Sobre la realidad y lo que de ella hacemos

Sobre la realidad y lo que de ella hacemos

La esperanza de las siguientes líneas recae en absoluto sobre cada quien que en su vista pone la disposición de observarlas y custodiar que el buen juicio haga la áspera labor; la disciplina del entendimiento y la múltiple visión son la lumbre para llegar a ello.

Comencemos por acordar que nuestra realidad le llamamos a la sensación de bien saber lo que nos está ocurriendo en un tiempo y espacio determinado, escogemos un lapso temporal específico con el propósito de divagar suponiendo pensar al respecto, acordar factores del por qué ocurre, para qué puede ser, cómo llegamos a, cuándo será qué, dónde se podría y demás… Por el contrario, también la realidad del otro solamente es lo que nos viene en gana creer, sin peros. Para bien o para mal, en determinados casos ambas realidades son lo que dicta nuestra capacidad de intelecto, pero y si lo anterior fuera razonable, bien dicho; sin embargo, ¿¡Una gran mentira!?

Al estilo del martillo Nietzscheano se puede llegar no con facilidad a que la realidad es la realidad, y detenga la lectura en esta idea de cruda observación porque no se quiere sencillamente decir sin más que la mierda es la mierda y que el azul es el azul; en principio, se dictamina que la realidad es en esencia solo una y cada uno de nosotros lo que hacemos es sustentar que lo que creemos sobre la realidad es lo que la realidad es y, honestamente fallamos, no llegamos a ella; en última instancia si la realidad como concepto es solo una ¿Qué puede ser entonces todo eso que tanto hemos pensado sobre nuestra realidad y la realidad del otro? Lapsus en la inteligencia, mentiras de los sentidos, desenfrenada masturbación mental.

Bueno, pues muchas veces lo que se hace es ni más ni menos que pensar muy fácil todo, resolver con señalamientos lo que está bien o lo que está mal según el rigor de una razón pura y floja, sin entrenamiento ni disciplina, llegar al espejo y decir mentiras, pues nuestra realidad no es nuestra realidad ni mucho menos la realidad del otro es la realidad del otro.

Escrito por Acrobacia

Bogotá Colombia