El mito humano

 Inmerso en la paz obtenida en sus últimos viajes terapéuticos nadaba en la armonía entre el pasado y el presente; sin embargo, en medio de su calma, un recuerdo confundido en los anaqueles del ayer, vuelto a la vida de vez en cuando, viajaba en el tiempo para ser rememorado ante contertulios, seguramente porque estaba a punto de encontrarse con viejos amigos.

Se emocionó al ver caras conocidas, se fundió en el abrazo cálido del reencuentro, empezó su conversación y en un instante impredecible apareció el recuerdo para ser recontado; lo rescato del ambiente, dando pie a su versión, envuelto en un velo de evocaciones compartidas con sus escuchas. 

Recordaba aquel día cuando estaba a punto de caer en manos de una tutela rígida lejos de su casa, formado al lado de uno compañeros concentrados en su futuro mientras él pensaba en su evasión, muy lejana por cierto, sólo alguna peste medieval certificada por un médico lo iba a salvar de un año épico en la vida de muchos, pero en su caso un problema mayor. 

Cuando el turno ya le llegaba sintió el sudor resbalando por la espalda, aterrorizado por el miedo al mañana y a bajarse los pantalones frente a sus amigos, entonces algo lo distrajo, comprendió que cualquier mal fingido lo librarían de la obligación, pero ni el pensamiento maximalista más absurdo lo pondría a la altura de su compañero; aquel parto de segundos cuando los dientes del cierre metálico se despegaron en cámara lenta no lo impresionó tanto como la criatura nacida de él. 

¡Oh!, un mundo inesperado lo dejó anclado al suelo, congelado sin poderse mover, con apenas las pupilas bailando de un lado a otro de sus ojos, atento a vigilar su descubrimiento, sin atreverse a lanzar una mirada a su miembro minimizado por aquel ente sobrenatural. 

Nunca alcanzó en su mente tanta realidad e inmerso en el asombro de aquel momento y la aflicción por una leve envidia contó su épica historia con el rostro fruncido por una sonrisa cómplice.