CUENTOS BREVES (del manual de la masturbación) (28)

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CUENTOS BREVES
(del manual de la masturbación)

(28)

EL DESCUBRIMIENTO DE ALEX -2-

 

(Continuación)

Al cabo de un momento, cuando notó que él se acercaba al clímax, se detuvo. Se colocó sobre el rostro enrojecido del muchacho y le ofreció la hermosa fruta de su chumino. Él la tomó por los cachetes del culo y la atrajo hacia su boca. Ana Rosa respondió estirando los labios exteriores de su vagina. Él besó con intensidad el lubricado higo. Pasó su lengua de arriba abajo, lamió y sorbió el líquido femenino, que seguía manando por el túnel, bajando por las paredes del sexo de ella. Encontró el capullito clitorídeo y lo apresó entre los labios. Ana Rosa gimió consecutivamente e inició con sus caderas lentos movimientos rotatorios. La lengua de él serpenteaba, entraba y salía, se llevaba el fluido hacia su propia boca y lo tragaba después de paladearlo.

Entonces, Ana Rosa buscó la mano del hombre y la llevó a su otro agujero. «Acaríciamelo», le dijo. Él se quedó un segundo expectante, pero en seguida obedeció. Notó las rugosidades, los pliegues estriados y prietos... Lo acarició lentamente y delineó con la yema del dedo sus sinuosidades; empujó ligeramente, sin llegar a penetrar. Entendió que el juego podría ampliarse. «¿Quieres que te lo bese?», preguntó. Ana Rosa, por toda respuesta, se movió hacia arriba y se colocó de manera que él pudiera poner sus labios en el agujero pequeño.  
El hombre besó el ojito del culo varias veces, puso la lengua en el orificio y lo ensalivó. Su lengua jugaba en el ojete, simulando penetrarlo. «Hazlo», pidió Ana Rosa. La lengua empujó levemente. Como ella hiciera antes con los grandes labios exteriores de su coño caliente, agarró y estiró lateralmente los cachetes de sus nalgas, para franquear la entrada del estrecho y prieto agujero.

La lengua se introdujo y se movió en el canalito. Ana Rosa jadeaba y al mismo tiempo gemía agudamente. El joven siguió con su juego exploratorio, hasta que ella le dijo: «Te hago una mamada antes de joder o quieres que follemos?»

El chico, con la voz entrecortada, después de meterte sacar la lengua por última vez, respondió: «Quiero que me la mames hasta correrme» ¿Te tragas el semen? Quisiera verte hacerlo. Luego te hago un cunnilingus hasta que te corras, y si quieres luego follamos».

Ana Rosa bajó de la cama y se arrodilló frente al hombre. Éste se sentó en el borde de la cama con los muslos abiertos. Ana Rosa tomó la tranca durísima y grande del joven y se la introdujo en la boca. Comenzó la fellatio besando la cima del capullo, con la punta de la lengua acariciando el agujerito, luego hizo circular la lengua por todo el capullo, como si chupara un helado, circunvalando el grueso calibre del glande, bajando por el borde violáceo, para introducirlo entre los dientes, apretando con delicadeza. Después la metió toda dentro y comenzó a chupar y succionar, simultáneamente, con la otra mano, jugaba con los testículos, palpando, separando cada huevo, tirando levemente del escroto. La boca lamía, chupaba, recorría la tranca erecta, dura, latiente, entre los estertores de placer del muchacho. Ana Rosa sujetaba con firmeza todo el mango, duro, enrojecido de la polla con la mano izquierda; la derecha jugaba con las pelotas; la condujo hacia abajo hasta alcanzar el angosto agujero masculino. Lo acarició también. El chico entró en el juego. Elevó la pelvis. Ana Rosa mamaba la polla en un baile bucal ensalivado. Se la sacó y pasó su dedo medio por todo el mástil impregnándolo de las babitas de la fellatio; después lo llevó al ojete del chico y untó el agujerito con la saliva lubricante e hizo circulitos sobre toda la circunferencia, trazando las líneas irregulares exteriores del esfínter. Escuchó el ronroneo de él. Ana Rosa continuó su suave exploración improvisada, al mismo tiempo que su mamada conducía al chico a un paraíso de dobles sensaciones desconocidas.

De improviso, él pareció estremecerse todo, se contrajo comenzado los espasmos de la eyaculación que llegaba. Entonces Ana Rosa con delicadeza introdujo lentamente el dedo en el interior del ojo del culo de él, que estaba descargando chorros de semen ardiente en su boca y dejaba escapar roncos gemidos de placer. Ella seguía chupando la leche, que salía a borbotones, sacó la tensa polla y con la lengua y los labios llenos de esperma se lo mostró al hombre, acodado frente a ella, con los ojos vidriosos y las mejillas febriles, luego volvió a cerrar los labios y empujó con la lengua la láctea corrida hacia la garganta y fue tragando la oleada de leche seminal que paulatinamente iba menguando. El dedo acariciaba la entrada del ojete del chico en un vaivén de entrada y salida, orbitando la estrecha boca circular del culo empinado. Un momento después, él se destensó y se dejó caer sobre la cama.

Ana Rosa se levantó y volvió a colocarse sobre la boca del muchacho, que abrió con ambas manos el coño chorreante de deseo y chupó los flujos, besó el clítoris erecto y endurecido iniciado una nueva mamada del chocho de Ana Rosa. Succionaba y lamía rítmicamente hasta que ella lanzó un sonido gutural cercano a un chillido agudo y se corrió entre los labios del hombre con grandes espasmos. Se frotaba en su boca y mentón y, entre contracciones de la empapada vagina, dejaba salir hilillos de fluido vaginal que él sorbía y tragaba con fruición.
Cuando ella terminó el orgasmo, se dio la vuelta con el culo hacia él, que se colocó tras de ella acarició la chorreante vulva y la penetró hasta lo más hondo de la vagina. El chocho distendido acogió toda la longitud y grosor de la verga del hombre. Siguieron hasta que los dos alcanzaron un nuevo orgasmo compartido, con sus cuerpos unidos, los vellos púbicos formando uno solo, impregnados de los mutuos jugos sexuales. Los cuerpos agotados se estrecharon jadeando.
Con voz entrecortada, el chico la miró y le dijo: «Me llamo Alex». «Yo Ana Rosa», respondió ella. Le besó el pecho y añadió: «Quédate a dormir conmigo y volveremos a empezar».

Los dos se echaron a reír, mientras la noche seguía su tránsito hacia el nuevo día.

 

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_________________

(0): El momento tan esperado (parte uno)
(1): Desnuda frente al espejo
(2): Fetichismo
(3): La apuesta con Bárbara
(4): El delirio de tu néctar
(5): En el gimnasio
(6): Respuesta condicionada (versión 1)
(7): Respuesta condicionada (versión 2)
(8): Mi eterna fantasía
(9): Irreprimible
(10): Espejo de la realidad
(11): Espejismo o realidad
(12): Y así llego el momento
(13): Iniciación (1)
(14): Iniciación (y 2)
(15): Amanecer
(16): Gladys (I)
(17): Roma-Abril
(18): Gladys (II)
(19): Mi encuentro con Dorrie
(20): Sesión completa (parte uno)
(21): Sesión completa (parte dos)
(22): Retrato impresionista 2.0
(23): Gladys (III)
(24): Gladys (IV)
(25): Gladys (V)
(26): Gladys (VI)
(27): El descubrimiento de Alex -1-


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