ANATEMA

                           ANATEMA

   Puede resultar sorprendente en el mundo actual, en el primer tercio del siglo XXI, que aparezca un personaje denunciando la búsqueda del placer por parte de nuestra especie. Y lo es, es asombroso que alguien pueda defender ideas medievalistas en lugar de denunciar la verdadera obscenidad: las agresiones de género, contra la infancia, la violencia, el desamparo de los débiles, las guerra de conquista de mercados y zonas geoestratégicas, el crecimiento del armamento, el hambre y la miseria, la destrucción del equilibrio natural del planeta... Es aquí donde se ha de poner el acento y la fuerza de quien dispone de ella, a fin de contribuir a la conquista de un mundo auténticamente humano.

Y, sin embargo, se entiende que esto suceda en un momento en que una oleada de reaccionarismo se extiende por el orbe. La máxima hipocresía que puede haber es que las élites poderosas del mundo no se limiten a defender, como hasta ahora hacían, sus privilegios clasistas, sus cerrados cotos de seguridad y disfrute, sino que cuestionen la necesidad de todos los seres humanos de buscar un buen vivir, a disfrutar dela vida natural y del placer de su propio cuerpo.

¿Qué alternativa hay al placer...? El dolor. Esa es la oposición: placer/dolor.

¿Cómo puede atreverse alguien, investido de un poder que se concede a sí misma una parte de la elite del planeta, a condenar el derecho de la mayoría de la población a buscar el placer, también el placer mutuo, el placer particular de todas y de todos al disfrute en general? ¿Cuál es el ideal de quienes defienden la idea de anatemizar el placer, aspirar a un mundo de ascetismo y sufrimiento?

Afortunadamente (aunque no se hizo sin una larga lucha a veces sangrienta), las tinieblas de la Edad Media y sus horrores fueron barridas por el propio interés de la sociedad en desarrollo del mundo moderno.