El lago de las costosas ilusiones (2ª parte. Final)
Por El Manso Embravecido
Enviado el 05/06/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Alberto se une a una pareja muy atractiva, parecen nórdicos. Son rubios y con ojos azules los dos. La chica le está practicando una felación a su hombre, pero la verga es tan larga y gorda que no da abasto. Alberto está tan caliente que no se lo piensa dos veces y ayuda a la chica a manducarle el rabo a su macho.
--Saboréale la polla a mi hombre. Déjasela bien ensalivada. Métete su mástil hasta el fondo. Eres un buen marica –comenta la chica, mientras suelta unas carcajadas riéndose del oportuno espontáneo.
Alberto se unió a la pareja para ayudar a la chica y quitarle trabajo, y lo que consiguió fue convertirse en carnaza, en instrumento de burla para la chica. Pero no le importa, le excita sentirse humillado por una buena hembra.
Pusieron en práctica varias posturas (la hembra a cuatro patas, recibiendo polla por boca y coño; sándwich acostados; sándwich de pie; etc). Cuando Alberto ya no puede retrasar más la eyaculación, la chica se coloca de rodillas ante su polla. Alberto le deja el rostro bien regado de chorros de lechada. Después se arrodilla y le lame la cara a la mujer, tragándose su propia leche. El novio de la chica se puso tan cachondo al observar la escena, que se acerca a los dos (y aprovechando que están de rodillas en el suelo), se corre en la cara de ambos. Estos practican un swapping entre ellos y al final, Alberto se lo traga todo. Las dos lechadas que se engulló (la suya y la del maromo), le hicieron eructar y todo.
Se despide del grupo y sigue su camino. Se encuentra con algunos personajes históricos (que prefiere guardar en el anonimato), y que se están poniendo las botas en diferentes situaciones sexuales.
Lucifer lo aborda en el camino y le dice:
--Alberto, te reclaman en el Cielo. El Ser Supremo dice que le perteneces a él y que debes subir a su Paraíso Celestial, para adorarlo y venerarlo por los siglos de los siglos, amén.
--Pues va a ser que no. Prefiero quedarme aquí. Dile a Dios, que si quiere que lo adore o venere que baje a los Infiernos. Con un poco de suerte, para él, igual le follo el orto.
Lucifer suelta unas carcajadas y dice:
--No hay duda, tú eres un discípulo de los míos.
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