El inesperado amante de mi esposa

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Todo comenzó hace unos tres meses cuando decidí bajar esa famosa aplicación de citas para ver “qué pasaba”. Al estar casado y para conservar el anonimato usé un nombre ficticio y hasta subí unas fotos algo provocativas de una persona de más o menos mi edad que descargué de internet.

Aprovechaba mis momentos de ocio en mi trabajo de asistente en un estudio contable, ya que por las tardes estaba solo hasta la hora de cierre.

Mi vida se había vuelto un tanto rutinaria en todo sentido. Tengo 45 años y estoy casado hace diez años con quien fuera mi primera novia desde la infancia, y por lo tanto fue la única pareja sexual que tuve. Luego llegaron nuestros dos hijos y de a poco todo se convirtió en tediosa rutina.

Ésto me llevó a tratar de conocer mujeres por medio de esta aplicación y luego de algunos intentos frustrados, conocí a una tal “Ardiente40”. Tal vez ese nombre me atrajo. Luego de las presentaciones de rutina, empezamos a hablar de temas un poquito más íntimos. Me contó que también estaba casada pero que a escondidas de su marido le gustaba conocer a otros hombres por este medio y que a veces pedía fotos de sus penes para excitarse. Me rogó que no piense mal de ella, ya que era una mujer muy decente pero que aprovechaba el anonimato de esta aplicación para sacar su lado de “puta” sin lastimar a nadie. Para mantener su privacidad como foto de perfil tenía un paisaje de campo. Me gustó mucho su brutal sinceridad y entablamos una cyber relación casi diaria por las tardes aprovechando que su marido no estaba.

Me preguntaba sobre mis gustos en la cama y en muchos de ellos coincidimos. Me contó que disfrutaba mucho chupándosela a su esposo, pero que en realidad pensaba en alguien más mientras lo hacía. Me dijo que a veces se masturbaba pensando en un vecino que a veces se le insinúa y en algún amigo. Incluso me contó que conoció a una persona con la que intercambiaban fotos desnudos, pero que ya no volvió a saber de él. Obviamente todo ésto no hacía más que ponerme a mil ya que imaginaba todo lo que me contaba.

A lo largo de nuestros encuentros casi diarios en al chat, me fui animando a pedirle que me mande fotos de ella. Al principio accedió pero sólo me mandó una foto de sus tetas pero con el corpiño puesto. Si bien sus tetas no eran grandes, se veían muy firmes y apetecibles. Yo quería ver sus pezones pero como condición previa me pidió que le mande fotos de mi pene, que para ese momento ya estaba totalmente erecto. Al verlo, me dijo que así le gustaba a ella y que si se pudiera me la chuparía hasta hacerme acabar en su boca, algo que jamás hizo con su marido.

Finalmente me mandó unas fotos de sus pezones. Eran hermosos. De tamaño mediano y algo oscuros. Estos encuentros por la aplicación indefectiblemente terminaban en una feroz paja de ambas partes hasta la hora de salir del trabajo.

Me dijo que ella muchas veces pidió fotos de los penes de los hombres que conoció por este medio, pero que ella jamás había mandado las suyas, por vergüenza. Me contó que en casa es muy tímida y formal, incluso en el sexo , pero quería saciar su curiosidad de estas cosas que siempre fueron tema tabú para ella.

Con el correr de los días empecé a sentir una especie de necesidad de conversar con ella y excitarnos mutuamente. Me rogó que no le pida su nombre, ya que vivimos en la misma ciudad y que simplemente le diga Chiquita. Debo confesar que tenía un cierto sentimiento de culpa por mi esposa porque no creí justo “engañarla” de esta manera sobre todo cuando ella siempre fue una esposa ejemplar, pero el morbo que me provocaba estas citas a escondidas era mayor.

Todo iba normal hasta que cierto día, para gran sorpresa mía, Chiquita me comentó que sentía algo muy especial por mí, algo mucho mayor que un simple cariño, ya que yo la comprendía, la hacía reír y que la sabía excitar tal como le gusta. Dijo que me extraña y espera con ansias la llegada de la tarde para conversar conmigo. Sinceramente yo empecé a sentir por ella algo muy parecido, y se lo dije.

Finalmente un día me propuso que hagamos de cuenta que somos amantes y hasta me dijo que si todo sigue así, algún día podríamos vernos en la vida real en algún hotel y hacer realidad todo lo que hablamos, ya que me confesó que muy seguido se masturba pensando en mí. Yo le dije que a mí me pasaba igual. A pesar de estar los dos felizmente casados, planeamos cómo sería ese deseado encuentro.

Cierto día me contó que se había masturbado imaginando un trío entre ella, su marido y yo, por supuesto como simple fantasía, ya que jamás se atrevería a hacerlo realidad. Le pedí que me cuente cómo sería esa fantasía y Chiquita me decía en qué poses le gustaría y que tenía ganas de darme la cola, algo que nunca había hecho con su marido. Me encantó lo que me contaba.

En casa yo andaba distraído, con mi cabeza pensando en Chiquita y cuando hacía el amor con mi esposa, yo imaginaba que lo hacía con mi amante y éso me excitaba sobremanera. Cuando chupaba sus pezones, yo imaginaba que eran los de Chiquita. Cuando mi señora me chupaba la verga yo pensaba en Chiquita...y así con todo. Realmente la extrañaba.

Y así pasaban los días hasta que una tarde en uno de nuestros acostumbrados encuentros clandestinos por el chat, le dije a Chiquita que la quería conocer aunque sea por foto por el momento, ya que jamás me mostró su rostro, ni yo le mostré foto del mío, por respeto a nuestra privacidad. Finalmente accedió a mi pedido y pidiéndome total discreción me mandó una foto de cuerpo completo.

En ese momento sentí un vacío en el pecho, me quedé sin aire y no conseguía salir de mi estupor.

Esa mujer posando desnuda que inocentemente me sonreía desde esa foto era…...mi esposa !!!

Al principio no entendía nada y hasta me sentí defraudado por ella. Varios minutos transcurrieron hasta que pude reaccionar y me dí cuenta que mi señora hacía exactamente lo mismo que yo, aprovechando mis ausencias.

Me costaba asimilar que ella, la inocente mujer con quien me casé, tan tímida y recatada, tenía otra vida en las redes y pedía fotos de penes y se excitaba con un “desconocido”.

Finalmente decidí seguir con el jueguito y no le dije nada.

Chiquita, que en realidad era mi esposa, me confesó que se había enamorado de “Martín” ( el nombre ficticio que yo usaba ) y que por su marido ( o sea yo ) ya no sentía lo mismo.

Ella quería que nos veamos lo más pronto posible y dar rienda suelta a todo lo que hablamos, que sea su amante... “el amante de mi esposa”

Y cómo tengo que manejar ésto ?? Me tengo que sentir cornudo o no ?


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