DESAPEGO FILIAL

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Amparo era una mujer que rondaba los seseinta años de edad, y en aquel instante se dirigía al domicilo de su hija Elena con un abultado paquete de ropa que ella había ido adquiriendo a lo largo del tiempo y que ahora la chica la reclamaba.

Cuando Amparo se adentró en la casa que era de planta baja precedida por un magnífco jardín y depositó el bulto en una silla del comedor se aventuró a preguntarle a su hija:

-¿Qué tal estás?

-¡Bien! - respondió Elena secamante-. Anda, vete. Ya te puedes marchar-la despidió con una indiferencia que helaba el alma.

Amparo salió de la casa en volandas,y la dorada luz solar que acariciaba a la vegetación de aquel entorno contrastaba con la tormenta que se desataba en su interior. Entonces la mujer tuvo la convicción de que su hija no la quería en absoluto y que sólo la utilizaba para cosas prácticas.A pesar de que Amparo que en su juventud había sido una funcionaria del Estado y había conseguido ahorrar una buena suma de dinero, por lo que a su hija nunca le había faltado de nada ¿cómo se explicaba que ahora la joven la tratase con aquel desdén? 

Cuando Amparo llegó a su hogar encontró a su marido Oscar leyendo un libro y tiempo le faltó para contarle la actitud de Elena.

- Nuestra hija me odia, y no sé por qué¿Qué le hecho yo?- se quejó la mujer.

- Mujer. No será para tanto - trató de apaciguar Oscar-.Pero sí te digo que hay que saber algo fundamental. Hay muchos jóvenes que piensan que sus progenitores son sujetos de otro planeta. y nos miran por enccima del hombro. Ahora las cosas ya no son como antes que los hijos rendían pleitesía a sus mayoes. Lo que sucede con  Elena es que es hija única y piensa que es la reina del mambo.

Pero Amparo no estaba por sutilezas psicológicas y dejó a su esposo con la palabra en la boca.

Sin embargo Oscar le había dicho a su mujer una verdad a medias, porque él veía que había un algo más sustancial en la postura altiva de su hija. Se daba el caso que su mujer Amparo era de un pueblecito de León, por lo que no había abandonado una ruticidad de aquel lugar, mientras que Elena se había educado en la grn ciudad y se ganaba la vida en una empresa de Infromática. Oscar ya había visto a varias familias de emigrantes que habían venido a Barcelona o a Madrid de diferentos lugares de la península para mejorar su nivel de vida, cuyos hijos se habían integrado en la dinámica urbana pero en cambio sus familiares no se habían sabido adaptar en aquel nuevo contexto y esto a dichos jovenes les molestba; se avergonzaban de la tosquedad familiar.

Un día por la tarde Oscar fue a visitar a su hija y en medio de una banal conversación Elena le reveló a su padre con cierto pesar:

- Mamá nunca me ha querido. Y esto que yo de pequeña era muy buena niña, y sacaba muy buenas notas en la escuela.

-Esto no es cierto. Sí que te quiere. Y me consta - le replicó Oscar--.Pero ella había asumido el severo modelo de su padre a quien admiraba, y esto ha sido lo que ha ocurrido. Hablando claro, a tu madre.le ha faltado saber dialogar. Tener más flexibilidad contigo. Por ejemplo haberte acompañado a ver espectáculos como muchas madres hacen con sus retoños;  o sencillamente haber ido de compras contigo. En suma, haber establecido una connivencia afectiva, femenina contigo. Porque no todo consiste en comer, en ir al medico cuando el hijo o la hija lo necesita, o llevarlo a la escuela. ¿Por qué ha sido incapaz tu madre de rr a ver una película contigo? No se vale aferrarse al yo soy como soy y ya está, porque el ser humano necesita más comunicación.

Elena se calló y no supo que responder.

-... Pero esto no quiere decir que tu madre no te quiera.

Mas la explicación de Oscar no convenció demasiado a su hija. Pues era eviente que a ella su madre no le gustaba en absoluto y tenía el agrio recuerdo de su relación con su progenitora

Por ello Oscar dedició no intervenir entre aquellas dos mujeres,

                                                               FRANCCISCO MIRALLES PÉREZ


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