Otra prostituta hallada muerta en el Manzanares. De nuevo la misma noticia en el periódico. No me habría detenido en ella de no ser por una foto que captó mi atención de inmediato. Era ella, Katy Uxal, la chica que había estado viniendo a mi consulta en los últimos meses. Era una inmigrante rumana. Me había estado contando sus problemas y yo le di pautas para tratar de arreglarlos. Lo que nunca me dijo es que trabajaba en un motel de mala muerte frecuentado por camioneros en la Nacional VI. Ella tan solo me decía que su marido la pegaba con cierta frecuencia. La aconsejé que lo denunciara pero me dijo que no lo hacía por sus hijos. Me contó que cada vez tenía menos ingresos y que a veces no llegaba a fin de mes. Decidí investigar por mi cuenta para enterarme de lo que había pasado realmente. Hablé con mis contactos de la policía y, al cabo de unos días, me dijeron donde había trabajado Katy.
Eran aproximadamente las dos de la mañana cuando detuve mi coche delante del hostal El Paraíso. Para que nadie me reconociera, me había puesto una camisa hawaiana y un bigote como el de Armond, el gerente del White Lotus. Me atendió un camarero que me resultó vagamente familiar. Le pedí un vino y me lo sirvió de una manera un tanto particular. Sujetaba el cuello de la botella con el dedo índice estirado para impedir que se derramara una sola gota.
- ¿No habrás trabajado en Mallorca verdad?
-¿Qué coño te importa? Aquí se viene a follar - la verdad es que le recordaba más amable.
Enseguida se me acercaron dos putas chinas.
-Hola guapo, ¿nos invitas a champagne? -Una me pasó la mano por la cintura. A la otra le hice un gesto para que nos dejara solos.
-Vamos arriba.
-"Clalo. Pol supuesto" -me dijo y nos subimos a la habitación.
La decoración era impersonal. No faltaban el farolillo rojo ni la mesilla de noche con el típico gato dorado moviendo la pata arriba y abajo como si estuviera rindiendo pleitesía a Mao Tse-Tung. En la cómoda había una estatua bastante hortera de un Buda. La puta me sonrió. Le faltaban dos dientes. Me puso la mano en el hombro y se la retiré con delicadeza.
-Sólo quiero hablar -le mostré la foto de Katy.
-Son 100 "eulos, caliño" -me dijo. -Abrí mi cartera y le pagué.
-¿La conoces verdad?
-"Mujel" del dueño.
-¿Cuándo la viste por última vez?
-"Ayel" por la noche.
-¿Dónde está él?
-Joaquín está abajo.
-¿El camarero?
-Sí.
-Xiè xiè.
Hablé con Joaquín.
-¿Que tal con Yinuo? ¿Pura dinamita eh?
Le dije que quería hacer negocios con él. Que tenía un catálogo con más chicas chinas que le podían interesar.
- Empezamos a entendernos -me dijo-. Estoy renovando la plantilla. Las rumanas que tenía ya no valen una mierda. Viejas, con las tetas caídas y desinfladas. Además, no hacían otra cosa que quejarse. Los clientes ya buscan algo nuevo, ...diferente. Las chinitas no se quejan nunca. Y encima trabajan las horas que haga falta.
-Pues tengo justo lo que te interesa para que completes tu plantel. Lo único que me tengo que ir ya. Uno tiene mujer e hijos, ya sabes. Vamos a mi coche y te dejo el catálogo. Así te lo vas pensando. Otro día vengo y ya concretamos.
-OK.
Salimos afuera en dirección a mi coche.
-Lo tengo en el maletero. -Lo abrí-. Ah, espera, te voy a dejar mi tarjeta por si te decides antes. -Fingí que se me caía la cartera al suelo y el muy idiota se agachó a recogerla. Agarré el bate y le reventé los sesos. Ahora era yo quien tenía que echar la basura al río.
FIN
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