NUNCA SABRÉ QUIÉN FUE (parte dos)
Por Eunoia
Enviado el 05/06/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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NUNCA SABRÉ QUIÉN FUE (parte dos)
Me levanté y caminé por el espacio entre las tinieblas de la oscuridad. Tropecé con un cuerpo.
Sentí el culo amplio y suave delante de mí. Lo acaricié. Unas manos se colocaron por encima de las nalgas y alcanzaron mi polla, que volvía a estar en forma. Me la menearon hasta que se puso tiesa. Aquellos muslos se abrieron y las manos desaparecieron. Yo toqué por en medio del canal de aquellas nalgas grandes y encontré el agujero de un chocho muy mojado. Metí mi verga y comencé a follarlo. La cogí por la cintura mientras jodía el chocho humectante y desde allí alcancé unas tetas enormes. Los pezones eran también grandes y estaban duros, tiesos. Introduje mi polla hasta lo más hondo de la vagina, estrellando mis pelotas en la boca de aquel suave culo. Seguidamente, escuché gemidos, y la cintura comenzó a moverse violentamente con mi tranca en el interior del chocho. Se estaba corriendo conmigo dentro. Un nuevo espasmo recorrió mi polla y dejé que mi eyaculación se descargase con sacudidas enérgicas, dentro del conejo caliente y chorreante, mientras apretaba los pezones entre mis dedos.
La mujer se giró y frotó su higo caliente, por el que manaba mi propio semen, contra mi vientre. Se escurría la leche y me untaba el vello púbico. Una mano me condujo a través de las tinieblas. Sabía lo que buscaba. Se soltó y un segundo después me llevó de la mano de nuevo. Caminé unos pasos en redondo. Me hizo agachar la cabeza y me besó ansiosamente. Su lengua recorría mis labios, penetraba en mi boca, ensalivada y ardiente. Escuché un sonido en el otro lado. Y la cabeza de la mujer comenzó a subir y a bajar: alguien estaba follando con ella. Se oía el sonido líquido. Metía su polla en el chocho que acababa de recibir mi eyaculación. También percibí un gemido masculino y un instante después la mujer dejó de moverse. Había una larga respiración fatigada hacia la parte de las extremidades inferiores, que venía hacia mí. Un cuerpo de pegó al mío. Tanteó mi cuerpo hasta que llegó a mi verga ya erecta otra vez. La agarró y la meneó enérgicamente. Yo me eché para delante y me apoyé en el pecho de la mujer. Sus tetas se movían al compás de la masturbación. La mano apretaba con un ritmo frenético y todo terminó cuando el dolor de mi última eyaculación hizo salir disparado un chorro espeso de leche, que cayó sobre mis manos y las tetas de la mujer. La mano soltó mi tranca y noté cómo la mujer se frotaba el esperma por las mamas.
Completamente satisfecho me alejé y me dentro en el suelo. Un rato muy largo después la luz se encendió de nuevo e iba gran algarabía llenó la sala. Los cuerpos desnudos iban de un lado para otro. Algunos estaban todavía en plena jodienda y siguieron hasta el final. Otros iban recogiendo su ropa y vistiéndose.
La celebración había terminado.
Ya en mi cama me puse a recordar y me di cuenta de que no podría distinguir la mano que me hizo correr en las tetas de la compañera y tampoco aquella mamada tan experta, que sabía cómo lamer y sobar mi capullo en los puntos exactos que produjeron la eyaculación más intensa de toda mi vida... como si se tratase de alguien que conocía por propia experiencia como conducir una polla al paraíso donde correrse inolvidablemente.
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