FERROCARRIL INTERFRONTERIZO (uno)
Por Eunoia
Enviado el 29/05/2025, clasificado en Ciencia ficción
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FERROCARRIL INTERFRONTERIZO
Nueva Rodhesia (uno)
Valéntin Kriepps seguía maravillado por el suelo de color cobalto del planeta. Cuando B-650i fue descubierto por los sistemas astronómicos el alborozo fue general: habían descubierto un planeta en el cual destacaban amplias franjas de color azul que podrían ser indicio de existencia de extensiones de agua en su superficie. Posteriores estudios con instrumentos más sofisticados enfriaron las expectativas: la coloración azul oscuro del planeta era debida a su riqueza en minerales, particularmente cobalto. Así que, finalmente, la comunidad científica dejó el relevo a las decisiones gubernamentales, que decidieron entregar la colonización del pequeño planeta al interés de las compañías privadas.
Valéntin formaba parte de la nueva expedición de trabajadores que sustituiría a la antepenúltima misión de Minerocorp8 en B-650i. La única linea del ferrocarril corría sobre la estrecha guía magnética que sustentaba el largo convoy. Alrededor únicamente se veía el mar azul del mineral, pequeñas lomas y de tanto en tanto los colosales almacenes en los que los robots trabajaban incesantemente en los diversos procesos relacionados con la explotación mineral.
El viaje desde la Estación Espacial hasta la sede central de la Compañía, en Nueva Rodhesia, tardó unas escasas dos horas en llegar a su destino. Los setecientos miembros de la expedición de apearon dentro de la cúpula vítrea y las largas cintas peatonales les condujeron al control de personal. Allí, los datos y credenciales personales que archivaban en sus terminales fueron validadas y pasaron a los centros residenciales para un descanso pagado de tres días, en los cuales pasarían una revisión médica antes de ser destinados a los laboratorios y salas de control de los procesos productivos, de extracción, verificación, almacenaje, distribución y exportación.
Valéntin siguió las largas colas en mostradores y pasillos hasta llegar frente a un sonriente androide con rasgos asiáticos, una vez, efectuado el último chequeo, lo dirigió hacia la tercera torre del albergue para los empleados. En su terminal aparecieron automática e instantáneamente las diversas aplicaciones que le permitían franquear las puertas de los ascensores y la de su habitación en la decimonovena planta del descomunal edificio.
Por lo pronto, tomó una refrescante ducha y se cambió de ropa, colocando las prendas usadas en el armario de lavado y secado que había junto a la salita de higiene personal. Inmediatamente hurgó en la pantalla de su terminal los diversos servicios y encontró lo que buscaba, el intercambiador de citas. Kriepps sabía, porque había asistido a los obligatorios cursos de Minerocorp8, lo necesario para que su estancia en Nueva Rodhesia le resultase suficientemente placentera como para querer renovar su contrato de un año solar en la Compañía.
Como sus gustos eran heterosexuales, estableció contacto con la sección 1 del programa de citas, llamado Venus y la opción A, la habitual, denominada Ebony, la más económica. Aunque ya le habían ingresado el montante de crédito correspondiente al primer trimestre, ignoraba en detalle el coste de todos y cada uno de los servicios que le ofrecía la sede central; había de ser prudente para no quedar en deuda con la Compañía y verse obligado a renovar obligatoriamente su contrato. Para las aspiraciones profesionales de Valéntin, B-650i era únicamente un primer peldaño en una escalera que él imaginaba de ascenso hacia la sociedad elitista de la Tierra, a su regreso.
Cerró la aplicación. El mapaguía, descargado con el conjunto de programa y aplicaciones generales del centro residencial, le guío a través de las plantas, donde estaban la cafeterías, restaurantes y comercios varios para los empleados, hasta llegar a una gran sala circular cuyos tabiques exteriores estaban pintados de un fuerte color rosado. Al entrar su terminal parpadeó un instante al efectuar el cobro instantáneo. El suave aroma perfumado del gigantesco local y la música ambiental le resultaron extremadamente gratos. Tras un largo mostrador de luces reflectantes dos docenas de androides de los más variados aspectos atendían a los clientes. Junto al precio de la entrada estaban incluidos la bebida y el servicio de los y las trabajadoras sexuales.
Valéntin se acomodó con una bebida de color magenta y esperó a que la chica que había elegido le localizase con la clave emparejada de ambos terminales. A los pocos minutos ella se acercó al mullido y largo sofá en el cual dos parejas se besaban ardorosamente. Valéntin observó la brillante piel oscura de la chica, la forma de su cabeza rapada, los ojos rasgados de mirada clara, la boca sinuosa, el dibujo de los pezones marcados bajo la blusa color octe brillante, las moldeadas piernas dentro del pantalón negro.
—Soy Judith —se presentó—.
—Valéntin —dijo Kriepps— ¿Te traigo algo de beber?
—Kalti, por favor.
Valéntin ladeó la cabeza con una sonrisa.
—¿Es una bebida nativa?
También ella devolvió una sonrisa y asintió.
—Pero, aquí, no hay nada nativo... —vaciló un momento— Valéntin. Todo es de la madre Tierra o de los satélites de la Confederación galáctica.
—Claro —repuso él levantándose de camino al mostrador.
Cuando volvió, ella había abierto los botones de la blusa. Los senos, voluminosos y firmes, estaban casi salidos; la parte superior de sus grandes aréolas eran tentadoramente visibles.
—No te había visto antes, ¿verdad? ¿Eres de la nueva expedición..?
Kriepps bebió y afirmó con la cabeza.
—(Risueño.) Sí..., acabamos de aterrizar. —La estudió en silencio, disimuladamente y continuó—: ¿Lindo nombre..., Judith?
Judith sorbió de su alto y estrecho vaso.
—Ya sabes...
Ambos siguieron en silencio un rato, hasta que la mujer dijo:
—¿Vamos? Mi apartamento está en el edificio Z del bloque Amber.
Kriepps se levantó.
—Te sigo.
Los dos salieron y Judith eligió de las dos la cinta peatonal en sentido derecho.
—¿Estarás cansado del viaje?
—Después del aseo..., no, gracias. —Ahora fue ella quien estudió los rasgos de Kriepps. Tenía un rostro agradable. De nariz pequeña, ojos verdes, cabello moreno y corto, con canas en las sienes, labios relajados, mentón prominente y una altura de cerca de metro ochenta, delgado y de andar ágil. Se mantenía al paso rápido de la chica.
Bajaron de la cinta en un cruce a unos diez o quince minutos de la sala de citas. Judith, seguido de Valéntin abrió la puerta del apartamento, compuesto de una sola habitación y una ducha abierta al cuarto. Una vez dentro, la mujer se desnudó completamente ante la mirada de Kriepps y fue a la ducha. Era una mujer muy hermosa, de raíces terrestres africanas. Él admiro las formas atractivas de su desnudez sintiendo la excitación y crecer el deseo. Cuando ella salió del mecanismo secador le inundó el olor perfumado de su cuerpo.
(Capítulo 1 de la saga REBELIÓN)
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