LA BRUJA Y EL MAGO
Al llegar a un claro del bosque, allí donde está la laguna en la que viven ocultos los cisnes y los tritones, la bruja se tropezó con el mago.
La bruja extendió el brazo, cerró el puño y al volver a abrirlo aparecieron once rosas rojas. La bruja las sopló en dirección al mago, que abrió su capa y las envolvió en ella.
El mago giró sobre sí mismo, extendió las alas de la capa y once mariposas de múltiples colores volaron, como si fueran hojas de un árbol, hacia la bruja.
La bruja las recogió en sus brazos, cerró los ojos y se transformó en once pequeñas luces que desaparecieron, como hace la niebla al contacto con la luz del sol.
El mago hizo una señal con sus manos en forma de espiral y se convirtió en once luciérnagas, tan brillantes como la luz de la luna que rodearon la figura invisible de la bruja.
La bruja se convirtió en lluvia que comenzó a caer sobre la laguna. El mago, reapareciendo con forma de rana, saltó y se aposentó sobre una roca bañándose bajo el agua de lluvia.
La bruja se hizo visible, se despojó de su manto violeta y sus ropas y se sumergió en las transparentes aguas de la laguna.
El mago adoptó la forma de un pez escarlata y también desapareció bajo la superficie plateada de las aguas que la luna, recién aparecida, iluminaba.
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