Un encuentro inesperado (3)

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Directamente hacía la ducha, las cuales tomo a buena temperatura para disfrutar enjabonando un cuerpo esbelto y tonificado, dando especial cuidado a ese culito parado que debía penetrar, conforme a los expresos deseos de mi nueva amiga, que rápidamente comprendió mis intenciones, dejó la ducha pidiéndome un par de minutos, no demore lo espero. Le di algo más de dos minutos, me esperaba sobre la cama boca abajo con el culito levemente levantado, la vista era de primera, me recosté a su lado acariciando su espalda en toda su extensión mientras de contaba que no tenía casi experiencia en el sexo anal, no lo hacía por ese agujerito hace muchos años y sólo un par de veces, no se preocupe repliqué, seré todo lo delicado que se pueda, así que puse manos a la obra, alcancé un aceite de mi velador, tras ponerme en las manos, comencé a dar el mejor de mis masajes a todo su cuerpecito dispuesto y entregado a nuestros deseos, cuello, espalda, pasé por sus glúteos y seguí por sus muslos hasta los pies, subí nuevamente, mi lengua entró en funciones, separé sus muslos lamí su conchita de arriba a abajo, de lado a lado, tras un rato de caricias su respiración se agitaba, comenzando a dar suave gemidos de placer, separé ahora sus nalgas invadiendo con la lengua el hoyito de mi deseo intercalando las lamidas con delicadas embestidas de mi pulgar que presionaba delicadamente para entrar en esa cuevita, sin darme cuenta mi pulgar hacía círculo dentro de su culito, no se había quejado, no había signos de dolor, ella hizo un movimiento de caderas, se acomodó, respirando más aceleradamente, aumento sus gemidos en cantidad y volumen, apliqué más presión, cambiando el pulgar por los dedos índice y medio, los cuales continuaron dando suaves círculos en su interior, dando breves descansos al sentir como palpitaba y se dilataba ese culo, igualmente mi amiga apretaba y soltaba su esfínter rítmicamente, excitándome más en cada contracción, obligándome a bajar mi ritmo, pues estuve a punto de correrme, un breve descanso, más lubricación y lo caliente de la situación hizo dejar de lado la delicadeza, sacando y metiendo ambos dedos tal cual me la follaría en unos momentos, me atreví a apoyar el glande en el agujero ya dilatado empujando suavemente, instintivamente trató de escapar a tal invasión pero ya era tarde, la atraje hacia mí sujetándola, elevando sus caderas, empujando de nuevo con más fuerza, penetrando la cabeza hinchada de mi verga palpitante, la lubricación y la excitación me permitieron avanzar un par de centímetros más, y un nuevo empujón fue respondido con un nuevo intento de retirada. "¿Le duele?,¿Quiere que pare?", dije. "Ni se te ocurra. ¡Empuja con cuidado", me gritó, obediente, volví a apretar sus caderas, mi pene casi se enterró por completo en su culo ayudado por la iniciativa de ella de tomar sus cachetes y separarlos cuanto podía, al sentir toda mi polla dentro de su culito, comenzó a gemir o más bien gritar de placer, busqué un ritmo para evitar en la medida de lo posible tuviera dolor, suave al principio y más intenso según sentía que mi pene se deslizaba más fácilmente en su trasero, poco a poco fui incrementando el ritmo de mis embestidas, hasta que mi pene avanzaba dentro del culito de Pauli, hasta quedar completamente enterrada en mi verga, a partir de ahí, su culo tomo el mando, sentí como su zorrita palpitaba, apretando y masajeando mi herramienta, comenzó a follarme, a moverse rítmicamente, a iniciar un movimiento de meter y sacar su culito precioso, al parecer de poquísimo uso, esa preciosa y enigmática mujer, que ni siquiera recordaba, me regalaba su culo estrechito, cálido y húmedo, ella enloquecida, fuera de sí, dio un violento culazo tragándose todo mi miembro, gritó de dolor y placer, suplicándome que se la metiera hasta las bolas, como siempre obediente lo hice, cogiéndola fuertemente de las caderas, su cuerpo entero comenzó a temblar, con fuerza apreté y me apoderé de sus hermosos senos, sujetándome a ellos para acelerar mis movimientos, me movía cada vez más deprisa, con más fuerza, penetrando más y más el culo de mi invitada, mientras ésta había logrado alcanzar su propio coñito con una de sus manos y se masturbaba con fuerza inusitada, presa del deseo, del placer y de la necesidad de sentir el mayor orgasmo posible, tras varios minutos, en los que sólo se escuchaba el golpeteo de dos cuerpos sudorosos chocando con fuerza, el chapoteo de sus dedos en su propio coño, nuestra respiración entrecortada, el final estaba cerca, corriéndonos casi al unísono como dos verdaderos animales a los que solo el sexo podría satisfacer, su cuerpo se tensó, a la vez que sus piernas le temblaron al recibir la corriente de un profundo e intenso orgasmo, varios gemidos y expresiones salieron de su boca, no pudo contenerse más tiempo y entre auténticos berridos de placer, chorros de mi semen blanquecino y espeso llenaron el culito de la bella Pauli, la sensación que le produjo sentir esos potentes chorros de leche tibia en su estrecho y dolorido ojete se transformó en un nuevo latigazo de placer, menos intenso que el anterior, pero por su expresión igualmente placentero. La fuerza e intensidad de mis movimientos se convirtió en un instante en relajo y placidez, jadeantes e inmóviles transcurrían los minutos, mi erección no disminuía y de un sólo movimiento saqué mi verga de ese culo dolorido y dilatado, de igual forma de una vez la penetré con fuerza sin arrepentimiento, provocándole evidente dolor, insultos salieron de su boca, un par de veces más hice lo mismo, puteando el mismo números de veces, pero no pidió que me detuviera, estoicamente lo disfruto e instintivamente el ritmo de mete-saca se apoderó de mí hasta que otro clímax pudimos alcanzar, me desplomé sobre ella perdiendo el sentido por algún momento, cuando pude reaccionar, mi erección ya no era tal, habiendo dejado ese hoyito pequeño libre de mi pene y del cual brotaba un hilo que parecía interminable de jugos aún tibios, sin dejar de abrazarla, con fuerza jugaba con sus pezones mientras alternaba dibujando delicados círculos en su botoncito de placer que erguido y lubricado seguramente quería esperanzado otro orgasmo de ser posible. Conversación, risas, besos y caricias, acordamos el itinerario del día, otro desayuno de campeones dejando la cama para comenzar esta nueva aventura de sexo sin compromiso ni culpas. Hasta el día de hoy no juntamos un par de fin de semana al año o tomándonos unas breves vacaciones, en mi departamento, en la playa o terreno neutral y la química entre ambos no ha cambiado.


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