EN EL LAGO (II) ÚLTIMOS DÍAS EN LOCH NESS
Por Eunoia
Enviado el 22/05/2025, clasificado en Varios / otros
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ÚLTIMOS DÍAS EN LOCH NESS
(Continúa del relato anterior*)
En las mesas cercanas había un par de parejas solitarias y en la más cercana a la baranda de hierro semioxidada, una familia con dos niñas. La terraza del Six Lions estaba en la punta este del promontorio, bajo la imponente sombra del castillo de Urquhart. A las once de la mañana las camareras estaban ultimando las mesas vacías que se llenarían de turistas a la hora inglesa del almuerzo. Las niñas correteaban de un lado a otro de la larga baranda buscando en la superficie del lago algún indicio; ambas pugnaban por ser la primera en verlo. Las dos parejas, ajenas a la cotidianidad, tenían las manos estrechadas sobre las desgastadas tablas de madera oscura.
Robert esperaba la llegada de Susan, verla descender por las empinadas escaleras, brillando como una flor más entre los laterales con bellos maceteros repletos de florecillas lilas, amarillas y rojas. No se sentía triste; pero un velo de inquietud le asaltava cuando pensaba en el fin de las vacaciones y la vuelta a Londres. Había resuelto ocultarle a Duncan, su socio en el bufete, que había descubierto la aventura entre Susan y él; también estaba dispuesto a escamotearla al conocimiento de Langley, la mujer de Duncan, que era supuestamente también la mejor amiga de su mujer; sin embargo resultaría sumamente embarazoso acudir a fiestas juntos y volver a las cenas en los respectivas casas.
Robert dirigió su mirada a las planas aguas del lago. El Loch reflejaba la luz del pálido sol escocés. En ese preciso momento dos espumosos surtidores trazaron los arcos habituales que preludiaban la aparición de Nessie.
Las niñas lo vieron instantáneamente y prorrumpieron en gritos nerviosos; sus deditos índice, completamente tiesos señalando el punto donde los chorros de agua se estrellaban contra la acuosa superficie, parecían los de las estatuas, paralizadas en un gesto dinámico. Giraban sus cabecitas espasmódicas hacia los padres y de ellos nuevamente hacia la lacustre extensión. La madre se levantó y fue junto a ellas; el hombre siguió tranquilamente sentado a la mesa, llevando las beans cubiertas de salsa y mezcladas con pedazos de los huevos a la boca; como todos los turistas, había contemplado la arqueada forma del gran cuello escamoso de Nessie suficientes veces. Una de las parejas también desenlazó los dedos y se acercó a la baranda para contemplar como el extraño reptil acuático emergía, indiferente a la atracción humana.
El animal apareció desplazando grandes ondas de agua que dejaron olas marinas. Su cresta brilló reflejando en la humedad de su escamosa piel verde grisácea la luz del pálido sol. Sobre la costa cercana un par de zeppelines de la Aerostatic Royal Company, que traían centenares de nuevos turistas con su monopolio del transporte aéreo desde el descubrimiento del helio fluido super rápido y su monopolio en el sector, parecían inmóviles imágenes de una escena pictórica que complementaban una idílica estampa, que sumió a Robert en la melancolía. «Nada volverá a ser igual», pensó, aunque racionalmente había decidido aceptar las explicaciones y el arrepentimiento de Susan. Sorbió el té que empezaba ya a estar tibio cuando dirigió su mirada a lo alto de las escaleras y la figura definida de Susan comenzó a bajarlas. En su interior sintió el espontáneo burbujeo en su estómago. Susan llevaba una pamela azul claro, la blusa blanca y los pantalones a juego rompían la grisedad de las rocosas vistas; destacaban también entre el verde brillante que dominaba más allá del castillo, a ambos lados y en las llanuras más abajo.
«No importa —se dijo interiormente—, no puedo dejar de amar a Susan. La aventura sexual con Duncan no puede cambiar eso. Susan también sigue enamorada de mí; el resto son complejos y el peso de viejas tradiciones ancladas en la propiedad».
Susan llegó hasta él y lo besó con la boca abierta y mirándolo fijamente. Lo estrechó y lo condujo lentamente hasta la baranda de hierro. Nessie evolucionaba despacio, como podría hacer una nave vikinga con su vela erguida y retadora.
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* La primera parte, En el lago, apareció el 11 de diciembre de 2024
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