El ascensor que bajaba lento (Capitulo IV)
Por J. Volquez
Enviado el 19/08/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Capitulo IV
Los sueños, sueños son…
Escucho un sonido molestoso que me hace saltar de repente del sofá. Es el timbre de la puerta que me ha despertado de ese agradable sueño que acabo de tener con la mexicana. Por lo menos no me he quedado a medias y eso se agradece. Mientras mi cerebro intenta procesar la realidad a la que ha vuelto, el timbre de la puerta suena por segunda vez. Me levanto del sofá y miro el reloj. ¡Son las 7 de la mañana! ¡Me he quedado dormido toda la noche en el sofá! No es para menos, esa botella de vino que me bebí yo solo me dejó totalmente noqueado. Suena el timbre de la puerta por tercera ocasión y esta vez con más insistencia.
- ¡Ya voy, que me estoy vistiendo! – exclamo en tono de humor.
Un poco tambaleante, me acerco a la puerta, ya que, el vino todavía me tiene en otra dimensión. Abro la puerta y me encuentro de frente a nada más y nada menos que mi vecino del piso de abajo, Antonio.
- ¿Otra vez tu Antonio? – le digo en tono burlesco.
- ¿Cómo que otra vez yo? ¿De qué hablas? – me responde extrañado.
- Nada, no me hagas caso. ¿Qué quieres? – pregunto yo.
- ¿Como que qué quiero?, encima me lo preguntas como si no pasara nada ¡Que cara dura eres! - Me responde Antonio algo alterado.
Percibo a Antonio muy enfadado. Mejor no hacer bromas en este momento. Antonio prosigue con su reclamo:
- Has tenido la música puesta durante toda la noche y el resto de los vecinos apenas hemos podido dormir. Todo el mundo se me ha ido a quejar. ¿Qué pretendes?
¡La música! Es verdad, en ese momento caigo en cuenta de la lista de canciones de bachata que había dejado sonando justo antes de caer en ese dulce, sexy y sensual sueño profundo con Angelica. En ese instante sonaba de fondo “Propuesta Indecente”, una de mis bachatas favoritas. Tengo que puntualizar que la música no estaba tan alta como para molestar a nadie. Antonio es un exagerado, pero viendo lo alterado que está decido no discutir con él. Además, yo solo quiero que se vaya y me deje en paz.
- Te pido disculpas Antonio, es que me quedé dormido y olvide apagar la música, pero no te preocupes que ahora mismo la apago. – Le respondo en tono conciliador.
- Jorge tienes que entender que vives en una comunidad, no vives en el campo. Aprende a respetar las normas de convivencia o tendrás problemas con los vecinos. – Me replica Antonio mientras yo apunto con el mando remoto al equipo de música para apagarlo.
- Tienes toda la razón Antonio. Lo siento mucho, te prometo que no volverá a suceder. – Le repito.
De repente noto que Antonio sé queda mirando fijamente mi pantalón. Yo hago lo mismo y rápidamente me percato que tengo una gran mancha justo en la entrepierna.
- Es que me ha caído un poco de vino ahí. Ya ves lo torpe que soy jejeje. – Le digo yo astutamente antes de que Antonio piense otra cosa.
- Pues te va a costar sacar esa mancha del pantalón. Las manchas de vinos no son nada fáciles de lavar. – Me dice Antonio frunciendo el ceño.
- Ya, bueno veré que puedo hacer. Gracias Antonio. – Respondo.
- Bien, ahora que por fin has apagado esa maldita música, me voy a casa a ver si puedo descansar un rato. Luego tengo que ir a darle la bienvenida a nuestro nuevo vecino. – Dice Antonio.
- ¿Nuevo vecino? – pregunto yo extrañado.
- Si, ¿No sabias que desde hace una semana se mudó un nuevo vecino en el edificio? - Me responde Antonio.
- Pues no, no tenía ni idea. – Respondo yo extrañado. - ¿Quién es?
- ¡Ay Jorge! Tienes que salir de tu burbuja. Menos vino, menos bachata y más interactuar con la gente, que no te enteras de lo que pasa a tu alrededor jejejeje. – Me contesta Antonio, riéndose.
- El nuevo vecino se llama Bruno, aun no lo conozco en persona, pero por lo que me han contado es extranjero. – Prosigue Antonio.
En ese instante, ignoré temporalmente la resaca que tenía por el vino y tuve un momento de lucidez:
- Hmmm… ¿Por casualidad no será mexicano? – Pregunto yo con cara de Sherlock Holmes.
- Si es mexicano, ¿Cómo lo sabes? – Pregunta Antonio extrañado.
- Pues porque el vino te convierte en adivino jajajaja… – Respondo yo en tono de humor.
- Que payaso eres, nunca cambiaras. – Me responde Antonio. – Bueno ya me voy, hasta luego.
En ese momento Antonio se dispone a coger el ascensor, pero en otros de mis momentos de lucidez le digo:
- Espera Antonio, ¿A qué hora iras a visitar al nuevo vecino?
- Al mediodía, alrededor de las 12pm ¿Por qué? – Responde Antonio.
- Perfecto, avísame para ir contigo. Así lo conozco yo también. – Le digo.
- Ok como quieras. Bruno vive en el primer piso. Luego te aviso cuando vaya a bajar. – Me dice.
- Perfecto. – Le respondo con el pulgar hacia arriba en señal de aprobación.
- Luego te veo Jorge. ¡Hasta luego! – Se despide Antonio.
Antonio entra en el ascensor y baja al 6to piso que es donde vive. Yo mientras tanto, celebro el pequeño gran paso que daré hoy. No ha venido Linda, pero si conoceré a su hermano. Yo doy por hecho que Bruno es el hermano que Linda vino a visitar hace días. La lógica y las pistas no pueden fallar: Bruno es de México y Linda es de México; 2 + 2 tiene que ser igual 4.
Me dispongo a cambiarme el pantalón que tengo manchado, que obviamente no es de vino, sino del semen producto de esa tremenda eyaculación que tuve por aquel sueño mojado con Linda. Daria lo que fuera por hacer realidad ese encuentro furtivo que tuvimos en el ascensor. Mucha gente dice que los sueños se pueden hacer realidad ¿Será posible? Mientras tanto me voy a desnudar, cerraré las cortinas de mi habitación, apagaré la luz, me tumbaré en la cama y dejaré que mi imaginación juegue con mi palo de carne. Quiero volver a mancharme de ella una vez más… Hasta que sean las 12pm.
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