La metamorfosis de kuky Montesinos

LA METAMORFOSIS DE KUKY MONTESINOS.

Se miró al espejo de nuevo, y lo comprobó por tercera vez: si movía un brazo, entonces su reflejo se movía igualmente; si guiñaba un ojo, su imagen le devolvía el guiño. No había duda: todo era real. Pero la persona que veía reflejada era completamente diferente, para nada se parecía a ella. ¿Le pasó algo parecido a Dorian Gray y su retrato? Era todo increíble.

El espejo le mostraba que era muy distinta, tremendamente más fea que antes de acostarse. De sus detalles varios de belleza, que ella sin duda poseía, no quedaba nada, absolutamente nada. Fue entonces cuando, confundida, viendo aquella imagen que no conocía para nada frente al espejo, exclamó:

— “Pero esto, ¿qué coño es?”

En el aparador, delante del espejo, descubrió una nota, pequeña pero visible, como si alguien la hubiese dejado allí por casualidad. Pero aquella mañana, casualidades más bien pocas. En la nota ponía una frase escueta:

— Relájate. Haz sonar la campanilla y sobre todo no te preocupes.

¿Campanilla?, pero… ¿De qué campanilla le hablaban, si ella no tenía? Tuvo que entrar en el cuarto de baño, para poder descubrirla. Una campanilla de oro o material similar. Le dieron ganas de tirarla a la papelera, pero volvió al cuarto y la hizo sonar. ¿Qué sería este juego?

Apareció entonces un mayordomo elegantemente vestido que se dirigió a ella en un correcto francés y le ofreció:

— Bonjour madame. El desayuno está puesto y como siempre con abundante fruta. Las fresas parecen exquisitas.

Ella iba a decir algo, pero el mayordomo se marchó por donde había venido sin darle opción. Entonces exclamó por segunda vez

— Insisto. Esto… ¿Qué coño es?

Se quitó el camisón y se vistió con aquella ropa que no era la suya pero que le venía la mar de bien. Abrió lentamente la puerta del salón. No, ella nunca jamás tuvo mayordomo, es más, en su casa sólo habitaba su querido gato. Podía haber sucedido que su mascota se convirtiera en mayordomo. Qué locura… ¿Podía ser todo esto obra de su ex? Su ex era idiota, entre otras cosas, pero no hacía magia.

Allí estaba el desayuno perfectamente puesto, en vajilla de plata y su cola-cao preparado como a ella le gustaba. Podía haber hecho miles de cosas, pero no se le ocurrió nada mejor que sentarse y probar. Tenía hambre.

El croissant calentito, el zumo de naranja exquisito, una palmerita de chocolate... entonces exclamó:

— Estaré horrible y no sé qué demonios pasa, pero este croissant está genial.

Después de tan tremenda frase, se quedó mejor, aliviada. Y se percató de que tenía preparada la prensa junto al desayuno, 2 periódicos nada más y nada menos. Del día de hoy, por supuesto.

Se puso a leer los titulares, y entonces se dio perfecta cuenta.

“Hoy, 9 de junio, se celebrarán las elecciones europeas. Europa se la juega en las urnas”

Y se acordó de que era miembro de una mesa electoral. Y toda esta historia del mayordomo y la campanilla fue lo que ella le contó, sin un ápice de exageración, algo más tarde, a eso de las 8 de la mañana, a los miembros de la junta electoral, para ver si todo aquello del espejo y desayuno riquísimo era eximente para eludir la mesa electoral.

Pero se lo repitieron una y otra vez, por activa y por pasiva: si su gato es el mayordomo, nos parece todo muy bien, incluso tiene su lógica, afirmaron, pero sigue siendo presidente de la mesa y no hay Dios ni gato que le libre de ello. Esa milonga no cuela.

Ella, atribulada, se sentó en su mesa electoral y comenzaron así las votaciones. Cuando volviera a casa buscaría la campanilla de los misteriosos desayunos con ricos croissants. Qué cruz Maryluz, ser miembro de una mesa electoral. Deberían pagar más.

Suerte Europa!!! (y no votar a quien no se deba votar)