LA CULTURA DEL ODIO

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Imaginemos que dos sujetos de una misma empresa cualquiera van a almorzar en un restaurante, y uno de ellos llamado Pedro devora con fruición el plato que ha elegido, y entonces su compañero de mesa de nombre Antonio le reprocha con agresividad y grandilocuencia una supuesta avidez en la comida, cuando en realidad el que siempre llama la atención a los demás comensales por su desmesura en la mesa es el propio Antonio. Lo que en realidad está sucediendo es que Antonio que es incapaz de conocerse a sí mismo; no ha reflexionado nada sobre su persona y proyecta sobre su compañero su gran defecto de glotonería en un acto de autodefensa, dado que Pedro con su temperamento abierto y alegre pone en evidencia ante sí mismo la mezquindad anímica y el complejo de inferioridad que Pedro sufre  "Yo seré un desgraciado, pero tú lo eres más" - da a entender el hombre de una manera implicita a través de su negativo comentario a Pedro-.. Además, Antonio se dedica a calumniar constantemente a su colega a sus superiores en la empresa ya que tiene la idea de que éste para alcanzar una óptima situación laboral que a su juicio le correspondería a él conspira contra su persona; por tanto este sentimiento de inferioridad se ve agravado además por una galopante paranoia.Antonio es una víctima a la que todo el mundo quiere pisar; y por supuesto  Pedro es un ser malvado.

Decimos que este caso del odio enfermizo de Antonio hacia Pedro es algo puntual, pero no es cierto. En realidad yo he visto que esta negatividad sucede en diversos colectivos como por ejemplo. artísticos, familiares, laborales; y de investigación científfica desde hace mucho tiempo. Esta proyección de los propios errores a otra persona, a otra entidad que derivan de un engañoso ego que ciega el  autoconocimiento personal  genera un odio irracional hacia el otro, el diferente del grupo, al sujeto que no piensa como yo. Y esta nefasta actitud se transfiere actualmente a las instituciones públicas de nuestro país, que están animadas por un discurso político antiguo del siglo XlX. Me di cuenta de ello en una ocasión en la que entré en un partido político y vi la trasnochada manera de comportarse de sus afiliados; cosa que también han constatado estudiosos de la políítica. Vivimos más del pasado que del presente pero encarrilados en la tecnología.

Recuerdo que cuando yo era pequeño e iba a una escuela de reliigiosos, nos decían que los creyentes evangelistas o protestantes eran una gente malísima; y los perfectos eran ellos; los católicos. Hoy en día han cambiado las formas, el decorado; pero no la esencia porque el fondo de la cuestión sigue igual de estúpido y de intolerante como antes pero que en lugar de atacar a las creencias religiosas la guerra dialéctica ahora se centra en las anticuadas ideologías a través de las Redes  Sociales. No se ha avanzado nada, y el supuesto respeto al prójimo del que tanto se habla ni siquiera se contempla. ¿Cómo puede ser que se defienda el fanatismo de una idea que siempre conlleva enfrentamiento con el adversario? ¿Es que el conversar, el dialogar  es aburrido? ¿Es por pura ignorancia? Eso parece. Pero sobre todo, este fanatismo en las ideas se debe, pienso yo, a un lavado de cerebro orquestado por los partidos políticos a la población que se valen de la demagogia, del prejuicio, y de la mentira histórica. Así en base de este prejuicio absurdo, a este odio tanto subyacente como explícito no tan solo se fomenta una culpabilidad hacia otras maneras de pensar al margen del sistema establecido, por lo que el concepto de libertad se limita a  un formulismo a la hora de ir a votar; en una utopía, sino que también se destruyen familias como ya está sucediendo, al amparro de una guerra entre los dos sexos, como si se pretendiera cambiar a la sociedad.

Estamos inmersos en la cultura del odio social, el cual se ha generado ya desde el mismo hogar familiar de connotaciones materialistas puesto que se da más importacia al tener que al ser, y se culpa al otro de los errores propios. Para sentirnos buenos, hay que culpar al vecino que es malo. Pues esto es una infantil y ficticia manera de proteger una autoestima de la que se carece..Por eso las ideologías y los nacionalismos prevalecen por encima del individuo en sí mismo.

Amigos lectores. No es verdad que en la reunión de los presidentes de las comunidades del país para tratar sobre la financiación de éstas se permitiera hablar en las lenguas cooficiales en señal de respeto a la diversidad de idiomas que hay en la península, como si estuviésemos en el Parlamento Europeo donde hay gente de diferentes paises. Este aferrarse a las lenguas maternas de otras regiones para no hablar en castellano, es una señal más del odio enfermizo y dogmático hacia el resto de España que padecemos desde hace demasiado tiempo impueto por los nacionalistas quienes dicen siempre: " España nos roba" o "España nos maltrata porque es fascista "  puesto que ellos todavía viven en el año 1933, pero que sin embargo se les hace toda suerte de concesiones para que el Gobierno de la nación siga en el "trono" del poder a toda costa.

 Este caso es un reflejo de una paranoia; una enfermedad mental insitucional y político del odio que se enseñorea en nuestra sociedad y que nos puede llevar a un serio conflicto como ya ocurriió en el año 36 del siglo pasado.

                                                      FRANCISCO MIRALLES PÉREZ 

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