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El hombre joven se sienta en el banco junto a ellos. Harry sigue mirando distraído al estanque donde una rana canta. Ella observa el paso de las nubes, sus sombras en la superficie del agua.
Harry ve la navaja de acero.
—Amigo, se está equivocando.
—¡Calla, viejo y suelta la cartera!
—Hijo, yo no lo haría...
La mirada de Harry parece conmiserativa. Ella mira al joven fijamente y de repente pone en marcha su cerebro. La onda neuronal penetra en el cerebro del hombre que resbala al suelo con la boca babeante.
—Funciona, Harry —dice ella imitando un gesto humano.
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