Una joven me seduce por instagram
Por DivasSensuales2.2
Enviado el 09/06/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Soy un hombre de 38 años, con un trabajo de oficina que me alcanza para vivir en el centro de la ciudad. Una noche, al llegar del trabajo, entré en mi departamento y noté que alguien había dejado una nota por debajo de la puerta. Era una hoja de cuaderno doblada que tenía escrito “Sígueme en instagram” y un nombre de usuario. Me causó curiosidad, pero no le di importancia, simplemente lo ignoré.
Un par de días después nuevamente había una nota con el mismo tipo de papel, decía “No te arrepentirás” y el mismo nombre de usuario, esta vez decidí investigar. La cuenta no tenía fotos ni seguidores, la seguí sabiendo que al primer mensaje extraño la bloquearía de inmediato. No pasaron ni 5 minutos y recibí el primer mensaje, un “Hola señor” y varias fotos de sus labios, comenzamos a chatear y afirmó conocerme en persona y que era mi admiradora.
Solo con sus labios no sabía quién era, así que seguí haciendo preguntas. Coqueteos sutiles fueron aumentando la temperatura y ella empezó a dejar pistas, “tengo 20 años” escribió luego de enviar una foto de sus senos, “vivimos en la misma zona” junto a una foto de sus piernas y por último “ayer nos saludamos” junto a una foto con las piernas abiertas mostrando su vagina. Con esas pistas pensé en compañeras del trabajo o vecinas, pero no podía estar seguro, lo que vi en esas fotos era primera vez que lo veía.
Además de las fotos hablamos de otras cosas, resultó ser una chica muy interesante, por varios días traté de descubrir quién era, mi corazón se aceleraba con cada mensaje, mi imaginación desbocada luego de cada foto. A los días de estar conversando me dijo que estaba lista para revelar su identidad. Aún pensaba que era una broma u otra cosa, pero me propuso tomar un café justo frente al edificio donde vivo, sospechoso, pero acepté.
Al llegar la hora acordada fui al lugar y esperé sentado unos minutos, mirando a los lados, tratando de descifrar a todas las chicas del lugar. En eso se acerca una de las cajeras del sitio con un café y dice “Hola señor, le traje el café que siempre pide, pago yo porque fui yo quien lo invitó a venir”. Era Abi, la chica que siempre me atiende en las mañanas, la que sabe de memoria mi orden, la que incluso ha llevado café a mi apartamento cuando pido a domicilio. Ahora todo tenía sentido y sí, sus labios, su figura, si era ella. Me dijo “Acaba de terminar mi turno ¿Podemos conversar en otro lado?”. No perdí la oportunidad y la invité a mi apartamento, respondió que con gusto me acompañaba, solo debía esperar que se quitara el uniforme y nos íbamos.
Al llegar al apartamento nos sentamos en el sofá. Me confesó sentirse atraída hacia mí desde el primer día, que siempre quiso darme su número, pero además de que tiene prohibido coquetear con los clientes, no sabía si me gustaban jóvenes como ella. Le dije que era una mujer muy linda, que también me parecía atractiva y que me sentía halagado por sus palabras y su ingeniosa manera de volverme loco, que cada noche revisaba sus fotos y que moría por verla en persona.
Dijo “Le voy a demostrar que si eran mis fotos”, se puso de pie y se desnudó frente a mí preguntando “¿Qué opina, señor?”. “Sí, sin duda, eres tú” respondí y extendí mis brazos para acercarla a mí. Mis manos recorrieron sus firmes piernas y gentilmente apreté sus nalgas, se sentó en mis piernas y nos besamos. Mi erección ya se sentía, ella tocó por encima de mis pantalones y preguntó “Señor, ¿Puedo?”. Yo mismo saqué mi pene, estaba duro como una roca, ella suspiró asombrada por el tamaño y sonrió como pensando “Conseguí lo que quería”.
Se arrodilló y comenzó a masturbarme lentamente, me miró con sus bellos ojos color café y sin apartar la mirada metió la punta de mi pene en su boca. Su lengua jugaba mientras sus labios apretaban suavemente de arriba a abajo, por toda la longitud de mi miembro. Luego deslizó una de sus manos hasta su clítoris y se tocaba al mismo tiempo que me devoraba. Cerró sus ojos sin detenerse, yo pasaba mis dedos entre su cabello, disfrutando la chupada y el hecho de tener a una chica preciosa haciendo eso para mí.
Pasaron un par de minutos, se paró, me miró como un felino a su presa y me besó en la boca nuevamente. La tomé por el cabello e incliné su cabeza para besar su cuello y luego bajar a sus perfectos y redondos senos. Con la otra mano tomé mi pene y lo rocé en su vagina, pasándolo entre sus labios mojados. “Eso se siente muy rico señor” susurró con una voz dulce y cálida.
Ella misma se acomodó en 4 sobre el sofá, levantando su firme trasero hacia mí y con esa linda voz que ya mencioné me pidió que la penetrara con la frase: “Señor, lo quiero sentir dentro de mí”. Con gentileza introduje mi pene, ella volteó a verme y cuando estuve dentro por completo soltó un fuerte gemido que la hizo cubrirse la boca por vergüenza.
Comencé a mover mi cintura, entrando y saliendo de ella. No probaba una vagina de su edad desde que yo tenía esa misma edad, tan húmeda, caliente y apretada. Me daba la bienvenida en sus profundidades con cada gemido. Vigorosamente, rebotaba en la delicada piel de sus nalgas, cada vez más rojas por cada impacto.
Mientras seguía bombeando dándolo todo, su espalda se llenaba de gotas de sudor, temblores recorrían su hermoso cuerpo, ella solo repetía “señor” y no podía articular una palabra más envuelta en el éxtasis del momento. Sentí cómo también yo estaba a punto de llegar, aumenté mi velocidad, esperé hasta último momento y saqué mi pene lleno de fluidos para eyacular en sus nalgas. Hasta yo me sorprendí de la cantidad de semen que salió de mí.
Luego de asearnos, conversamos un rato, ella dijo que tenía que irse, la acompañé a la puerta y antes de salir nos volvimos a besar. Ella se acercó a mi oído y se despidió luego de susurrar “Le dije que no se iba a arrepentir si me seguía en instagram”.
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