LA ANGUSTIA, LA AUSENCIA, LA MUERTE

El móvil da señal de llamada. La noche ha llegado y los ruidos ambientales van menguando. Mira por la ventana y en la calle pasa algún vehículo, varios transeúntes; las farolas de las aceras han parpadeado como si fueran durmientes que abren los ojos al nuevo día.

Vuelve a pulsar: es su número, aparece su retrato; su rostro, aquella mirada suya, el sombrero elegante, el pañuelo en el cuello, sus ojos profundamente melancólicos, los labios delicadamebte latinos.

Da señal de llamada. La angustia se apodera de él, como tantas noches de necesitaría, de buscarla: no está; no estará ya nunca.