojado el orificio. Sentía dolor con su empuje, pero lo quería adentro, el empujaba hacia delante y yo empujaba hacia atrás; de pronto sentí que la cabeza ya había ingresado perfectamente, y empezamos a movernos suavemente primero y después con furia, quería que me lo metiera todo, quería sentir esa tranca en mi vientre y sentir que sus bolas me golpeaban. Silvia y yo estábamos agarradas de las manos, mientras nos cabalgaban como si se fuera a acabar el mundo; nos acercamos y nos besamos suavemente mientras seguían dándonos por detrás. Llegó un momento en que no aguante más y le pedí a Jonatán que la sacara, lo cual hizo, no sin antes descargar su semen en mi interior con un tremendo bufido. Silvio llamó a Melissa, quien vino y se acostó boca arriba, y recibió en su boca todo el semen que salía de mi culo. Luego yo mientras besaba a Silvia, fue soltando el semen de su boca sobre nuestras bocas de forma que podíamos besarnos y jugar con el salado elixir de Jonatán.

A estas alturas de la noche ya le había mamado la verga a mi marido, a Marco, a Sergio, y a Jonatán; me habían penetrado Marco y el mesero, y analmente mi esposo y Jonatán.

Descansamos un rato, y nos tomamos una cerveza bien fría cada uno.

Colocaron cuatro mesas redondas una al lado de la otra, y sobre cada una nos subimos cada una de las chicas: Silvia, Melissa, lady y yo. Con Silvia se hizo Marco, con Melissa, mi Saúl; con lady, Jonatán y Sergio y conmigo, el mesero y el administrador. La tarea era darles una buena mamada para volver a dejarlas listas para la faena. El mesero y el administrador, colocaron sus vergas frente a mi cara, y empecé a turnarme para darles una buena mamada, llegando a meter ambos penes a la vez en mi boca. Me recosté sobre la mesa, permitiendo que el administrador me follará mientras que con mi boca se la mamaba al mesero. El administrador, que entonces me dijo que se llamaba Andrés, se empezó a turnar metiéndola en mi coño, sacándola y metiéndola en mi ano, y así sucesivamente, mientras yo continuaba chupando la verga del mesero, que dijo llamarse Daniel. Marco penetraba analmente a Silvia, mientras que mi Saúl se pajeaba con los senos de Melissa y Jonatán cabalgaba a Lady mientras esta se la mamaba a Sergio.

Cuando Daniel el mesero acabo en mi boca, me levanté dejando a Andrés y me fui a la mesa de mi marido, y quise probar la cuca de Melissa, peluda, rubia; apenas puse mis labios sobre su clítoris, vibro, abrió sus piernas y se dejó hacer; mientras yo estaba inmersa en el sexo de Melissa, Sergio se vino a colocar detrás de mí, y me empezó a penetrar, puso su cabeza sobre mi ano y empujó.

Continua en De copas (6)


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