EL DÍA QUE FUI A LA RADIO

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Hace un tiempo que por mediación de un familiar que trabajaba en una emisora de Radio que había en Barcelona fui invitado a colaborar en un programa divulgativo de la misma, para hablar del tema paranormal. Y he de confesar que la experiencia en este medio de difusión me pareció tremendamente gratificante, ya que en él la palabra adquiere un gran valor.

Me hallaba en una estancia amplia, con unos grandes ventanales que daban al centro de la ciudad a través de los cuales se filtraban los rrayos del sol,en compañia de una guapa locutora argentina que era asimsmo la esposa del director de dicha emisora.

Recuerdo que cuando terminó aquella sesión vino a hablar conmigo el hombre que había ideado aquel programa de entrevistas con una expresión asustada; como si yo fuese un ser de otro planeta, a tenor de los singulares casos que había contado frente al micrófono, 

- Bueno. No soy ningún bicho raro. En realidad soy un tipo normal como cualquier otro - le dije al ver su pasmada mirada-. En la vida suceden cosas sorprendentes. Muchas veces no buscamos el misterio, sino que éste viene a nosotros y entonces es necesario preguntar e investigar. Es aquello que se dice en muchas ocasiones. Nosotros no soñamos, sino que somos soñados.

- Ya veo. Como el amor, que sin pretendrlo nos sale al paso- respondió él-.Supongo que serás un romántico.

- Pues no demasiado.Me aburren bastante las escenas amorosas en las películas. Además me parecen que son muy pretenciosas y falsas. Existe la polarización de que se es materialista o idealista; y esto es una solemne tontería. Lo normal es ser algo materialista y algo idealista; es decir un término medio. A todo el mundo le preocupa su trabajo, sus ingresos que es lo que sirven para vivir; y a la vez desear ser amado por alguien. Poder soñar. Lo malo es ser radical, dogmático en cualquiera de estas dos posturas en las que subyacen sin duda problemas psicológicos.

- Claro. ¿Así tu crees en el amor? - inquirio el director de la emisora.

- Tal como se enfoca ahora, no. Se confunde pasión por amor, que es generosidad y paciencia con la pareja. Muchas veces la pasión se ve agravada por la soledad y esto es un peligro porque en ocasiones uno para huir de esta soledad, se compromete con alguien a quien le atribuye unas cualidades que no tiene, y luego en la intimidad pueden surgir sorpresas.desagradables. Yo creo en la afinidad de carácteres, de sensibilidades. El amor emana dentro de lo posible, del conocimiento del otro, no de Cupido - le respondi-. Pero parece que estas afinidades personales no se tienen en cuenta. Hay un olvido del ser..

- Comprendo, comprendo...¿Qué te parece el feminismo? - me solto de pronto. Parecía que con aquel interrogatorio, debido a mi afición al mundo del misterio yo viviese en una urna de cristal y me olvidara del aspecto mundano.

- El feminismo radical que tiene al hombre como el villano de la película, es nefasto, calumniador, ridículo y antinatural. Esto me da que pensar que muchas damas no aprecian nada al varón por lo que es. No lo respetan, y lo utilizan como a un semental y a un cajero automático. Pero yo considero a la mujer -que no es igual que el hombre- por encima de todo una persona; un ser humano como los demás a la que hay que respetar sin subirla nunca a un altar. Y como persona que es, tiene unas posibilidaes que debe de .vivirlas. Conocí a una mujer que tiene una niña pequeña que me dijo: "Me siento realizada como madre y como persona porque me entusiasma mi trabajo". Y esto no tiene discusión alguna.  

- Hay muchas noticias sobre corrupción. ¿Qué piensas al respecto?

- En nuestro país cae simpática la figura del pillo, que es una herencia de la picaresca del siglo XVl en la que muchos sujetos engañaban, estafaban para tener algo que comer. Pero esto viene de mucho antes. Me solidarizo con el filosofo José Ortega y Gasset en su libro LA ESPAÑA INVERTEBRADA, en la que dice que los romanos que vinieron a la Península Ibérica que eran gentes del final del Imperio Romano ya eran tremendamente corruptos. La corrupción, junto con las invasiones de los bárbaros y el Cristianismo  fue una de las causas que acabaron con el Imperio. Por tanto no creo yo que esto tenga solución, porque es algo que se lleva en los genes.

- Nuestra sociedad cambia constantemente; y más que lo hará con la emigración que nos viene de otros pueblos y de otras razas. ¿Qué opinas de esto? - quiso saber mi interlocutor.

- Es normal que personas que apenas pueden vivir en su lugar de origen sea por las guerras o la miseria busquen otros horizontes mejores, porque el ser humano anhela respirar. Siempre ha sido así en la historia de la Humanidad. Pero quien venga a Europa tiene que respetar la Ley y nuestras costumbres. Y si hay alguien que comete delitos tiene que ser castigado por la Justicia como cualquier otro. No puede ser que por el hecho de ser de otra raza como sucede a veces según los políticos, se le perdonen sus fechorías. 

- ¿Te interesa la política?

- No. Si estuviera en mi mano eliminaría las ideologías, que hacen que los grupos se comporten como sectas laicas y provocan la mala convivencia en la población, porque en realidad la gente se deja influir por las peleas sectarias que apareen en la televisión. Esto de que cada uno tiene un modo de pensar es mentira, porque aquí nadie piensa y lo que prevalece en el ánimo del espectador son los prejuicios, el fanatismo y los dogmas de la secta contra el adversario; sean del color que sean. Yo prefiriría una Constitución clara, y consistente, bajo la cual hubiese unos simples gestores libres de ideologías que administrasen los bienes de la comunidad, y que ffueran renovables cada catro años. Y quien no se atenga a las normas; o robe pues a la cárcel sin contemplaciones.He hablado con personas a fondo, y he visto que la gente normal, es mejor de lo que aparenta, porque a fin de cuentas lo importante es lo que cada cual da de sí que se manifiesta en el día a día. Pero sucede que un gran parte de la población  al estar influida por el negativo ruido político se desorientan, y se enfrentan con quienes están en su círculo social. Así se han destruido muchas familias. Nosoros, que en esencia somos romanos, ahora estamos viviendo una decadencia similar a la de aquel lejano entonces. Y no lo digo yo, sino que lo dicen muchos historiadores.

Tras aquella entrevista con el director de aquella emisora de Radio que me quería conocer más a fondo, me despedí de aquel lugar y me dirigi a mi casa.

                                                                 FRANCISCO MIRALLES PÉREZ

 


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