El ascensor que bajaba lento (Capitulo VI-A)

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
161 visitas

Marcar como relato favorito

Capitulo VI

Déjà Vu…

 

Progreso de la instalación del nuevo antivirus al 50%...pasa más de un minuto y el porcentaje no pasa del 50%. – Esta instalación es igual de lenta que el ascensor de este edificio. – pienso. Aunque en realidad mi ansiedad no viene de la instalación del antivirus, sino porque no paro de mirar a ese pasillo que lleva a la habitación donde está Linda. En ese momento una ensalada de pensamientos y dudas cruzaron por mi mente:

- “¿Estará durmiendo la siesta?” “A lo mejor está ocupada…” “¿Debería atreverme en entrar en su habitación?”

Mientras mi razón y mi deseo se enzarzaban en un intenso debate, yo permanecía quieto y totalmente petrificado, observando atentamente el progreso de la instalación del antivirus y mirando de vez en cuando el pasillo que me moría por recorrer.

- “Mejor termino esta instalación y me voy. Es conveniente no me meterme en líos…” - me convence la razón.

Después de un buen rato, por fin leo en la pantalla del computador: “Instalación completada al 100%”.

– Bien, creo que mi trabajo ha terminado aquí. Me largo. – exclamo.

Sin embargo, cuando me dispongo a acercarme a la puerta, escucho unos pasos que se acercan por el pasillo. Yo, al escuchar esos pasos me detengo en seco y me quedo totalmente paralizado. Tengo nervios y ganas de darme la vuelta.

- ¿Te han dejado solito aquí? ¿A dónde se ha ido el borrachón de mi marido? – Me pregunta Linda con una voz muy sarcástica.

Yo me giro lentamente hacia ella y veo para mi sorpresa que solo una toalla blanca cubre su cuerpo. Segundos después intento salir de ese trance y respondo:

- Se ha ido al bar del barrio con Antonio. Es que se nos terminó el whisky.

Pasaron varios segundos de silencio. Segundos que fueron suficientes para apreciar en vivo y directo su escultural cuerpazo y esa toalla blanca con dibujo de florecitas, que me impedía ver más allá de lo que deseaba.

- No me extraña nada que Bruno se haya ido al bar. Su vida solo consiste en echarse tragos y acostarse con cada zorra que conoce por ahí. – Dice Linda un poco molesta.

- ¿Y tú porque no te fuiste con ellos? – prosigue Linda.

- Me quedé porque tenía que terminar de arreglar la laptop de Bruno, que me ha pedido que se la revisara. – Respondo yo, disimulando querer responder otra cosa.

- Ya, claro. – exclama Linda con cara de incredulidad.

- Bueno, tú ya te ibas ¿no? – Pregunta la diosa mexicana.

- Ehhhh… si, ya me iba. He terminado con la instalación en la laptop de Bruno y ahora me voy al bar con ellos porque me están esperando. – contesto yo con la voz algo temblorosa.

- Ok, pues que te lo pases bien. Yo ahora iré a darme una buena ducha y luego quizás me ponga a leer un rato. ¡Adiós! - replica Linda.

La mexicana se despide mientras se aleja por el pasillo. Yo no puedo dejar de observarla y ella sabe perfectamente que la estoy contemplando. Sus pasos mientras se alejan son lentos pero firmes, como si quisiera ralentizar ese momento al máximo. Una vez que ella llega a la puerta del baño y en un acto provocativo-sensual, se recoge su hermoso pelo, me mira de reojo y deja caer suavemente la toalla que estuvo cubriendo lo mejor de su cuerpo. Yo sigo totalmente frizado ante tal escena “pornolistica”.

Linda extiende sus brazos hacia los lados y con un movimiento de bailarina de belly dance, se acaricia el cuerpo; comenzando por su cintura de guitarra y terminando en su hermoso trasero. Ese era el gesto que faltaba para que mi palo de carne se comenzara a poner duro. Y así fue. A continuación, Linda procede a meterse en la ducha; y haciéndose la “despistada”, deja la puerta del baño completamente abierta. Así que a través de la mampara puedo percibir su espectacular silueta. En ese momento el miedo cede completamente y es el deseo el que domina. Me acerco hasta la puerta del baño para poder contemplar más de cerca aquel milagro de la naturaleza.

Mientras la deidad mexicana está en la ducha (supuestamente “despistada”), mis ojos no pueden evitar observarla por el espejo que esta justo en la entrada del baño. Miro fijamente como se pone debajo de la ducha y observo como el agua recorre cada fibra de ese cuerpo tan exquisito que en mis sueños disfruté. Contemplo cómo se agacha a coger el jabón y admiro una vez más esas nalgas que tanto me gustan, que tanto deseo. Me siguen pareciendo igual de bonitas tanto de lejos como de cerca. Ella sigue a lo suyo, haciéndome creer que ignora completamente que yo la estoy acechando como un león acecha a una gacela para devorarla.

Puedo ver con mi palo de carne completamente duro ya, como Linda se frota el jabón por todo su cuerpo; por el cuello, senos, entrepierna... A partir de ese instante mi decisión ya está tomada, no hay vuelta atrás. Solo se vive una vez y si este es mi último día de vida, al menos me iré muy satisfecho.

- Linda, tengo mucho calor ¿puedo ducharme contigo? – Le digo en tono atrevido.

- ¿Calor tu? No entiendo porque tienes calor si no has estado haciendo nada que te haga sudar. – me responde Linda de forma burlona.

- No hace falta sudar para tener calor, y mucho menos viéndote a ti desnuda. No he sudado, pero ahora tengo muchísimas ganas de sudar. – Le replico yo.

Ella se queda en silencio y solo me esboza una sonrisa; una sonrisa que se convirtió en mi pasaporte para abordar la nave...


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Cursos online gratuitos de escritura y redacción

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed