El Pacto con el Diablo
Por N. Duna
Enviado el 30/06/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Clara se miró al espejo una vez más, pasando los dedos por las pequeñas arrugas que empezaban a marcarse en su rostro. A sus treinta y cinco años, ya no era la joven que había sido, y cada día el reflejo le recordaba el paso del tiempo. Había probado de todo: cremas, tratamientos, incluso inyecciones que prometían rejuvenecerla, pero nada le devolvía esa lozanía perdida.
Fue entonces cuando encontró el libro.
En una antigua librería de segunda mano, oculto entre volúmenes polvorientos, un grimorio de tapas negras llamó su atención. No tenía título, pero al abrirlo, unas palabras en latín parecían brillar bajo la tenue luz: "Quod desideras, dabo... sed mihi animam tuam." (Lo que deseas, te daré... pero dame tu alma).
Clara no creía en supersticiones, pero esa noche, sola en su apartamento, encendió velas rojas y murmuró las palabras del ritual. No esperaba que funcionara.
Hasta que el aire se volvió denso, y una sombra se materializó frente a ella.
Era alto, de piel cetrina y ojos dorados como el fuego. Su sonrisa mostraba dientes demasiado perfectos, y aunque su apariencia era humana, había algo en él que gritaba *peligro*.
—Has llamado, y he venido —dijo con una voz que resonó en sus huesos—. ¿Qué es lo que deseas, Clara?
Ella tragó saliva, pero el deseo era más fuerte que el miedo.
—Quiero ser hermosa… para siempre.
El demonio rió, un sonido que la hizo estremecer.
—Eso puedo concedértelo. Pero todo pacto tiene un precio.
—¿Cuál? —preguntó ella, aunque ya lo sabía.
—Tres noches. Tres visitas. Y al final, decidirás si quieres seguir… o rendirte.
Antes de que pudiera responder, sintió un calor abrasador en su piel. Se miró al espejo y gritó: su rostro había cambiado. La piel más tersa, los labios más carnosos, los ojos brillantes como si tuviera veinte años otra vez.
—Empieza el juego —susurró él antes de desaparecer.
La Primera Noche
Clara se despertó sudando. Había soñado con él. Con sus manos recorriendo su cuerpo, con su aliento caliente en su cuello. Se avergonzó al notar la humedad entre sus piernas.
Pero no era un sueño.
Él estaba allí, sentado al borde de su cama, vestido solo con sombras.
—¿Lista para tu primera lección? —preguntó, arrastrando una uña afilada por su muslo.
Clara intentó protestar, pero su cuerpo respondió antes que su mente. Cuando sus labios se encontraron, supo que ya no había vuelta atrás.
El demonio no la tocó como un hombre. La poseyó. Cada caricia era electricidad, cada mordisco una promesa de pecado. Le enseñó placeres que ningún amante humano podría darle, y cuando gritó su nombre, su risa resonó en la habitación.
—Esto es solo el principio.
La Segunda Noche
La transformación de Clara era evidente. No solo su belleza era sobrenatural, sino su aura. Los hombres la miraban con lujuria, las mujeres con envidia. Pero solo ella sabía el precio.
La segunda visita fue más intensa. Esta vez, el demonio la llevó más allá del placer físico. Le mostró visiones: orgías en salones oscuros, cuerpos entrelazados en pecado eterno.
—Podrías tener esto para siempre —murmuró en su oído mientras sus dedos la llevaban al borde una y otra vez—. Solo di que sí.
Clara estaba perdida en la sensación, pero algo en su interior aún resistía.
La Noche Final
La tercera noche llegó con una tormenta. El demonio apareció sin aviso, envuelto en llamas que no quemaban.
—Es hora de elegir —dijo—. ¿Quieres esta belleza, este placer… para siempre?
Clara lo miró, temblando. Sabía lo que significaba. Su alma. Su eternidad.
Pero cuando sus manos la tocaron otra vez, la duda se desvaneció.
—Sí —jadeó—. Lo quiero todo.
El demonio sonrió, victorioso.
—Entonces, bienvenida al infierno, querida.
Y cuando sus labios se encontraron por última vez, Clara supo que nunca volvería a ser la misma.
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