ASESINATO EN EL EXPRESO DE MEDIANOCHE (y 7)
Por Eunoia
Enviado el 08/08/2025, clasificado en Intriga / suspense
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ASESINATO EN EL EXPRESO DE MEDIANOCHE (y 7)
Jane Candell posó sus manos en el regazo.
—Le diré la verdad, señor Sanders. Es cierto, yo era amante del senador desde hacía meses. Burt no sabía nada. Mi trabajo nos permitía a Laurent y a mí conservar el secreto de nuestra relación.
—Y mientras, usted seguía manteniendo su relación íntima con Donnegal.
—Así fue.
—¿Y qué ocurrió, señorita Candell? ¿Acaso el senador Maxwell cambió de opinión?
Candell dijo:
—Señor Sanders, debe creerme, yo no asesiné a Laurent Maxwell. Tiene que creerme. En realidad, yo no quería los nieves de Laurent Maxwell. Se lo expresé así cuando me comunicó su... su "proyecto"
Sanders elevó las cejas y dijo en voz baja:
—La creo, señorita Candell. Yo no hago reflexiones morales; únicamente mi trabajo. Le ruego que permanezca en el compartimento sin salir las próximas horas. Pronto se resolverá este caso.
Jane Candell ladeó la cabeza y dijo:
—Gracias, señor Sanders.
El detective la observó con detenimiento. Por primera vez la encontró morbosamente atractiva. Se podía entender el enamoramiento del senador Maxwell.
Sanders abandonó el compartimento y regresó al despacho de la Estación, hizo una llamada telefónica a Clive Patterson, y acto seguido pidió a uno de los policías que custodiaban el convoy que fuese a llamar a Karen Maxwell y le pidiera que le acompañara al despacho.
—Bien, señora Maxwell. ¿Cuándo se enteró usted de que Kurt Donnegal y Jane Candell mantenían relaciones íntimas.
Enarcando una ceja, la mujer respondió:
—Hace varias semanas. Los descubrí en una de las habitaciones de la mansión; pero ellos no lo advirtieron.
—Nada de eso, señora Maxwell. Usted conoció las relaciones entre su marido y la señorita Candell, pero se enteró por el mediación del señor Curtiz. Usted debía tener sospechas y fue sonsacando la información al socio de su marido... de quien volvió a ser amante tras muchos años de relación.
La mujer bajó la mirada.
—Es cierto. Así fue.
—También obtuvo información por su amante, Jonathan Curtiz, de los planes financieros de su marido en favor de su secretaria, Jane Candell. Eso fue el punto crucial, lo que la hizo revelar a su... otro amante circunstancial, Burt Donnegal (Kurt para usted) la relación de su marido con Jane; porque usted descubrió mucho antes la relación sentimental entre Donnegal y Candell, ¿verdad, señora Maxwell?
—No, detective. Eso son especulaciones...
—No, señora Maxwell; no son especulaciones. Usted influyó e instigó el asesinato del senador Maxwell por razones económicas. No fue un crimen pasional, sino un calculado crimen premeditado, para el cual Burt Donnegal fue el medio de usted, el instrumento para mantener integra la fortuna de su marido en sus manos.
Karen Maxwell se levantó furiosa del asiento que ocupaba frente a Sanders.
—Yo no asesiné a mi marido.
—Fue usted la inductora. Usted generó en Donnegal la irreprimible reacción contra Laurent Maxwell, al hacerle saber la infidelidad de su pareja con el senador. Le propuso un asesinato que sería muy improbable de descubrir. Le juró un amor eterno y le prometió formalizarlo mediante matrimonio tan pronto transcurriera un tiempo prudencial, ¿no es cierto, señora Maxwell? —el detective se llevó un dedo a la sien y prosiguió—. Usted le proporcionó el arma, los potentes barbitúricos, que introdujo el propio Burt Donnegal en el bote de las pastillas contra la tensión alta de su marido. Bastaría una de aquellas píldoras, similares en tamaño y forma a las que utilizaba diariamente el senador, un cambio indetectable para él y muy difícil de descubrir, ya que no sería fácil establecer un móvil que condujese a la hipótesis de un asesinato.
Karen Maxwell roja de ira levantó el mentón. Sus ojos brillaban cuando casi sin articular dijo:
—Kurt jamás admitirá semejante montaje de usted.
—Burt Donnegal comprenderá, una vez se presenten los cargos y se percate de cómo fue manejado por usted contra el senador Maxwell, los extremos del asesinato.
Un rictus malévolo afeó la belleza madura de Karen Maxwell.
—Jonathan...
—El señor Curtiz no se negará a esclarecer en un tribunal que le contó a usted los proyectos de su marido, así como acerca de la relación que mantenía con la señorita Candell.
El detective se levantó, fue hasta la puerta del despacho y la abrió. Clive Patterson, el jefe de policía de la estación, acompañado de dos policías de identificó y comunicó:
—Señora Karen Maxwell, queda usted detenida por inducción al asesinato de su esposo, el senador Laurent Maxwell, la noche pasada.
Los policías le leyeron sus derechos y la esposaron. Patterson puso una mano sobre el hombro de Sanders y le felicitó.
—Donnegal también ha sido detenido sin oponer resistencia. ¿Sabes?, en el fondo me inspira compasión.
Ya fuera del despacho su mirada se cruzó con la de Karen Maxwel . Con una sonrisa amarga, el detective dijo:
—Señora Maxwell, al final todos somos víctimas de las más profundas emociones de supervivencia.
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