JUGUETITO SEXUAL

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Lo esperaba con impaciencia cuando llamó a la puerta el servicio de paquetería. Hacía un par de días que había decidido darme un caprichito para mis juegos sexuales. El sobre marrón me hizo tanta ilusión, que me hubiese gustado abrirlo en ese mismo instante, pero asuntos laborales me hicieron dejarlo para la tarde. Me pasé el resto del día pensando en el momento de sacar el juguetito de su caja, y cuando al fin pude hacerlo, estaba tan excitada que deseé probarlo inmediatamente.

Rompí la caja al sacarlo, pero mereció la pena. El tacto de ese dildo rosa palo me puso a cien. Suave, duro y con algunas rugosidades para aumentar el placer. Me noté completamente mojada y eso que aún no había empezado a jugar.

Candé la puerta de mi cuarto y apoyada en ella comencé a acariciarme por debajo de la ropa. Las ganas locas que tenía, me hicieron soltar un gemido de placer. Me quité la camiseta de algodón blanco. El dildo acariciaba mi cuello, mi tripita, haciendo círculos en mi ombligo. Liberé mis tetas tirando al suelo el sujetador, pellizcando mis pezones. Noté mi respiración a mil, mientras chupaba mi juguete y rozaba con él mis pezones que ya estaban erectos. La tensión en mi sexo empezó a hacerse insoportable y me moría de ganas de meterme el dildo.

Desabroché nerviosa mis vaqueros, aún apoyada en la puerta y las manos se fueron directas a mi pubis. El contacto de la punta del dildo me hizo estremecer de placer y de deseo. Las ganas de follarme eran tan grandes que empecé a jadear sin darme cuenta. Apreté el dildo contra mi vulva, resbalaba de lo mojadísima que estaba. Lo pasé por mi raja arriba y abajo y estuve a punto de llegar al clímax, pero intenté respirar hondo..., aún no... quería más placer.

Tumbada en la cama boca arriba, no podía aguantar las ganas de follarme con el dildo. Flexionando las piernas lo metí de golpe en mi vagina sintiendo una oleada de gusto.

Un impulso de lo más salvaje me hacía meterlo y sacarlo cada vez más rápido. Sabía que mi orgasmo estaba cerca. Me excitaba mirarme a mí misma mientras me follaba. No aguantaba más... mis dedos acariciaban mi clítoris mientras, con la otra mano, mi juguetito entraba y salía.

Un estrepitoso jadeo inició las oleadas de placer. Con el dildo dentro, arqueaba la espalda deseando que aquello no terminará. Notaba mi clítoris duro, erecto, mientras latía y me hacía estremecer. No sé cuánto tiempo estuve palpitando jadeante, pero el notar aún el dildo dentro de mí, me retroalimentaba y me pedía más.

Me coloqué a cuatro patas y con una mano comencé a mover de nuevo el dildo, sintiendo que se acercaba un segundo orgasmo. El mirar cómo aquel artilugio entraba y salía a toda velocidad (me sentía desatada y loca por correrme) hizo que llegará rápidamente de nuevo al clímax de una forma brutal. Ni siquiera podía silenciar mis gritos del placer que me invadía. Aquella sensación hacía que me sintiese plena, relajada y feliz. Sin duda había sido un acierto comprar aquel juguetito.


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