Como Joe Smith-Cohen sabía perfectamente -más él que nadie- la Justicia y los tribunales no han sido históricamente otra cosa que un escenario para ejecutar sentencias establecidas de antemano. Las leyes eran sólo la fuerza de un sector social sobre otro u otros sectores sociales, que carecían de la fuerza necesaria para oponerse e imponerse al que se había apropiado del Poder.
A medida que los dos robot delanteros iban atravesando el largo pasillo, las luces se iban activando; una vez Smith-Cohen y el robot custodio de retaguardia pasaban, las luces se iban atenuando hasta apagarse del todo.
La puerta de la sala de deslizó a un lado, al captar la masa física. La sala era redonda y sobre ella, a una altísima altura, una cúpula vítrea dejaba ver el cielo despejado y azul de enero.
Los tres robots condujeron con gran amabilidad a John S-Cohen al estrado y se colocaron a ambos lados y detrás respectivamente.
Un suave zumbido anunció la aparición del tribunal. En otro estrado más alto se materializaron las tres imágenes holográficas de alta resolución de los tres magistrados. A la derecha del Presidente del tribunal se situó el fiscal, y a su izquierda el abogado de la defensa.
Hablaron en lenguaje robótico:
Presidente: ¿John Smith-Cohen?
Abogado: Está presente, usía
Presidente: Lea los cargos, ministerial de abogacía.
Fiscal: Usía, el aquí presente, honorable reverendo John Smith-Cohen, ha sido denunciado doblemente por la ciudadana Nova-Cecile i-657- Park Central, y por la ciudadana Nova-Eve i-2351- Liberty Avenue.
John S-Cohen levantó la mirada a la cúpula y puso cara de impaciencia.
Presidente: Abogado, ¿reconoce la irregularidad penal el honorable reverendo John Smith-Cohen?
Abogado: Usía, el honorable reverendo John Smith-Cohen admite los cargos y pide la no admisión de la denuncia o, en su caso, la absolución, en base a sus creencias religiosas con eximente de cargo teológico.
Fiscal: Usía, el ciudadano reverendo conoce cabalmente que la ley social robótica aprobada el 12 del mes estacional 9 del año 85 del calendario electrónico.
En un relieve documental apareció el redactado de la ley y el sello de metal plateado del Consejo robótico planetario.
Abogado: Usía, el acusado, honorable John Smith-Cohen, conoce la ley, pero aun reconociendo la legalidad del artículo, alega incapacidad emocional para cumplirla, y reclama la nulidad de las actuaciones, como se dijo previamente.
Presidente: ¿La postura de la fiscalía?
Fiscal: No es la primera vez, usía, que un eclesiástico demandado pide el archivo de la causa y la declaración de nulidad, en base al mismo argumento. Esta fiscalía exige el cumplimiento de la sentencia denegatoria y la inmediata reparación a las partes denunciantes.
El Presidente de la sala de dirigió a Smith-Cohen:
Presidente: En base a los argumentos de las partes presentes, declaro culpable al honorable reverendo John Smith-Cohen de una falta grave de racismo electrónico hacia las acusadas. La ley obliga a los honorables ciudadanos humanos a cumplir los deberes sexuales hacia las ciudadanas androides, cuando éstas les requieran. Esta Presidencia declara improcedente la alegación de la Defensa. Por tanto:
Se dicta sentencia de cumplimiento obligatorio en el día 29 del mes estacional 1 del año 88 del calendario electrónico.
El acusado puede abandonar la sala. Se considerará rehabilitado ante la ley robótica en el momento en que las denunciantes confirmen el cumplimiento de la sentencia. Se levanta la electrosesión.
John Smith-Cohen suspiró profundamente y fue acompañado por el cortejo robótico hacia la sala en la que las dos androides acusadoras esperaban al reverendo.
Nova-Eve i-2351, con una sonrisa llena de picardía se acercó al reverendo y le acarició los cabellos rubios. A su lado, Nova-Cecile i-657 lo abrazó por la cintura y le dijo:
«Lo ves, corazón, ya puedes dejar de sentir remordimientos. Vamos a celebrarlo los tres en una cama redonda». John S-Cohen besó los labios sintéticos de N-Cecile, mientras N-Eve acarició los glúteos de N-Cecile e introducía la mano en el bolsillo derecho de Smith-Cohen y localizaba el objeto de sus deseos.
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